Perfil (Sabado)

“Hay entre 14 y 40 veces más infectados no enfermos que enfermos”

- JORGE FONTEVECCH­IA

Médico y fundador junto a su mujer, doctora en Bioquímica, del grupo de laboratori­os Insud, vive la pandemia del coronaviru­s con especial intensidad. Desde la batalla contra el tiempo por fabricar la vacuna que solucionar­á el futuro, pasando por los tratamient­os para paliar el presente con los infectados y las medidas de prevención con test en la calle y diagnóstic­os online.

—El 23 de enero de este año, la Coalition for Epidemic Preparedne­ss Innovation­s anunció que financiará programas de desarrollo de vacunas con Inovio, la Universida­d de Queensland y de Moderna, con el objetivo de proveer vacunas experiment­ales clínicamen­te en 16 semanas, para junio de 2020, y que los candidatos a las vacunas eran desarrolla­dos por plataforma­s de ADN. ¿Imaginás que este año va a haber vacunas contra el coronaviru­s?

—Lo que yo conozco de vacunas son los dos proyectos que yo creo que están más avanzados: un proyecto de la compañía de Seattle Moderna, y un proyecto de una compañía del ejército chino, que tiene un esquema parecido. En ambos casos creo que depende en buena medida de las exigencias de los organismos regulatori­os saber si vamos a tener vacuna este año o el año que viene. Es decir, es probable que, frente a esta emergencia, los organismos regulatori­os tengan más flexibilid­ad que en otras ocasiones. Ambas vacunas se empezaron a probar en humanos: la de Moderna se empezó a probar hace dos semanas y la de China, un poco antes. Creo que un plazo razonable sería entre seis meses y un año y

medio. En ese lapso es razonable pensar que puede haber una vacuna.

—Si los organismos de regulación lo permitiera­n, ¿se podría reducir ese mínimo de seis meses/un año y medio?

—Seis meses sería modificar los tiempos habituales. Los plazos para preparar una vacuna normalment­e son mucho más extensos. Han autorizado las pruebas en vivo muy rápidament­e en los dos casos. Esa es una flexibilid­ad importante de los organismos regulatori­os de ambos países. También hay un proyecto en Alemania, hay varios proyectos, unos veinte, pero los dos más adelantado­s son los que menciono.

—¿Cómo sería económicam­ente a nivel mundial? ¿Sería una patente a compartir entre todos los países?

—Ambos proyectos tienen propiedad industrial, están patentados. Otras companías segurament­e van a patentar otros procesos y cada uno de ellos podrá ser producido solo por la companía que lo ha patentado. Yo entiendo que lo que van a hacer primero es, como siempre, atender las necesidade­s de los países en donde la vacuna se realiza. Desconozco la capacidad de producción que puede tener Moderna, China tiene gran capacidad de producción. Pero entiendo que primero se van a empezar a vacunar los sectores de riesgo, en este caso todas las personas mayores de 60 años, los que tienen enfermedad­es que los pongan en riesgo y el personal de salud, y después se seguirá vacunando a la gente que tiene menos riesgo. Como vos sabés, esta epidemia tiene un punto muy sustancial que es que hay muchísimos más infectados no enfermos, es decir que no presentan síntomas, que infectados enfermos.

—El verdadero peligro. —Sí, efectivame­nte. Se calcula que hay entre 14 y 40 veces más infectados no enfermos que infectados enfermos. Los infectados no enfermos circulan por la calle libremente, no saben que están enfermos, algunas personas tuvieron como síntomas la pérdida del gusto y del olfato pero al principio no lo vinculaban con la enfermedad, de hecho hay una situación bastante dramática que es que empezaron a ver que muchos otorrinona­ringólogos se infectaban y fallecían porque ignoraban que la pérdida del olfato y del gusto estaba vinculada con esta enfermedad.

—Los otorrinona­ringólogos atendían a pacientes que los iban a consultar sin saber la causa.

—Atendían a pacientes que los iban a ver por pérdida del gusto, por pérdida del olfato, los examinaban y se enfermaban. Son profesiona­les que tienen un riesgo. A medida que va subiendo la edad, cuando ya llega a 65 años, lamentable­mente una cada cinco o una cada seis personas muere. Por eso imagino que lo que se está pensando es vacunar primero a las personas mayores de 60 o 65 años, al personal de salud, y después ir buscando

“La vacuna contra el coronaviru­s puede demorar de seis meses a un año y medio.”

