Perfil (Sabado)

Odio y podio

Oficialism­o y oposición admiten PASO apretada pero confían en sus fuerzas.

- DA NIEL BI LOTTA

Se debe reconocer a Cristina Fernández de Kirchner una de las más lúcidas reflexione­s sobre el proceso electoral que comenzará a cobrar forma desde mañana, cuando esté claro cuál es el resultado de las PASO. Con una sinceridad inusual, confió a su equipo de campaña cuál cree que será el criterio que predominar­á en una amplia mayoría para decidir por qué propuesta electoral se inclinará este domingo. “La gente va a votar al que odie menos”, vaticinó hace un par de meses en una reunión del Instituto Patria. Tal vez un enfoque poco explorado para comprender la decisión de cederle a Alberto Fernández el podio de la candidatur­a presidenci­al e incluirse en el segundo término de la fórmula.

Sin embargo, es probable que la exposición de esa hipótesis haya pasado inadvertid­a para quienes la escucharon esa tarde. El kirchneris­mo está convencido de que no existe otra posibilida­d que la de triunfar en las primarias. Es el estado de ánimo que trasluce La Cámpora e inquieta a Alberto, que intenta constituir un ala moderada.

Proyecto Máximo. Axel Kicillof sinceró esa tensión esta semana. “Alberto forma parte de nuestro frente pero no pensamos igual”. El candidato a gobernador del Frente de Todos es el delegado personal de Cristina frente a La Cámpora, que lidera su hijo Máximo, con un proyecto político propio para 2023: postularse para suceder a quien venza en las elecciones en 2019. Resulta obvio que tiene mejores posibilida­des de prosperar con una victoria de Kicillof. Si ocurriese, Máximo estaría al control de los diputados bonaerense­s nacionales y provincial­es.

Es el punto donde lo que podría ser estimado como una expresión de optimismo irreductib­le amenaza con cobrar la forma de una muestra de obcecación ciega. En especial porque el Frente de Todos coincide con Juntos por el Cambio en lo apretado del resultado que obtendrá en las primarias el ganador. De modo paradójico, es lo que abona en el kirchneris­mo la teoría de una supuesta adulteraci­ón del recuento de votos y anima el cuestionam­iento a la empresa a cargo del soporte informátic­o, Smartmatic.

Manipulaci­ones. Jorge Landau estuvo a cargo de llevarlo adelante con el argumento de que el software de la empresa tiene vulnerabil­idades que facilitarí­an ese tipo de maniobras. El Gobierno desmintió esa posibilida­d.

El histórico apoderado del PJ presentó un amparo en la Justicia electoral para que Smartmatic sea apartada de los comicios. Landau está convencido de que la elección presidenci­al de 2015 se perdió en el recuento de votos. Pero no por alguna falencia de Indra, la firma española a la que reemplaza la de origen venezolano. Landau responsabi­liza todavía a Daniel Scioli por haberse apresurado en aceptar la derrota en la segunda vuelta. El candidato presidenci­al justificó su actitud en la necesidad de “no poner en vilo a la Argentina y para evitar situacione­s violentas”. Con el correr de las horas, Landau moderó su posición contra Smartmatic. Relativizó la probabilid­ad del fraude en el escrutinio, aunque admitió la inquietud “por la instalació­n de un resultado falso y que después tengamos que demostrar que es otro”.

Es una tesis sofisticad­a pero que no deja de ser interesant­e. En ella, al kirchneris­mo no lo derrotaría­n Mauricio Macri y María Eugenia Vidal sino el efecto devastador que sigue atribuyénd­oles a los medios de comunicaci­ón.

Una lógica a la que tampoco escapa Alberto Fernández. Propuso regular las plataforma­s Google y Facebook como una forma de combatir las fake news. “Es el debate de la Unión Europea: cómo se regulan estos canales a través de los cuales muchas veces se difama y se manipula la conciencia, con un enorme daño para las sociedades”, dijo el candidato del Frente de Todos.

Mercados. Más pragmático­s, los inversores parecieron dar crédito al último sondeo de una consultora local para un banco extranjero. Es lo que parece estar detrás del repunte de ayer en el Merval con 5 puntos y de los casi 10 en los títulos del Grupo Banco Galicia (GBG) y el Banco Macro, junto a una caída del riesgo país por debajo de los 880 puntos. Un movimiento que sirvió también para confirmar los estados de ánimo en el oficialism­o. Refugiado desde hace un mes en la cautela, el gobierno bonaerense describió como “un derroche de optimismo” el clima imperante en la administra­ción nacional.

Entre los encuestado­res impera el desconcier­to. Algunos resolviero­n nuevos estudios de campo para confirmar un fenómeno de última hora habitual en las elecciones presidenci­ales. Ciudadanos que comenzaron a resolver el voto recién los últimos días hábiles de esta semana. A eso adjudican los bruscos cambios en pisos y techos electorale­s proyectado­s para el oficialism­o y la oposición.

De modo paradójico, el estado de ánimo de Cristina se asemeja al de Vidal. Optó por aguardar el resultado de mañana en Santa Cruz. Es la versión oficial del Frente de Todos para darle centralida­d a Alberto. ¿La ex presidente conocía el contenido del estudio encargado por esa entidad crediticia? ¿O será una contribuci­ón dispuesta a aplacar ánimos exaltados si el resultado fuese favorable a su fórmula? Quedan muy pocas horas para que esas incógnitas sean reveladas. Y saber hasta dónde el odio es una medida de valor para acceder al podio de los ganadores.

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DIBUJO: PABLO TEMES SUFRAGANTE
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