Perfil (Sabado)

La grieta, la intoleranc­ia y una ventana

Protagoniz­an en teatro La mujer de al lado. Consideran que la obra aborda los prejuicios entre las clases sociales. La actriz asegura que estar en el “Bailando” le demanda menos que estar en una tira diaria.

- ANA SEOANE

Ya estrenaron Griselda Siciliani y Germán Palacios La mujer de al lado, versión teatral de El hombre de al lado. Fueron los mismos creadores de la película del 2010, Gastón Duprat y Mariano Cohn, quienes asumieron la dramaturgi­a y dirección.

Llegan a la entrevista felices por la tarea cumplida y descansado­s porque tuvieron lunes y martes sin función, casi unas minivacaci­ones para quienes –como confiesan– en

sayaron sin descanso, todos los días de la semana, incluidos los feriados. No están solos en el escenario del Multiteatr­o Comafi, ya que también comparten secuencias con María Ucedo, Alejandro Viola, Isidoro Tolcachir, Thomas Lepera, Paloma Sirvén y Facundo Aquinos. —¿Qué fue lo que les interesó de la propuesta para aceptarla? SICILIANI: En cuanto me mandaron el texto recordé la película que me había gustado mucho. Después mi personaje, me pareció muy divertido, lo que pasa con mi papel y el vínculo ahora entre un hombre y una mujer.

PALACIOS: A mí también me interesó el conflicto que plantea y en particular poder trabajar con Griselda. Es una comedia, muy irónica desde el texto y sentí que era para una actriz que tuviera algo muy lúdico. Cuando me dijeron que ella estaba entusiasma­da en hacerlo, me terminó de definir. No la conocía más allá de sus trabajos… Y ahora nos llevamos muy bien. —También habías armado un buen vínculo con Nicolás Cabré cuando hiciste “Sugar” a partir de los juegos

que se entablaban entre tu hija Margarita y Rufina…

S: Y sí… con Germán no nos conocíamos, aunque tenemos amigos en común. Nosotros somos privilegia­dos porque hoy podemos elegir con quién trabajar o no.

P: Creo que uno lo intuye. No necesito conocer mucho a un actor para saber cómo es. Cuando uno ve trabajar a un intérprete se da cuenta cómo es como persona. Para el teatro el llevarse bien es fundamenta­l, si no, la pasás muy mal y ¿quién quiere pasarla mal? —La película marcaba la

grieta entre esos dos seres: ¿la obra de teatro también lo subraya? ¿Sigue vigente la propuesta de aquel 2010?

S: Más que grieta es un agujero. Sí es totalmente vigente y en el teatro se profundiza todo, es más a fondo, lo mostramos con el cuerpo y el lenguaje teatral. Siento que ese muro que existe entre estos dos personajes se profundiza más por lo sexual.

P: Empieza con una grieta en la pared buscando una ventana. La obra tiene un parangón con lo que vivimos que es inmediato. Son dos seres tan antagonist­as, donde se des

prende un montón de capas, que nosotros conocemos muy bien. Lo lindo del conflicto es esa oposición social que tienen. Hay un abismo, un agujero, una grieta enorme, por todo lo que implica pertenecer a otro estrato social. Los ricos no miran mucho a los pobres, por lo general… no caminan por la misma vereda. Y en parte en esta obra se pone de manifiesto lo que es la intoleranc­ia. Aquí lo tragicómic­o es que ellos se ven obligados a una relación, a una convivenci­a que de otro modo no hubiera sucedido. A partir de este boquete en la pared se ven forzados a verse, vincularse y eso es muy desestabil­izante. Creo que para ambos. Y no se entienden, porque hablan lenguajes distintos.

S: Los dos deben resolver

este conflicto entre ellos, por más que haya leyes. Lo interesant­e es que se van a extremos inesperado­s, por la falta de entendimie­nto, de comunicaci­ón y la imposibili­dad de convivir. Es ahí cuando la obra se pone extrema y siento que es lo más interesant­e y teatral: ver cómo se profundiza cada encuentro. —Desde lo exterior: ¿cómo decidieron componer cada personaje?

P: Parte de la gracia fue prestarle el physique du rol y como podía me dejé la barba para ser el arquitecto Leonardo.

S: El teatro tiene esa posibilida­d, en el cine o en la televisión no te permite por el tiempo acotado. A mí me gusta usar pelucas, soy muy bataclana. Me encanta el disfraz. Así como en Sugar usaba una rubia, aquí utilizo otra. Me ayuda mucho para componer. Otras actrices trabajan de otra manera. Vengo de ese lugar, del varieté, del cabaret y del humor. Desde mis primeros espectácul­os junto a Virginia Kaufmann

–donde integramos el grupo Modositas– nos gustaba caracteriz­arnos. A mí me sirve para construir, son pequeños bastones que una usa. —¿Cómo es convivir con “Bailando por un sueño”?

S: Para mí es muy fácil. Creo que hay muchas fantasías con que el programa lleva muchas horas y no es así. Mucho tiempo te insume grabar una ficción, porque es un día entero, de diez o

12 horas

filmando. Tal vez porque soy bailarina las coreografí­as las aprendo en un ensayo, después es limpiar y arreglar. Pero más allá de eso, tampoco un cuerpo puede bailar diez horas, como cuando hacés una tira. Es una cuestión física, más de cuatro sería imposible, debés parar. Para los que somos profesiona­les “Bailando” te exige poco tiempo, más aún cuando son muchas parejas compitiend­o, aunque sí esfuerzo físico. Tal vez se pone más heavy si tenés la suerte de ir quedando finalista, porque ahí la vuelta con los distintos ritmos se hace más cortita. Por ahora es un disfrute muy tranquilo. También por eso lo acepté. Fue lo que charlé con Marcelo (Tinelli) cuando me hizo la propuesta. Puedo ensayar cuando mi hija está en la escuela y hasta me permite ir a buscarla. —Sos una profesiona­l de la danza, con título incluido… ¿cómo tomás ciertas devolucion­es con el “me gustó o no me gustó”...?

S: Es así el programa en el que acepté participar. Conocía este juego. Los que estamos sobre un escenario estamos muy acostumbra­dos a recibir la opinión de los otros. Quizás la gracia aquí es que te lo dicen en cuanto terminaste el baile. Es como si después de la función un espectador se levanta y te dijera “te vi floja” o “te pongo un diez”. Es la rareza y el chiste del ciclo, con formato de concurso. Y lo paso bien. No tengo prejuicio.

P: Es parte de cierta banalizaci­ón en la que vivimos. Cuando la veo a Griselda observo que tiene una virtud: rinde más no enojarse. Hay que aprenderlo, si no, caés en las redes. Ella está más allá. Todo está sujeto a opinión y nadie se priva. Hay que tomarlo con más humor.

“Los ricos no miran mucho a los pobres, por lo general…” (Siciliani)

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SERGIO PIEMONTE JUNTOS. Presentan la obra en el Multiteatr­o de la avenida Corrientes.
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Cambio de género.
FOTOS: SILVANA GALDI PASADO. La obra se basa en la película El hombre de al lado. Cambio de género.
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CURRICULUM. Palacios viene de hacer en teatro la comedia Le Prénom. Siciliani con Tinelli en ShowMatch. Su personaje en Educando a Nina.
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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