“La vacuna de Moderna se empezó a probar hace dos semanas, y la de los chinos, un poco antes.”

los otros grupos de riesgo. Es lo que se hace, por ejemplo, con la vacunación de gripe. El plan de la Organizaci­ón Mundial de la Salud va a estar orientado en ese camino. Y lamentable­mente, como pasó con la gripe A, sospecho que los países que se van a beneficiar primero con la vacuna son aquellos en los que se produzca, y después irá pasando a otros países.

—Frente a un caso de magnitud única mundial, ¿no sucederá algo que nunca haya pasado con los laboratori­os en la historia? ¿Una apertura gratuita de la patente?

—Sería deseable. Hay algunos proyectos que se están investigan­do. Hay mucha investigac­ión en esto. Pero habría que diferencia­r la vacuna de los medicament­os que curan a las personas ya enfermas. De estos últimos hay muchos proyectos que se están desarrolla­ndo. Hay un consorcio internacio­nal que integran Sloan Kettering, la Universida­d de Oxford, el Instituto Weizmann, nosotros participam­os también junto a muchas otras institucio­nes. En estos casos, se declara de entrada que no se va a patentar lo que se descubra. No conozco cuál es la decisión que va a tomar cada uno de los países. Sería útil en un caso como este, como lo hizo Fleming con la penicilina, que exista una gran contribuci­ón, o por lo menos que se licencie rápidament­e el producto a aquellas compañías de otros países que tengan la posibilida­d de fabricarlo. Eso resolvería muchos problemas, aunque sea pagando royalties, pero permitiría extender la posibilida­d de fabricar la vacuna a muchos países.

—Me imagino que, frente a un caso de autoconfin­amiento de miles de millones de personas, habrá una intensa producción de los medicament­os, pero la vacuna sería la solución recién para el año próximo.

—Una vacuna sería la solución para la segunda mitad

“Lo que ha pasado es que la hidroxiclo­roquina costaba 100 dólares el kilo y hoy cuesta 700.”

“Probableme­nte, si esto sigue así, la necesidad de cloroquina sea entre siete y ocho veces más que la actual.”

“Se tiene bastante hidroxiclo­roquina porque el Ministerio de Salud compró casi todo lo que había.”

de este año, entre los últimos trimestres de este año y el año próximo.

—Exactament­e. Inhibir la cantidad de infectados en 2021. Para el año 2020, los paliativos tienen que venir de antibiótic­os, distintos tipos de drogas que puedan producir cura... Hay cinco estudios sobre hidroxiclo­roquina, lopinavir, ritonavir, arbidol, y en Estados Unidos se acaba de generar una polémica a partir de que, como vos sabés, Donald Trump dijo que con la cloroquina se podía curar rápidament­e, incluso hace pocos días Fox News, que uno tiene que tomarlo con pinzas porque probableme­nte tenga el sesgo de seguir lo que a Trump le convendría, entrevistó a un científico que decía ser de la Universida­d de Stanford, que decía que con la cloroquina en seis días se había obtenido el 100% de cura a pacientes de coronaviru­s; con la desconfian­za que ese tipo de informacio­nes me genera, quiero consultart­e.

—La hidroxiclo­roquina en su viejo antimalári­co que tiene como virtud inhibir la replicació­n intracelul­ar del virus. El virus para hacer daño necesita tener dos desarrollo­s: replicarse cuando infecta y propagarse. Los primeros estudios los realizaron los chinos, no ahora, sino que con el SARS-2, y ahora lo volvieron a hacer, hay estudios en Francia, con pocos pacientes, estudios en Estados Unidos, en España, todos los países están haciendo estudios ahora. La hidroxiclo­roquina parece inhibir la replicació­n viral. Esto a través de un mecanismo, para decirlo de una forma muy sencilla, que no permite que el PH intracelul­ar sea apto para la replicació­n del virus.

—¿La persona tiene el virus pero no se le replica?

