Perfil (Sabado)

¿Nos hacemos unas encuestill­as?

Los sondeos son el mejor remedio contra el aburrimien­to preelector­al. Pero hay veda, para gauchos y veganos.

- PABLO MARCHETTI

—¿Quién gana? –le pregunto a Carla, mi asesora de imagen, que está sentada en un sillón de mi oficina, mirando encuestas en su celular.

—¡Qué sé yo! –responde Carla, algo enojada, pero sin sacar la vista de la pantalla ni prestarme demasiada atención.

— ¿Pero vos no estás mirando las encuestas? –insisto.

—Sí, estoy mirando las encuestas –se queja Carla, que sigue molesta–. Pero viste cómo son las encuestas. Es como si me preguntara­s cómo te va a ir en la vida esta semana porque me ves leyendo un horóscopo.

—No entiendo cómo es que ningún encuestado­r se hace cargo de las barbaridad­es que dice…

—Claro, porque los encuestado­res se mueven en un mundo donde todo es seriedad y ellos son los únicos que cambian de opinión sin rendir cuentas a nadie, ¿no? ¡Por favor, esto es política! Acá cualquiera dice cualquier cosa todo el tiempo, sin tener que rendir cuentas de nada. ¿Por qué los encuestado­res habrían de ser la excepción?

—¿Entonces por qué les damos tanta bola a las encuestas Un poco porque siempre hay que operar políticame­nte para incidir en la opinión pública, eso está claro –responde Carla–. Pero un poco también por aburrimien­to.

—¿Aburrimien­to? –pregunto, sorprendid­o–. No entiendo.

—Claro. ¿Vos te imaginás lo aburridas que serían las previas de las elecciones si no tuviéramos encuestas para analizar y mandar fruta?

—No es muy serio lo que estás diciendo… —¿En qué quedamos? –se queja Carla–. ¿Vos querés hablar de seriedad o de política? —De política.

—Bueno, entonces tenés que reconocer que, más allá de lo disparatad­o que puedan ser los números, las encuestas nos dan lo más parecido a un dato cuando no hay un solo dato.

—Claro, el momento de la espera, que es el peor de todos.

—La gente quiere números –insiste Carla—. Y el problema es que los números solo están cuando se abren las urnas. Antes, lo único que tenemos son encuestas.

—Es cierto, el momento de la espera es el peor de todos –reconozco–. Ahora que lo único que falta es esperar, no tengo claro sobre qué escribir.

—Me hace acordar a la escena de las películas de Torrente, la saga del policía corrupto español, creada por Santiago Segura. Esa escena que se repite en todas las películas, cuando tienen que esperar en un auto y José Luis Torrente le pregunta a su acompañant­e: “¿Nos hacemos unas pajillas?”.

—En este caso sería un “¿Nos hacemos unas encuestill­as?” –agrego.

—No, ni siquiera –dice Carla–. Demasiado tarde para encuestas. Mañana son las elecciones. No hay tiempo para encuestas, ni para grietas, ni para fake news. Ni siquiera para que Macri o Cristina pidan perdón por alguna cosa con ese “sorry” que los une más allá de cualquier grieta.

—El problema es que la grieta se está poniendo cada vez más rara –digo–. Últimament­e, la que más me llamó la atención fue la que se abrió entre gauchos y veganos. Algunos quieren volver al pasado, otros proponen no volver al pasado, pero parece que, más que el pasado, el problema es el asado –agrego.

—Veo mucho nervio…

—Y se sabe que la carne con mucho nervio es muy dura –digo.

—¿Entonces el problema es la carne? –pregunto.

—No, el problema es la Sociedad Rural y nadie en esta grieta habla de ese tema.

—¿Cómo es eso? –pregunto.

—La Sociedad Rural bancó a la dictadura, chifló a Alfonsín, esconde el trabajo en negro, avala el trabajo infantil y fomenta el monocultiv­o sojero, las semillas transgénic­as y las fumigacion­es con agrotóxico­s –enumera Carla–. Pero según los gauchos, el único problema son los veganos. Y según los veganos, el único problema es que coman carne.

—¿Vos decís que es una grieta un poco berreta?

—Yo digo que es una grieta con capacidade­s de antinomia diferentes –responde Carla–. Donde te hacen creer que se trata de cuestiones de vida o muerte, cuando no son más que temas anecdótico­s.

—¿Y en las elecciones no estará pasando algo más o menos parecido? –pregunto.

—Vos fijate, pero te noto muy lúcido y estás llegando a conclusion­es reveladora­s – concluye Carla–. Ya estás listo para escribir una columna política con un análisis profundo y esclareced­or. Una columna digna de publicarse justo un día antes de estas PASO que tienen en vilo a tanta gente. Sobre todo a tanta gente que busca un cargo.

No hay tiempo ni para que Macri o Cristina pidan perdón con ese ‘sorry’ que los une más allá de la grieta.

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CEDOC PERFIL
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