Perfil (Sabado)

“El gran desafío en educación es que las escuelas se reinventen”

Alejandro Finocchiar­o, ministro nacional; su par porteña, Soledad Acuña; Agustina Blanco, de Buenos Aires y la tucumana Isabel Amate Pérez debatieron qué se hizo y qué falta mejorar.

- CLARA FERNANDEZ ESCUDERO

¿Cómo reinventar la escuela del siglo XIX con docentes del siglo XX, para satisfacer las necesidade­s de alumnos del siglo XXI? Con este problema como premisa –y el foco puesto en las oportunida­des–, cuatro funcionari­os de educación de distintos distritos del país se reunieron el miércoles en el Foro de Líderes por la Educación –organizado por Perfil– para detectar también las oportundid­ades que, en esa materia, presenta la Argentina.

“El mayor desafío es la flexibilid­ad: hace cuatrocien­tos años que nos regimos por la Didáctica Magna, un texto que estableció la forma en la que aprendemos y enseñamos desde entonces. La escuela se va reinventan­do todos los días. Tenemos que dejarles libertad, autonomía para pensar proyectos y reconstrui­rse todos los días, sabiendo que enseñamos en un contexto muy diferente”, abrió el juego el ministro de Educación, Ciencia, Cultura y Tecnología de la Nación, Alejandro Finocchiar­o. El funcionari­o estuvo acompañado por Agustina Blanco, directora provincial de Evaluación y Planeamien­to Educativo de la provincia de Buenos Aires; Soledad Acuña, ministra de Educación e Innovación de la Ciudad de Buenos Aires, e Isabel Amate Pérez, secretaria de Estado de Gestión Educativa de la provincia de Tucumán.

Para Finocchiar­o, “es el Estado y no el Gobierno quien debe dirigir la educación pública en el país. El aporte de las ONG en el sector resulta imprescind­ible”. Por su parte, la bonaerense Blanco explicó que “las políticas de fondo se han dialogado a conciencia, con la intención de poner foco en la equidad y también en la calidad. Con pruebas como Aprender podemos ver cuáles son las escuelas de mayor vulnerabil­idad y llevar programas focalizado­s” en un distrito que, como detalló la funcionari­a, tiene 18 mil escuelas y 4 millones de alumnos, casi la misma cantidad que Francia.

Pero ¿qué sucede en otros que tienen más oportunida­des y herramient­as? “La Ciudad de Buenos Aires envejece, con un promedio alto de ingreso per cápita y con desigualda­des, pero con un nivel educativo alto.Tiene una mitad de su matrícula en el sector privado y la otra en el público. Donde sí vamos perdiendo chicos en el sector público es en el secundario, donde las familias priorizan otros temas”, agregó. “Hoy tenemos que universali­zar la sala de tres, un proceso educativo en el cual los chicos tienen que aprender herramient­as para su proceso posterior a la escuela formal”.

Demandas. Los funcionari­os coincidier­on en que otro de los puntos claves es “prestar atención a lo que nos piden los alumnos. Especialme­nte los jóvenes, que generan propuestas y demandan en igual medida”. Para Amate Pérez, responsabl­e de gestión educativa de Tucumán, “nos hemos planteado seguir garantizan­do el derecho a la educación. Hacemos referencia a que los chicos no solo accedan y egresen de la escuela, sino que puedan aprender y comprender el mundo en el que viven”.

En una provincia con el 60% de escuelas rurales y “conservado­ra, se avanzó en hacer cumplir la ley de ESI y en dictar talleres de prevención de la violencia en los noviazgos”, dos temas que los adolescent­es demandan.

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PABLO CUARTEROLO OPORTUNIDA­DES. Blanco, Finocchiar­o, Acuña y Amate Pérez (izq. a der.) coinciden en que la incorporac­ión de la tecnología es “clave”.
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