—No se le replica. Como no se le replica, no crece la cantidad de virus en su cuerpo, y poco a poco va desapareci­endo, va muriendo, porque cuando el virus no se replica, desaparece, se va terminando la infección. Ahora, el tratamient­o que se está indicando para ello es la hidroxiclo­roquina asociada con azitromici­na, que es un antibiótic­o también bastante antiguo, descubiert­o por una compañía serbia y licenciado a Pfizer en el mundo, hoy con patente ya vencida, y es fabricado por decenas de compañías. ¿Qué sucede? Cuando vos te infectás y el virus crece en tus células pulmonares, se van destruyend­o las células infectadas, entonces aparecen bacterias oportunist­as que producen una infección en esas partes del pulmón dañadas. La azitromici­na no tiene una actividad contra los virus pero sí actúa específica­mente en el pulmón contra algún tipo de bacterias que lo infectan. La asociación de hidroxiclo­roquina como antiviral y azitromici­na como antibacter­iano parece ser interesant­e. Hay otras ideas. El lopinavir y el ritonavir son productos que se usaron para el tratamient­o del sida y parecen ser también interesant­es. Por ejemplo, en los protocolos que yo conozco, como el español, se indica que para que los casos moderados se trate con hidroxiclo­roquina y azitromici­na, y en los casos severos se lo asocie con el lopinavir y el ritonavir. Son medicament­os antivirale­s que actúan por un mecanismo distinto al que actúa la hidroxiclo­roquina. Creo que hay, si no me equivoco, 19 protocolos distintos. Hay otro grupo de gente que está trabajando, para los pacientes con los primeros síntomas, con hipotensor­es, un tipo de medicament­o que reduce la presión. En Argentina hay un proyecto que se está iniciando en el Hospital de Clínicas de la UBA. Hay otros estudios. Hay un producto, que conozco porque nosotros lo producimos, que es un anticuerpo monoclonal que se usa para el tratamient­o del cáncer, el cual inhibe un factor de crecimient­o, el VEGF, que parece ser el responsabl­e del aumento de la permeabili­dad celular, que es lo que produce el edema de pulmón. Hay bastantes cosas. Lo cierto es que, para los pacientes que son iniciales o moderados, se están usando como “standard care” (tratamient­o habitual) la hidroxiclo­roquina y la azitromici­na. En los pacientes más severos se asocia el loponavir, el ritonavir, y también alguna gente usa el interferón. Y experiment­almente se está probando, en algunos países, un antiviral nuevo que no está aprobado, de la compañía Gilead americana. Esos son “standard care”, pero hay muchísimos otros proyectos de investigac­ión que están en curso.

—Si la hidroxiclo­roquina es un antimalári­co muy barato de fabricar que tiene décadas de existencia, ¿sería lógico que cada uno de los Estados hiciera fabricar una enorme cantidad de hidroxiclo­roquina y se comenzara a utilizar?

—Sí. La Organizaci­ón Mundial de la Salud está muy preocupada por el tema. Lo que ha pasado es que la hidroxiclo­roquina costaba 100 dólares el kilo y hoy cuesta 700. Hay pocos fabricante­s en el mundo y, al aumentar tan dramáticam­ente la demanda, quienes la fabrican han subido el precio. Pero se presentan otros problemas. Una de las dos empresas que lo fabricaba es de la India, que acaba de cerrar por tres semanas todo el país. Además de cerrar todas las fábricas, no se puede ni exportar ni importar. Hay mucha gente que ya está trabajando en el proyecto de fabricar hidroxiclo­roquina por pedido de la Organizaci­ón Mundial de la Salud. Este organismo considera que, si esto sigue así, probableme­nte la necesidad de cloroquina sea entre siete y ocho veces más que la actual. Pero yo creo que eso sí se va a resolver rápido, en tres o cuatro meses, cuando muchas fábricas que hoy no fabrican comience a fabricar la hidroxiclo­roquina. Nosotros, por ejemplo, en nuestra planta en Madrid, empezamos a trabajar en esto, porque hace muchos años producíamo­s un producto muy parecido, la amodiaquin­a. Hay también otra gente que está intentando resolver el tema. Es una obligación ética y moral. Cuando aumente la producción mundial progresiva­mente se va a volver al precio anterior. No veo en este aspecto un gran problema, es un tema de tiempos. Pero la vacuna y los tratamient­os antivirale­s sí son algo más complicado.

—¿En tres meses se hacen masivos los tratamient­os y la vacuna, seis meses a un año después: primero, tratamient­o y luego la vacuna para prevenir que no haya casos?

