El FMI evaluó a Beijing
Beijing depreció la moneda para aliviar a exportadores afectados por las sanciones comerciales de EE.UU. La medida responde a la dependencia relativae de eC China respecto del mercado internacional.nal.
El crecimiento de China se modera y se proyecta en 6,2% anual para el 2019, según indicó ayer el FMI en su revisión. “La calidad del crecimiento mejoró de tres maneras”, agregó el organismo sobre el país que dirige Xi Jinping en medio de tensiones comerciales con Estados Unidos que “opacan las perspectivas. Se necesitan reformas para continuar con este progreso”. El FMI indicó que “se redujo la acumulación de deuda. El sistema financiero está mejor regulado y supervisado y el superávit de cuenta corriente no es excesivo”
En pleno conflicto arancelario con Estados Unidos, China apretó esta semana el botón rojo de la devaluación y con ello dejó entrever los desajustes que la guerra comercial puede provocarle a uno de los pilares de su modelo productivo: la interdependencia con el mercado internacional. La depreciación del yuan busca mejorar la competitividad de los exportadores afectados por las sanciones de Donald Trump y pretende dar así continuidad a la estrategia china de desarrollo. Aun cuando la caída de la moneda expone a China a riesgos financieros y domésticos, es una de las cartas que el gobierno de Xi Jinping tiene a mano para mantener el rumbo de la reforma económica.
Por primera vez en más ás de una década, el dólar superó uperó esta semana la barrera a psicológica de los siete yuanes, anes, lo que fue interpretado o por medios occidentales, y en especial estadounidenses, como un “endurecimiento” de la estrategia del gobierno chino no en la disputa con la administración ación de Trump.
“No creo o que esto exprese rese una línea más dura de la a que se llevaba acabo ”, dice, sin sin embargo, el sinólogo Eduarduardo Oviedo, investigador or del Conicet y profesor de la UNR. “Xi Jinping busca defender er los intereses chinos frente al éxito de las sanciones y otras condiondiciones adversas que afronta nta el comercio internacional. . Una nueva retorsión sobre aranceanceles llevaría a una nueva a respuesta estadounidense y a la
permanente p escalada la del conflicto. China Ch busca resolver solve esto de forma pacífica pacífic ya que, según los chi chinos, aún no han madurado madur las condiciones necesarias para confrontar confron con Estados Unidos”. Unidos”
Desde que se desató la guerra comercial, co Beijing se movió movi siempre bajo dos premisas: pre la rivalidad e estratégica es la “nueva normalidad” de la relación relac con Estados Unidos, Unidos y aún no es el momento momen de ir al choque fro frontal. En la bandeja de alternativas, el ajuste cambiario c aparece como com una respuesta de manual man a los efectos del conflicto conf arancelario sobre el sector externo chino, aunque au no exenta de ciertos ciert peligros para la economía eco china.
Según Oviedo, bajo el conflicto comercial subyace el enfrentamiento de dos modelos productivos, y el modelo productivo-exportador de China resulta mucho más dependiente del mercado internacional que el de Estados Unidos. “Trump está logrando un parcial éxito en su estrategia: compañías que exportan al mercado estadounidense desde China se están desplazando al sudeste asiático para evitar los sobrecostos por los aranceles de Trump”, explica a PERFIL. “Lo que observamos es un ‘crujido’ del modelo chino, que busca ser subsanado con una devaluación para dar competitividad a las expor taciones y sostener el modelo neomercantilista desarrollado desde inicios de la reforma, allá por 1978”.
Efectos. Xi exhorta al Partido Comunista y al pueblo chino a seguirlo en un enfoque de resistir hoy para vencer mañana. Y
“Hay exportadores de China yéndose al sudeste asiático por las sanciones de Trump.”
está dispuesto a tomar medidas, incluso a riesgo de abrir la puerta a problemas económicos complejos. En un contexto de desaceleración económica, la devaluación del yuan puede ser peligrosa si mientras tanto se acumula una deuda pesada en dólares sin que el crecimiento –en su nivel más bajo de las últimas tres décadas y con indicios de que aún puede empeorar– lo justifique.
En busca de generar actividad y empleo, Beijing habilita a los gobiernos provinciales y locales chinos a financiar grandes obras de infraestructura, lo que redundó en deuda y déficit récord para esos gobiernos. La administración central no tiene mucho músculo para socorrerlos, ya que los recortes de impuestos destinados a fomentar el crecimiento también limitan sus recursos. Por su parte, empresas estatales y privadas chinas con deudas en dólares sienten la presión devaluatoria. Sin mencionar que la depreciación del yuan estimula la fuga de capitales, encarece la importación de tecnologías de punta y complica los planes del gobierno chino para internacionalizar su moneda.
Al mismo tiempo, la devaluación conlleva un efecto inf lacionario que podría irritar a los consumidores chinos, que también empiezan a percibir las dificultades. Durante los últimos meses, las familias de las grandes ciudades se enfrentaron a aumentos importantes de alimentos de consumo básico, como la carne de cerdo y las frutas.
Hay quienes ven en la caída de la moneda un golpe en la mesa por parte de Xi en su mano a mano con Trump. El New York Times, por ejemplo, le atribuyó esta semana una actitud “nacionalista” y de “línea dura” y subrayó su acercamiento cada vez mayor al ministro de Comercio, Zhong Shan, señalado como un intransigente.
Pero Xi no tiene razones para apresurar el conflicto. Probablemente durará más tiempo en el poder que Trump. Mientras tanto, será cuestión de procurar que Estados Unidos le cambie los planes a China lo menos posible.
El crecimiento del PBI chino está en su nivel más bajo de las últimas tres décadas