Perfil (Sabado)

“CADA VEZ ME GUSTA MAS EL CINE”

- J.M.D.

—Te veo con ganas de cine. ¿Cómo lo vivís hoy? —Cada vez me gusta más el cine. Formar par te del cine. Tener la chance y la gran responsabi­lidad de idear historias, proyectos. Es titánica la tarea. Es muy peliagudo. A diferencia de cuando era pendejo, que laburaba en cine pero me daba igual. Es cierto que hice muchas cosas de las que no me enorgullec­í. Después por cruces, personas, me interesé en otros ángulos. Básicament­e empezar a entender cómo es el método del actor aplicado al cine. Eso lo aprendés en la cancha. Pero te lleva mucho trabajo: yo invertí tres años en La odisea de los giles. No hablo de guita, hablo de tiempo, que es lo más valioso que podés tener. —¿Pensás en cuántas películas te quedan o cuántas ya hiciste? —De ninguna de las dos formas lo pienso, porque es vivir lo que queda de forma angustiant­e. Sobre todo para adelante. Pero a veces leés biografías de actores y ves que hicieron 173 películas: ¿cómo hicieron? La respuesta fácil es que no les importaba un carajo. Pero aun así, ¿cómo se hace? Fabián, cinco años después del estreno de Nueve Reinas, el hito, me dijo: “Estoy harto de Nueve reinas”. Uno se cansa después de haber estado enfrascado mentalment­e. Ayer, y te cuento una tontería, tuvimos una rueda de prensa. Yo viví muchas. Muchísimas. Perversas, incluso, con hasta cincuenta notas por día y no podía ir a comer. Anoche llegué a mi casa y tenía 136 años. No hay cansancio más profundo y que se imprima con más dolor que el mental. Yo digo lo que siento, pienso, creo, trato de decir no tantas veces lo mismo. —La película cree en la gente común, y no suelen ser parte de nuestro cine desde este lugar; ¿cómo vivís eso? — Nunca se da la confirmaci­ón de un grupo que no pertenezca a la misma clase, a la misma línea, al mismo segmento. Salvo, eso sí, en films como La armada Brancaleon­e, alguna de las referencia­s maravillas con las que hemos flirteado. Gente común, de trabajo, honesta pero también, si ves con atención, que no son únicamente buenos. Tienen sus cosas, sus agachadas, sus trampitas, sus posiciones. Es bastante más parecido a la realidad que un grupo de gente perfecto.

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