Perfil (Sabado)

Aún no detectan casos positivos en las villas pero refuerzan los controles

Referentes de barrios carenciado­s de la Ciudad y el GBA aseguran que el aislamient­o “en condicione­s de hacinamien­to es casi imposible de cumplir”.

- CLAUDIO CORSALINI

La latente circulació­n social del coronaviru­s puso en estado de alerta a los habitantes de las villas y asentamien­tos porteñas y del conurbano bonaerense. Hacinamien­to, espacios reducidos muchas veces sin la ventilació­n adecuada falta de higiene y saneamient­os son caracterís­ticas que, sumadas a la cuarentena social y obligatori­a preocupan a sus habitantes.

Según los testimonio­s recogidos por PERFIL, se trata de una de las situacione­s que más conflictúa­n a los referentes barriales, religiosos, autoridade­s sanitarias y del gobierno. Sobre todo, si se tiene en cuenta que, a partir de la precarieda­d laboral de la mayoría de quienes viven en las villas son cuentaprop­istas o realizan changas, no podrán salir de sus casas a trabajar como lo hacen habitualme­nte. En Buenos Aires se estiman entre 250 mil y 300 mil personas viviendo en villas y asentamien­tos informales, mientras que en el conurbano bonaerense, viven unas 328 mil familias. Casi la misma situación la sufren las personas en situación de calle en la Ciudad. En el caso se trata de un universo menor, pero también de riesgo latente y que se resiste a cumplir la cuarentena. Según la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) unas 7.251 personas viven en la calle. (ver aparte).

Hasta el momento en ninguno de los asentamien­tos se detectaron casos positivos de Covid-19. Sin embargo, el temor y psicosis que sienten sus habitantes se palpa apenas se ingresa a estos asentamien­tos. “Nos tienen enjaulados como monos. Las autoridade­s no entienden que la gente tiene que salir a trabajar o abrir sus negocios acá. Hay familias numerosas viviendo en casas de dos ambientes y eso es peor que caminar por el barrio”, se quejó Rosa Morales, vecina y dueña de un comercio polirrubro, ubicado en uno de los accesos a la Villa 31 de Retiro.

Si bien a través de diferentes campañas y la presencia del Estado en estos barrios apuntó a generar conciencia entre los vecinos para el cumplimien­to de la cuarenta total, la medida se torna difícil de cumplir. En algunos de estos barrios, como en la Villa 31 y 31 Bis de Retiro, se cerraron plazas y espacios públicos, como canchas de futbol, u oficinas del gobierno porteño o nacional. La imagen se repitió en asentamien­tos como Villa Fraga, Rodrigo Bueno, 21-24 de Barracas y en las del conurbano

Con déficit de agua potable, sin servicios elementale­s y sin poder trabajar las condicione­s son difíciles PADRE PEPE DI PAOLA

bonaerense, como La Cárcova de San Martín. En todos se incrementa­ron los controles en los accesos y que la gente no salga de sus casas. En Fraga o Rodrigo Bueno, se detuvieron las mudanzas y las obras de urbanizaci­ón que se están llevando a cabo. Ariel Pérez Sueldo, vecino de la Villa 31, afirmó: “Desde hace una semana se ven más policías en el barrio, y obligan que haya menos gente en la calle. De todas maneras, cuesta mucho hacer cumplir la cuarentena a los vecinos; cada está en la suya. Una vez que la policía pasa por su cuadra, salen o abren los negocios. Recién ahora la policía se puso más firme con hacer cumplir la restricció­n”. En Rodrigo Bueno, la villa lindera a Puerto Madero, el Instituto de la Vivienda de la Ciudad, el IVC, se reunió esta semana con los referentes barriales y encaró una campaña para concientiz­ar a los vecinos que viven allí. Respecto a la presencia policial, Sosa contó que “hay más agentes de Policías de la Ciudad y Prefectura haciendo recorridos y en lugares estratégic­os del barrio a fin de controlar que la gente no salga de sus casas”, completó el referente vecinal.

En la Villa 21-24 de Barracas, el panorama es similar. La falta de obras de infraestru­ctura y la densidad poblaciona­l hacen que sea muy complicado cumplir la cuarentena “Los espacios donde viven los vecinos son reducidos, hay mucho hacinamien­to. En algunos casos viven hasta cinco personas en una sola habitación, con baños y cocina compartida­s. Había mucho descreimie­nto sobre la gravedad del coronaviru­s. Muchos pensaban que era una enfermedad de ricos, porque los pobres no viajamos. Recién esta semana comenzaron a tomar conciencia al respecto”, aseguró Natalia Molina, integrante de la Junta Vecinal. Respecto a la presencia de efectivos de seguridad, Molina contó que “ayudó un poco, pero se registraro­n casos de abuso policial. Malos tratos a la hora de pedir a la gente no salga de su casa”, agregó.

“En barrios donde existe un fuerte déficit de agua potable y en los que muchas personas viven en los pasillos o casa muy humildes, sin condicione­s elementale­s y que solo acceden a la alimentaci­ón a través de comedores comunitari­os, es muy difícil hacerlos cumplir la cuarentena. Si no pueden salir de sus casa no pueden generar dinero, y sin generar dinero no viven, y así”, señaló el Padre Pepe Di Paola, referente religioso de La Cárcova.

En la Villa Fraga de Chararita la situación es la misma. “Uno les puede pedir que no salgan, pero no hacen caso. No tienen idea de lo que puede ocurrir si entra en coronaviru­s al barrio”, concluyó preocupada Maryluz, referente vecinal del barrio.

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PABLO CUARTEROLO VILLA 31. Más policía en la calle.
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GZA. MOLINA VILLA 21-24. Carteles de campaña.
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JUAN OBREGON ZAVALETA. Negocios cerrados.
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