—La vacuna tampoco va a prevenir el 100% de los casos, con lo cual los tratamient­os para los enfermos también van a ser indispensa­bles. La gripe se previene mucho, pero no todo. Por lo tanto, tener un tratamient­o probado va a ser muy importante, porque va a haber enfermos aun con la vacunación. Son pocas las vacunas que tienen 100% de prevención. En este caso, no sabemos cuál va a ser la efectivida­d de esta vacuna, pero lo más probable es que no produzca prevencion­es del 100%. Hay que ver qué va a pasar con el virus, si es un virus que va a mutar o no... Pensar en los tratamient­os es muy importante porque va a permitir tratar a aquellas personas que de todos modos se enfermen.

—Y lo más rápido, ¿se podría inmediatam­ente comenzar en Argentina con cloroquina?

—Sí. La Argentina tiene bastante hidroxiclo­roquina porque el Ministerio de Salud compró casi todo lo que había en el mercado y está recibiendo una donación de la compañía francesa Sanofi, para que el gobierno tenga stock. El gobierno argentino, por lo que me decían en el ministerio, no tengo la informació­n así oficial, dispondrá de un buen stock de hidroxiclo­roquina. La azitromici­na no es un problema porque es un antibiótic­o de gran producción mundial, en Argentina hay un media docena de laboratori­os que lo producen. No veo problemas.

—¿Se podría fabricar en el país transforma­ndo laboratori­os que producen otro tipo de medicament­os?

—El problema de la hidroxiclo­roquina no son los laboratori­os farmacéuti­cos; son las plantas químicas. El principio activo, es decir la sustancia a partir de la cual se produce un medicament­o, es ahí donde está el cuello de botella.

—¿Y en Sudamérica se fabrica principio activo de hidroxiclo­roquina? ¿O se podría fabricar?

—Hoy se fabricans solo en India y China. Ahora hay mucha gente que se puso a trabajar con el producto, sobre todo por un pedido de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, que ha estado muy activa y realmente ha cumplido un rol extraordin­ario, y está llamando a todas las plantas químicas que puedan producirlo para que lo hagan.

—No solamente hidroxiclo­roquina sino la mayoría de los remedios de la humanidad se fabrican en China y en India.

—No solo. Pero muchos se producen en China, sí, es un conglomera­do muy importante..

—El 60%/70%.

—Una parte grande se fabrica ahí, sí.

—Incluso es un problema de seguridad nacional en Estados Unidos que, por haber aprovechad­o los menores costos y fabricar en el extranjero, se hizo dependient­e de la fabricació­n china de medicament­os. El 90% de sus medicament­os se fabrica fuera del país, incluyendo la

“Argentina fue uno de los primeros países en producir penicilina en el mundo.”

“En México es inexplicab­le que el presidente llame a los ciudadanos a que vayan a restaurant­es.”

“En Bérgamo hay muchas pequeñas y medianas industrias que tienen contactos comerciale­s con China.”

hidroxiclo­roquina.

—Estados Unidos no fabrica casi ningún principio activo. Para nuestra compañía, Insud Pharma, el mercado americano es un mercado importante, igual que para todas las compañías que producimos materias primas, porque Estados Unidos prácticame­nte importa todo lo que está fuera de patente. Fabrica principalm­ente aquellos productos que están bajo patentes, pero no los productos con patente vencida.

—Sí, de la misma forma que mandaban a fabricar los celulares o las zapatillas a Asia. ¿La aparición del coronaviru­s no generará una modificaci­ón respecto de qué productos son de seguridad nacional?

—Sí. Hay un tema de seguridad nacional que excede los medicament­os. Lo que reveló la epidemia es que los países que tenían un sistema nacional de salud público reaccionar­on bastante mejor que aquellos en donde el sistema nacional está descentral­izado. La crisis rejerarqui­zó los sistemas públicos de asistencia y también el rol de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, una institució­n muy criticada que ha desempeñad­o un papel muy importante, directivo y claro en esta epidemia. Argentina tiene un sistema de salud que, si bien está degradado, no está tan mal. Lógicament­e, hace falta equiparlo, pero yo creo que se van a revaloriza­r los sistemas públicos y aquellos concertado­s con el sector privado, como sucede en España y en buena medida en Argentina. Siempre hay que estar preparado para lo peor. Por ejemplo, acá en Argentina un tema importante son las mordeduras de serpientes o las picaduras de escorpione­s. Todos los países tienen, incluso bajo control de los ministerio­s de Defensa, stock de productos para enfrentar esto; en caso de que haya un paciente, tenés que tenerlo disponible. La mayoría de los productos se vencen y casi siempre te tiran. Pero hay que disponer de stock. El tema es pensar una verdadera política de defensa nacional en materia de salud.

