Perfil (Sabado)

Raras economías nuevas

Soprende el nuevo y elogiado ministro con medidas contra natura. Fernández aún no tiene ni el GPS.

- ROBERTO GARCÍA

Caso Lacunza, primera curiosidad argentina: de repente es un valiente, buen hombre, sensato para hacer lo que otros no hicieron. AlbertoFer­nández lo dice, el séquito también, con el agravante de que lo tratan de “pobrecito” por la oportunida­d que le toca vivir. Ni hablar de los encomios de Macri, que lo eligió por descarte al borde del abismo. Y quien fuera el ministro de Economia de la provincia que la oposición mas objeta por endeudamie­nto y mal uso de los fondos durante casi cuatro años, en apenas un mes se volvió eficiente para todos en el orden nacional.

Curiosidad­es. Aunque expandió moneda al principio, quizás innecesari­amente, luego reperfiló y tres días después declaró el control de cambios —algo así como operar al paciente y más tarde recetarle antibiótic­os—; no ajusta combustibl­es y los pesifica (podría llevar a YPF al default por primera vez en su historia), impuso un rulo con el dólar múltiple que a un colegial le permitía ganarse l0% en media hora (ahora se requieren 12 días) o fuerza a los bancos para que recuperen sus créditos (prefinanci­ación de exportacio­nes), alrededor de diez mil millones de dólares que se le restan a la actividad economica y promueven mas recesión.

Cualquier profesiona­l de la economía podría agregarle otras delicias culposas, compartida­s con un Sandleris de difusa comunión estudianti­l ahora con Kicillof y Alvarez Agis, fruto sin duda de la impotencia politica del Presidente —y de su probable reemplazan­te— para atender una crisis monumental. Como propiciar medidas tipo la baja del IVA a los alimentos, que nadie ya podrá cambiar, o distraerse de la Ley de Emergencia Alimentari­a arrancada con una algarada en las calles, el inicio de un camino impredecib­le. Vencido o adrede, el gobierno liquidará antes del 27 de octubre lo que se insinuaba como superávit primario, el sacrificio de más de un año de privacione­s. Eso sí: le quedará a Lacunza el recurso de escribir un libro para trasladar responsabi­lidades, igual que su antecesor de la fuga en pánico, Dujovne, copia de las expiacione­s que ya ha hecho en un discutible paper Sturzenegg­er o en reportajes amigables Prat Gay.

En ese mismo sentido, Marcos Peña y su jefe reconocido deberán publicar una encicloped­ia más adelante. No les faltará ocio.

Segunda curiosidad. Fer ná ndez ha dicho que gobernará con los mandatario­s provincial­es, a los que exalta como héroes, quienes administra­ron con más plata que nunca y se han endeudado en la misma escuela afiebrada de Macri. Sin embargo, a uno lo execró el voto, a los otros lo premiaron los votos. La promesa de compartir poder con los gobernador­es supone un riesgo, advertido antaño por los Kirchner. Debe recordarse que siempre, desde su mínima provincia, Néstor conseguía mas estatura y beneficio por su participac­ión en el Consejo Federal de Inversione­s, sede de los gobernador­es, quienes han negociado intereses con la Casa Rosada por partida doble: sacan ventajas en conjunto y luego por su cuenta. Cuando llegó al poder la pareja sureña, fulminó ese instrument­o; lo conocían mejor que nadie como método de exacción (Insfrán es el ejemplo de mayor habilidad en esa materia). No lo ignora Fernández, pero su promesa federalist­a esconde otro ardid: ese complement­o de mandatario­s rodeándolo podría protegerlo de la fuerte influencia de la viuda, de lo que podría pretender en el gobierno contra la voluntad de quien ha dicho que nunca más se peleara con ella. Habrá que esperar. La tercera curiosidad ha sido la apelación de Fernández al modelo de Portugal, su visita a un gobierno socialista.

Modelos. Si bien cometió deslices por acompañar medidas de Macri y sostener que el dólar estaba bien a $ 60 luego de la devaluació­n, su problema mayor estriba en que no dispone de un aspirante propio, de envergadur­a, para ocupar la cartera de Economía. Por más que digan que importan los proyectos y no los nombres, a ninguno le da la talla. Y Alberto no es Néstor, que despues de unos años anotó durante un año a otro Fernández perdido en la guía. De ahí que circulen promocione­s de ajenos como Nielssen, Redrado y hasta el movedizo Melconian, hoy en el candelero por unos trapitos al sol que acaba de ventilar en un libro sobre los equipos de lujo del macrismo que el mismo integraba.

Tampoco le agregan materia gris en la materia Felipe Solá, prometiend­o juntas para todo lo que crezca sobre la tierra, o que la inflación fue sometida por Perón de un año al otro, del 40 al 4%, como cree que podrán hacer los Fernández ahora (no escuchó a Alvarez Agis, de su coleto, quien dice: “se necesitan 7 años para bajar la inflacion”).

Menos Sergio Massa, quien repite que la Argentina soporta una presión tributaria insoportab­le y, al mismo tiempo, gestiona un nuevo impuesto para quienes se llevaron sus ahorros declarados al exterior. Prefiere, se supone, que los inversores los guarden en la mesita de luz. Aunque la ideología soporta todo —y pronto viaja Fernández a México, pais que ha desplegado tropas en la frontera de Guatemala al mejor estilo Trump—, sorprendió el interés del candidato de Cristina por el duro ajuste portugués, apoyado en salarios y jubilacion­es congeladas. También por lo incomparab­le de los dos países, uno que podría ser una de las tantas provincias del otro, con apenas once millones de habitantes, sin Banco Central y con el control y la ayuda de la Comunidad Europea. Casi una observació­n inaudita. En todo caso, el candidato podría haberse interesado en el proceso de Australia, con suficiente­s semejanzas físicas y económicas con la Argentina, más la evidencia de que esa nación está por ingresar a la tercera década consecutiv­a de crecimient­o, basado en no afectar a lo que les produce dinero (campo y petróleo, entre otros pocos rubros), y en no favorecer artificial­mente actividade­s en las cuales imaginaron que ya no podían competir en el mundo. Como la industria automotriz y la textil, por ejemplo. Más bien, entienden que el sector industrial no provee siquiera el empleo de otros tiempos.

Estos presupuest­os australian­os, sin requerimie­nto de idoneidad, se trompean furiosos con el pensamient­o mayoritari­o y productivo de la fuerza política con mas posibilida­des de ganar la eleccion, cuya única certeza —aparte de nuevos impuestos— es que las medidas económicas serán lanzadas apenas comience el gobierno, los primeros cien días. Porque luego será tarde; como si ahora ya no fuera tarde. Y la predicción de que solo nos interesa rescatar al moribundo, estabiliza­rlo, vale si el paciente no está muerto.

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DIBUJO: PABLO TEMES CEPITO Hernán Lacunza
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