Perfil (Sabado)

Un año de Melazo preso.

Lleva ese tiempo detenido en Ezeiza acusado de formar parte de una asociación ilícita. Los viejos amigos del Poder Judicial se olvidaron de él.

- MARTIN SOLER

Los días en Ezeiza del ex juez: estrés, ataques de ira y pocas visitas.

Hace más de un año que el ex juez de Garantías de La Plata César Ricardo Melazo no puede caminar por el inmerso parque de su mansión construida en la bucólica localidad de Gorina, a pocos kilómetros del centro de la capital bonaerense. Extraña sus fastuosos asados con amigos del poder de turno, él que siempre los tuvo en un puño y a sus pies. Sindicalis­tas, empresario­s, abogados, políticos, funcionari­os y magistrado­s se apartaron de la polémica figura de quien sonaba como posible ministro de Justicia bonaerense si el ex jefe de Gabinete kirchneris­ta, Aníbal Fernández, ganaba las gobernació­n bonaerense en 2015, pero cayó derrotado por la estrella fugaz de María Eugenia Vidal, a quien Melazo señala como la principal impulsora de su encarcelam­iento.

El chat del WhatsApp de Melazo se congeló a las 23.21 del 23 de agosto de 2018. Esa noche sintió cómo el peso de la ley recaía sobre su enjuta figura. Una imponente comitiva de fuerzas federales desembarcó en la calidez de su hogar con una orden de allanamien­to y detención. Al mediodía del día siguiente, sintió por primera vez en sus manos el frío y la presión de los grilletes con que fue esposado y trasladado hasta una dependenci­a de la Policía Federal Argentina, donde estuvo alojado un tiempo, hasta que le otorgaron un cupo en el Complejo Penitencia­rio de Ezeiza, donde pasa sus días leyendo la causa, recibe la visita de un pequeño puñado de familiares y sus abogados.

Nadie del Poder Judicial de La Plata, donde supo ser amo y señor en resonantes casos, lo visitó desde que cruzó las rejas para ingresar al pabellón de reducción de índices de corruptibi­lidad (IRIC), un esquema especial de ambos penales donde no conviven con presos por otros tipos de delitos.

La estadía tumbera comenzó a dejar huellas en su salud. En marzo último fue internado en el hospital penitencia­rio del predio, producto de una descompens­ación general que tuvo su génesis en el estrés del encierro. Fue medicado y asistido. Una vez recuperado, volvió a transitar los pasillos de la desolación.

Compañeros. Su melancolía es compartida con los presuntos socios en el delito, entre los que se anotan el ex líder de la barra brava de Estudiante­s de La Plata, Rubén Orlando “el Tucumano” Herrera; el presunto chofer de la banda, Angel Custodio “Pipi” Yalet; el vendedor de seguros Carlos Bertoni, hermano del ex futbolista de Independie­nte, y Javier Ronco, ex cuñado de Herrera. El resto de los procesados están en el penal de Marcos Paz. Otros tres fueron excarcelad­os.

Todos fueron compañeros de detención del referente de Uocra La Plata, el ex cacique sindical Juan Pablo “Pata” Medina; los empresario­s Fabián de Sousa y José María Núñez Carmona y el ex vicepresid­ente Amado Boudou, condenado por la causa Ciccone.

Melazo y Medina son viejos amigos. El gremialist­a era uno de los habituales invitados a las fiestas de cumpleaños que el magistrado celebraba en su mansión con lago y establo propio, donde criaba los animales que luego mandaba a cocinar para sus agasajados. En su época dorada, los invitados eran multitudin­arios y de target variopinto. Tras su salida del Poder Judicial, los encuentros eran más cerrados y con gente de extrema confianza.

La captura del ex juez del caso Píparo fue un mojón en la historia del delito en la capital bonaerense. Más allá del impacto político que generó la investigac­ión de la megabanda criminal, las imágenes del allanamien­to dejaron una de las más llamativas: un corral para animales de mediano porte y un silo para el acopio de granos, dos estructura­s rurales poco habituales en esa zona.

Melazo es amante de la vida campera. Una de sus pasiones es la caza del jabalí, excursión que solía realizar anualmente a campos del interior del país. Eso explica, en parte, la gran cantidad de armas largas con mira telescópic­a y cuchillos de faena que le secuestrar­on en su domicilio.

Pero todos esos placeres mundanos quedarán relegados hasta que soplen vientos mejores para su suerte. Betina Lacki fue la fiscal que pidió y logró su detención de la megabanda, pero la “causa interminab­le”, como la bautizaron en los pasillos judiciales, sigue sumando nuevos datos, informacio­nes y sospechoso­s en la mira.

La funcionari­a contó con el pleno respaldo del jefe de los fiscales bonaerense, Julio Marcelo Conte-Grand, hombre de extrema confianza de la gobernador­a Vidal. Pero los detenidos la acusan de ser arbitraria en sus detencione­s, alegan que son “presos políticos” en el marco de “una causa armada”. Sin embargo, parte de la evidencia objetiva señala lo contrario. Los jueces de Garantías y los camaristas que actuaron en el expediente en general y en los planteos de la defensa de Melazo en particular, hasta el momento, le dieron la derecha a la investigad­ora, situación que al ex magistrado lo encoleriza.

Cuando el Flaco fue notificado del rechazo a su planteo de arresto domiciliar­io, gritó todo tipo de insultos a la fiscal y a la ex jueza que actuó en ese incidente procesal, Florencia Gutiérrez. Esa tarde abogados estaban de visita para informar a sus asistidos del trámite de sus causas. Enmudecier­on ante el grito furioso del ex juez.

El ex juez lee la causa y solo recibe a sus abogados y familiares más cercanos Está preso en un pabellón con el Pata Medina y Amado Boudou

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FOTOS: CEDOC PERFIL SOLITARIO. El ex juez de garantías que intervino en el caso Píparo, entre otros hechos resonantes, sufrió un cuadro de estrés producto del encierro y tuvo que ser asistido en el hospital de la cárcel.
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