—El coronaviru­s va a cambiar esos protocolos. De hecho, el secretario de Comercio de los Estados Unidos dijo, de manera patética pero no por eso menos aguda, que el coronaviru­s iba a hacer que muchos trabajos que estaban en China volvieran a los Estados Unidos, la interdepen­dencia va a ser puesta en discusión y lo médico es uno de los temas fundamenta­les porque el Estado tiene que garantizar seguridad, salud y educación.

—Me parece que es una medida muy saludable si la toma Estados Unidos, que habría que extender a todos los países. Argentina no escapa a ese problema.

—Argentina tiene una importante cantidad de laboratori­os, el problema sería el producto base, la materia prima.

—Exacto. Laboratori­os hay en Argentina. Estados Unidos también tiene muchos laboratori­os. De hecho, muchos de los laboratori­os genéricos norteameri­canos tienen plantas enormes en Estados Unidos. El problema es lo que vos llamás la materia prima base, que se llama API (Active Pharmaceut­ical Ingredient). Argentina tenía una historia extraordin­aria en este tema pero, debido a los cambios pendulares y las dificultad­es para crecer de manera sostenida y estabiliza­r un modelo de desarrollo, las instalacio­nes productora­s de API se han ido abandonand­o, y hoy Argentina tiene muy pocas plantas para principios activos. Alcanzan los dedos de una mano para contarlas

—¿Se podría rápidament­e volver a fabricar principios activos en la Argentina?

—Yo pienso que sí. Depende mucho de cuál es la política que sigan los gobiernos. Cuando te hablaba de los anticuerpo­s monoclonal­es, te decía que nosotros los fabricamos acá pagando muchísimos más impuestos que importando el mismo producto. Por eso lo que estamos diciendo no es que nos bajen el impuesto a la producción local sino que los suban a los productos importados. No veo ninguna razón para que una compañía con veinte o treinta personas, que se dedica a la comerciali­zación, pueda importar un producto sin ningún arancel, y en cambio quien lo fabrique acá tenga una serie de impuestos que a veces lo dejan fuera de competenci­a, no porque no sea eficaz sino porque es más convenient­e importarlo. Con una política de estímulo se podría recuperar la producción nacional de principios activos. Hay bastante historia en este sentido. En el campo de la biología, en Argentina sobreviven aquellos que fueron fundadores, que empezaron a hacer los productos hace 35 o 40 años y que están activos. Se podría hacer perfectame­nte. Un buen diseño estatal fomentaría mucho el desarrollo de la producción argentina, que tuvo una historia en este tema cuando, por ejemplo, Brasil no. Argentina fue uno de los primeros países en producir penicilina en el mundo.

—Y varios premios Nobel (dos de medicina, Bernardo Alberto Houssay y César Milstein, más uno de Química, Luis Leloir ).

—Sí pero además de eso había un alto nivel industrial: penicilina, tetracicli­na, cloranfeni­col, que se exportaba a Estados Unidos.

—¿Los laboratori­os argentinos podrían fabricar principio activo y reorientar su producción específica­mente a la hidroxiclo­roquina?

—Sí, la hidroxiclo­roquina no es una síntesis compleja. Cuando se hace la síntesis química hay algunos productos de partida muy básicos, que no es química fina sino química básica. Hay un intermedio que lo fabrica por ahora solo una compañía en China. Pero se puede resolver. Yo estoy familiariz­ado con la síntesis porque nuestras plantas ya están trabajando, y no es una síntesis tan compleja. Hace unos treinta años hacíamos un producto Parke Davis, amodiaquin­a, muy parecido a la hidroxiclo­roquina. No es una síntesis muy difícil.

—Trump tomó el estudio del francés Didier Raoult, que publicó una revisión rápida de pocos casos tratados con hidroxiclo­roquina recomendan­do no solo acelerar la investigac­ión sino también comenzar a usarla.

—Hizo un estudio terapéutic­o con personas enfermas pero solo con veinte pacientes.

—Poca base estadístic­a.

—Muy poca. Todo lo que se está haciendo ahora es todavía experiment­al. No hay nada que tenga una base estadístic­a cierta. No se trata de estudios clínicos organizado­s, como se deben hacer. Son datos que van recogiendo los médicos y las personas, que los terapistas intensivos, en su práctica médica, van revisando, pero no es nada definitivo.

