UNO ENTRE ELLOS
Varios propietarios de Katmandú están aceptando reconvertir sus propias viviendas para recibir turistas. Ofrecen espacios pulcros y funcionales pero, sobre todo, garantizan el intercambio de sus culturas, lo más valioso que tienen para ofrecer. La experiencia ya es una tendencia nepalí.
Entre las estrechas y concurridas calles de la capital nepalí, Katmandú, es posible encontrar hoteles inusuales: hogares centenarios de familias locales reconvertidos en casas de huéspedes con encanto tradicional.
En estas casas de ladrillo con sus patios comunales y sus elaboradas persianas talladas, los turistas pueden vivir como los lugareños y con ellos, simplemente prescindiendo de las ventajas de hospedarse en hoteles modernos. En Katmandú, la gente encuentra de esta forma una manera de preservar su patrimonio cultural, modernizarlo y ganarse la vida con él.
Grandes inversiones
Tal es el caso de Prakash Dhakhwa, un nepalí de
54 años que convirtió la casa de su infancia en un “bed& breakfast”.
Bajo el nombre “Dhakhwa
House” la comercializa rcializa a través de plataformas de internet para alquileres temporarios. Dhakhwa invirtió cinco años de trabajo y el equivalente a unos 40 mil euros (alrededor de 5.040 rupias nepalesas) en la renovación de la casa, de cien años de antigüedad. Reubicó la cocina, sustituyó las escaleras exteriores por balcones y construyó una nueva escalera. Siempre dando importancia a la preservación del carácter arquitectónico local.
“Si viaja a Nepal, pero se aloja en un hotel de cinco estrellas, se perderá la experiencia local. Ofrecemos una ventana a nuestra cultura y a nuestra comunidad, con algo de comodidad”, dice Dhakhwa, quien anteriormente dirigió un cibercafé en la ciudad.
Preservar la cultura
Todos los miembros de la familia Dhakhwa están involucrados en el proyecto: la esposa de Prakash,
Pramila, de 48 años, se encarga de la cocina y del mantenimiento de la casa, mientras que la hija de 23 años es la responsable de que el establecimiento cumpla con los estándares internacionales.
“Este es el camino correcto si queremos preservar la cultura antigua de Katmandú”, dice Anil Chitrakar, un conservador del patrimonio urbano, quien cita que hace tiempo se planteó entre la población la urgencia de que si no era posible ganar dinero con las casas, se convertirían en una carga. “Sin apoyo estatal, mantenerlas es difícil para las familias”, señala. La tendencia entonces comenzó con la renovación de una de las casas más antiguas de Patan, el casco antiguo de Katmandú. En 2006, “Newa Chen” abrió como casa de huéspedes en una antigua casa familiar, con el apoyo de la Unesco. Actualmente hay una docena de casas de este tipo en la capital nepalí, en las que una noche con desayuno cuesta un mínimo de 35 dólares.