El horror y sus historias
Hace unos veinte años, un amigo ya fallecido me comentó haber sufrido una experiencia traumática en su niñez y, en el marco de un colegio católico, ese hecho fue traspolado con suma exactitud y conforma una escena clave y fundacional de mi film Hombres de piel dura. Los pormenores que rodearon esa experiencia resultan ciertamente escabrosos y no son parte de la película. Mi amigo se negó a volver al colegio para no cruzar al acosador; al insistir su madre sobre qué lo motivó a tomar dicha decisión, él le contó que un cura lo llevó a su habitación, lo sentó en la cama y le exhibió su falo erecto. Mi amigo alcanzó a escapar, pero antes el adulto lo retuvo en el umbral de la puerta y le dijo: “Si contás esto no te voy a dar la primera comunión y te vas a ir al infierno”. Es llamativo que al enterarse su padre lo llevó al colegio obligándolo a que pidiera perdón al cura por haberlo excitado. Al día siguiente el agresor fue trasladado. Años después, siendo un adolescente, mi amigo supo que el religioso volvió a un colegio de la zona y junto a un compañero decidieron asesinarlo. Al llegar a la institución se enteraron de que ya había sido trasladado. Todo este periplo me dio una pauta muy clara acerca de cómo se siembra y propaga el mal a través de los años y por medio de actos específicos.
Durante los años posteriores dialogué con otros religiosos sobre el tema de los abusos infantiles, en general estos señores se mostraron sumamente corporativos y minimizaron el daño que estas prácticas generan.
Me reuní específicamente con uno de estos curas, quien había sido sindicado como abusador por un joven delincuente con trastornos psiquiátricos y que cometió suicidio. Me aseguró que el padre del muchacho relativizó la acusación aduciendo que el joven era mitómano, años después este señor abandonó la religión a causa de una relación amorosa. En aquella reunión el cura me confesó haber dialogado con entidades demoníacas en el marco de exorcismos, aseguró que en esas ocasiones era interpelado por acciones de su pasado, en aquel encuentro supe ofrecerle a mi interlocutor el papel de Omar, él se negó amablemente y también lloró, no recuerdo en este momento puntualmente por qué.
Mi amigo fallecido era gay y me aseguró que en fiestas homosexuales de la zona de Florencio Varela pudo cruzarse con quien supo ser el sacerdote más turbio de la zona, el cura Paredes. Años después, este hombre fue condenado por abusar de menores vulnerables en un hogar de niños, violándolos y filmando estos hechos. Paredes falleció de VIH en el penal de Olmos, siendo cruelmente hostigado por los presos y privado de los medicamentos.
La película Hombres de piel dura se constituye a partir de estas historias y de estos ámbitos, en los cuales he transitado desde mi niñez hasta la actualidad. Rodamos en locaciones, con elenco y apoyo del municipio de Marcos Paz y del Cluster Audiovisual de la Provincia de Buenos Aires, varios de los actores y actrices son miembros activos de esta entidad. En todos nuestros films hemos procurado invariablemente integrar a referentes locales bajo la premisa de que el talento y el compromiso habitan en todas partes.
También procuramos intervenir lo mínimo posible en las locaciones a fin de respetar el orden de la materia propio de cada entorno. *Director de cine ( Placer y martirio, Vikingo, Cícero impune, entre otras), parte de la productora Cinebruto e integrante del Cluster Audiovisual de la Provincia de Buenos Aires.