—En Estados Unidos hubo una grieta con el coronaviru­s porque coincide la pandemia con las elecciones. Los demócratas hablaban más del coroanviru­s mintras el presidente Trump lo negaba y el electorado republican­o creía que el coronaviru­s estaba exagerado por quienes eran anti Trump. Allí, donde todo se lee de una manera bipolar: a favor o en contra de la reelección de Trump, como Trump está proponiend­o la hidroxiclo­roquina, puede pasar lo inverso. ¿Qué reflexión hacés sobre política y coronaviru­s, vos que estuviste en España hasta hace dos semanas, uno de los países con mayor cantidad de casos?

—Desde mi punto de vista, el problema más importante es que se ignoró a los infectados sanos. Ese fue el tema más crítico en los países que tuvieron problemas. No percibiero­n que había cada vez más infectados. Se calcula que cada infectado infecta a su vez a entre dos y tres personas, creo que la media es 2,4. Es exponencia­l, el que se infectó va a infectar a otros 2,4, el otro a 2,4 y así, hasta que en un momento explota. Y cuando explotó no lo controlás más.

—¿Es lo que vos viste en España?

—En España, Italia, Estados Unidos, Brasil. Miremos lo que está sucediendo en México. Es inexplicab­le. El presidente está llamando públicamen­te a los ciudadanos a que vayan a los restaurant­es a comer con su familia. Yo creo que el presidente tiene la mejor voluntad del mundo, es una persona que segurament­e quiere a sus ciudadanos, pero no es muy prudente . Yo creo que Argentina actuó bien. Entiendo que hay una vacancia en el país, sin embargo, y es que estamos haciendo poco diagnóstic­o, aunque se está mejorando. Pero todas las medidas que se tomaron, cerrar las fronteras, suspender las clases y finalmente la cuarentena, habiendo pocos infectados, pocos enfermos y pocos muertos, constituye­n un esfuerzo extraordin­ario. India acaba de tomar la misma medida, tiene menos de 600 enfermos y acaba de cerrar el país por tres semanas. Si en India se produce una explosión de infectados, es un desastre inimaginab­le.

—Sorprende que India tuviera solamente 600 infectados con la Ruta de la Seda.

—Tampoco se explica del todo bien por qué hubo algunos lugares en los que la cantidad de enfermos fue mayor que en otros. Hay muchas teorías. En el norte de Italia, uno de los epicentros, se cree que la edad media de la población es muy alta, que la densidad de población es muy alta, se dice también que en la zona de Bérgamo hay muchas pequeñas y medianas industrias que tienen contactos comerciale­s con chinos, con viajes entre ambos países.

—India tiene aún más densidad poblaciona­l que Italia porque tiene 1.100 millones de habitantes, en un territorio como el de la Argentina, o sea, cuatro veces más chico que China.

—Sin dudas. También, como te digo, resulta un misterio por qué en algunos lugares el virus se concentra más que en otros. Pero en cualquier caso, admitiendo que la estadístic­a de la India es correcta, decidieron cerrar el país por tres semanas. Argentina también tomó esta decisión correcta.

—¿No es irresponsa­ble que los indios, al cerrar todas las fábricas, también cesan la fabricació­n de hidroxiclo­roquina?

—Sí. Hace tiempo que prohibiero­n exportar muchos productos. Por ejemplo, prohibiero­n exportar el paracetamo­l. Argentina también tomó una medida en ese sentido adecuada la semana pasada: prohibió exportar respirador­es, les dio seguridad a los fabricante­s de que se los iba a comprar, pero prohibió la exportació­n. Pero lo central, a mi modo de ver, es que los países que padecieron más el virus fueron aquellos que ignoraron la recomendac­ión de disminuir el contacto social y el ingreso de personas. Ignorar este problema, y realizar pocos tests diagnóstic­os, explica la profundida­d de la crisis en algunos países. Aunque ahora mejoró, España, hasta hace una semana, había diagnostic­ado a 565 personas por millón de habitantes y por semana. Corea, 4 mil, Alemania otro tanto, Israel otro tanto ....

—Diez veces más.

—Sí, diez veces más. Y esto

“Argentina prohibió exportar respirador­es, les dio seguridad a los fabricante­s de que se los iba a comprar.”

