Aún no detectan casos positivos en las villas pero refuerzan los controles
Referentes de barrios carenciados de la Ciudad y el GBA aseguran que el aislamiento “en condiciones de hacinamiento es casi imposible de cumplir”.
La latente circulación social del coronavirus puso en estado de alerta a los habitantes de las villas y asentamientos porteñas y del conurbano bonaerense. Hacinamiento, espacios reducidos muchas veces sin la ventilación adecuada falta de higiene y saneamientos son características que, sumadas a la cuarentena social y obligatoria preocupan a sus habitantes.
Según los testimonios recogidos por PERFIL, se trata de una de las situaciones que más conflictúan a los referentes barriales, religiosos, autoridades sanitarias y del gobierno. Sobre todo, si se tiene en cuenta que, a partir de la precariedad laboral de la mayoría de quienes viven en las villas son cuentapropistas o realizan changas, no podrán salir de sus casas a trabajar como lo hacen habitualmente. En Buenos Aires se estiman entre 250 mil y 300 mil personas viviendo en villas y asentamientos informales, mientras que en el conurbano bonaerense, viven unas 328 mil familias. Casi la misma situación la sufren las personas en situación de calle en la Ciudad. En el caso se trata de un universo menor, pero también de riesgo latente y que se resiste a cumplir la cuarentena. Según la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) unas 7.251 personas viven en la calle. (ver aparte).
Hasta el momento en ninguno de los asentamientos se detectaron casos positivos de Covid-19. Sin embargo, el temor y psicosis que sienten sus habitantes se palpa apenas se ingresa a estos asentamientos. “Nos tienen enjaulados como monos. Las autoridades no entienden que la gente tiene que salir a trabajar o abrir sus negocios acá. Hay familias numerosas viviendo en casas de dos ambientes y eso es peor que caminar por el barrio”, se quejó Rosa Morales, vecina y dueña de un comercio polirrubro, ubicado en uno de los accesos a la Villa 31 de Retiro.
Si bien a través de diferentes campañas y la presencia del Estado en estos barrios apuntó a generar conciencia entre los vecinos para el cumplimiento de la cuarenta total, la medida se torna difícil de cumplir. En algunos de estos barrios, como en la Villa 31 y 31 Bis de Retiro, se cerraron plazas y espacios públicos, como canchas de futbol, u oficinas del gobierno porteño o nacional. La imagen se repitió en asentamientos como Villa Fraga, Rodrigo Bueno, 21-24 de Barracas y en las del conurbano
Con déficit de agua potable, sin servicios elementales y sin poder trabajar las condiciones son difíciles PADRE PEPE DI PAOLA
bonaerense, como La Cárcova de San Martín. En todos se incrementaron los controles en los accesos y que la gente no salga de sus casas. En Fraga o Rodrigo Bueno, se detuvieron las mudanzas y las obras de urbanización que se están llevando a cabo. Ariel Pérez Sueldo, vecino de la Villa 31, afirmó: “Desde hace una semana se ven más policías en el barrio, y obligan que haya menos gente en la calle. De todas maneras, cuesta mucho hacer cumplir la cuarentena a los vecinos; cada está en la suya. Una vez que la policía pasa por su cuadra, salen o abren los negocios. Recién ahora la policía se puso más firme con hacer cumplir la restricción”. En Rodrigo Bueno, la villa lindera a Puerto Madero, el Instituto de la Vivienda de la Ciudad, el IVC, se reunió esta semana con los referentes barriales y encaró una campaña para concientizar a los vecinos que viven allí. Respecto a la presencia policial, Sosa contó que “hay más agentes de Policías de la Ciudad y Prefectura haciendo recorridos y en lugares estratégicos del barrio a fin de controlar que la gente no salga de sus casas”, completó el referente vecinal.
En la Villa 21-24 de Barracas, el panorama es similar. La falta de obras de infraestructura y la densidad poblacional hacen que sea muy complicado cumplir la cuarentena “Los espacios donde viven los vecinos son reducidos, hay mucho hacinamiento. En algunos casos viven hasta cinco personas en una sola habitación, con baños y cocina compartidas. Había mucho descreimiento sobre la gravedad del coronavirus. Muchos pensaban que era una enfermedad de ricos, porque los pobres no viajamos. Recién esta semana comenzaron a tomar conciencia al respecto”, aseguró Natalia Molina, integrante de la Junta Vecinal. Respecto a la presencia de efectivos de seguridad, Molina contó que “ayudó un poco, pero se registraron casos de abuso policial. Malos tratos a la hora de pedir a la gente no salga de su casa”, agregó.
“En barrios donde existe un fuerte déficit de agua potable y en los que muchas personas viven en los pasillos o casa muy humildes, sin condiciones elementales y que solo acceden a la alimentación a través de comedores comunitarios, es muy difícil hacerlos cumplir la cuarentena. Si no pueden salir de sus casa no pueden generar dinero, y sin generar dinero no viven, y así”, señaló el Padre Pepe Di Paola, referente religioso de La Cárcova.
En la Villa Fraga de Chararita la situación es la misma. “Uno les puede pedir que no salgan, pero no hacen caso. No tienen idea de lo que puede ocurrir si entra en coronavirus al barrio”, concluyó preocupada Maryluz, referente vecinal del barrio.