Hombre del sur bonaerense, José Celestino Campusano es la cara más visible de una cinematografía que crece lentamente cruzando la General Paz, pero que en su mayoría no llega a las grandes salas.
Con una carrera de más de diez producciones, Campusano sabe extraer relatos, inspirados en la vida real, en su mayoría ambientados en el Conurbano, que han trascendido las fronteras de nuestro país.
Hombres de piel dura fue rodada en la localidad de Marcos Paz y como ocurre siempre con el cine de este valioso realizador, su ambientación, su entorno se impone a través de un realismo crudo e intenso. Campusano no define sus historias a través de eufemismos, va a lo más brutal de las situaciones, ya se trate de violencias, o de abusos de poder, o pedofilia y homosexualidad, todos temas en este relato.
El film tiene mucha tela para reflexionar, pero lo esencial parte de una situación de pedofilia llevada a cabo por un cura del lugar, respetado por el chacarero, padre de la víctima, un muchacho adolescente, que a su vez es maltratado y violentado por su progenitor.
La película sigue el recorrido de esas dos historias paralelas, la del sacerdote que intenta manipular las emociones del muchacho y al que la Iglesia intenta salvar de acusaciones, mediante un traslado; la del padre que impone sus propias leyes al chico y éste que finalmente logra sobreponerse a las circunstancias y decide su destino y consigue ser fiel a sus deseos que se manifiestan con intensidad. Porque Ariel (interpretado con fuerte compromiso por Wall Javier, conocido como La Queen, una drag de Fuerte Apache con un tema musical grabado de trap muy difundido en Youtube) que logra sobreponerse a la adversidad y al abuso de poder de los adultos, atraviesa una serie de circunstancias nada fáciles en un ambiente rural, de campo, en apariencia tan hostil, para un joven homosexual como él.
La historia convence más por el impacto que provocan sus temas abordados, tal vez demasiados y complejos para un solo film, pero hace agua en los diálogos, las actuaciones poco convincentes, impostadas y una puesta en escena, en la que el simple posar frente a la cámara de algunos actores, según la marcación del director, desdibuja el carácter de los personajes y le otorgan escasa verosimilitud al entorno.