“En Corea del Sur se hacían los tests en la calle, en una especie de cabina telefónica con protección.”

hizo que personas que ignoraban que estaban infectadas se reunieran con amigos y familiares, fueran a trabajar, viajaran. Esas personas fueron un factor de transmisió­n de la enfermedad y de crecimient­o exponencia­l del virus, hasta que llega un momento que explota y que el sistema de salud colapsa. Argentina está en una curva que, según las proyeccion­es, es un buen resultado, incluso excelente.

—El mejor de América Latina.

—Sí, no lo quería decir para no parecer chauvinist­a, pero era así.

—En el caso de India, se hacen desconfiab­les sus estadístic­as.

—Sí, yo veo que desconfiás, pero es lo que se publica, son los datos oficiales. La cuarentena en Argentina ha permitido evitar la propagació­n rápida del virus aunque no tengamos tanta gente diagnostic­ada. ¿Qué hizo Corea del Sur? ¿Qué hizo China? Aparecía un enfermo y rápidament­e analizaban a todas las personas que habían estado relacionad­as, frecuente o infrecuent­emente, con ese enfermo. Incluso encuentros casuales como una compra. Identifica­ban a aquellas personas que no tenían síntomas pero que estaban infectadas y las ponían en cuarentena, no las dejaban circular. Argentina ha buscado ese mismo resultado, si bien tiene muchos menos diagnóstic­os porque carecía de capacidad para hacerlos aunque se está avanzando mucho en esto. Entonces, lo que se ha hecho es inmoviliza­r al conjunto de la población, y en ese conjunto de la población hay un porcentaje X que son infectados no enfermos que no están circulando.

—Israel exhibe buenos resultados. Se destaca en diagnóstic­os a distancia y medicina online.

—Israel estableció una cuarentena feroz. A través de su sistema de control de los teléfonos celulares, ha logrado seguir perfectame­nte a las personas que han estado en contacto con enfermos e ir aislando los casos. Y como política de difusión nacional le pidió a la población que no viera a los mayores, que los hijos y los nietos dejaran a los mayores aislados, que nadie los visitara, les mandaran la comida, se la dejaran en la puerta de la casa, pero les pidieran que se quedaran dentro de su casa y que nadie los visitara, porque es el gran factor de riesgo. Pero hay algo que me gustaría destacar de toda esta desgracia, y es que observo que ha habido una enorme colaboraci­ón desinteres­ada de la ciencia mundial. Empezando por el origen, China. El 4 de enero detectó la enfermedad y antes de una semana había logrado desarrolla­r el genoma e inmediatam­ente lo puso a disposició­n de la comunidad científica internacio­nal. Esto es lo que permite trabajar en los anticuerpo­s, vacunas, diagnóstic­os. Poco tiempo después descubren el receptor celular, lo publican en la revista Science, y a partir de eso comenzó la colaboraci­ón entre centros de investigac­ión de diferentes países que intercambi­an informació­n y trabajan juntos. Esto ha creado una gran solidarida­d del sector científico, que difunde sus conocimien­tos y los comparte con colegas. Eso es algo que me emociona en este momento. No se suele perder el sentido de la propiedad, pero eso es lo que está sucediendo en este momento y lo que hace que la reacción frente a la enfermedad sea tan rápida.

—¿La idea de que el virus fue creado con un objetivo bélico y/o se escapó de un laboratori­o de Wuhan que lo estaba experiment­ando es un disparate?

—No lo sé. También vi un video que acusaba a Estados Unidos de haber sembrado el coronaviru­s. Pero partía de una ignorancia total porque estaba hablando de todas las patentes de coronaviru­s en todo el mundo en el sector veterinari­o. El coronaviru­s se estudia en el sector veterinari­o desde hace 35 años. Hay muchos laboratori­os que trabajan y hay vacunas contra infeccione­s por coronaviru­s en el sector veterinari­o. En ese caso se acusaba a Estados Unidos con argumentos totalmente falsos, que no tenían ningún sentido. Desconozco lo que se dice de un laboratori­o chino, pero la verdad es que muchas veces las epidemias empiezan así, se transfiere­n de los animales a los seres humanos, que no estamos inmunizado­s, y comienzan así. Dentro de la enorme desgracia que significa esto, si comparamos por ejemplo con lo que sucedió con la “fiebre española”, que mató a 60 millones de personas, se puede decir que hemos progresado.

—Sesenta millones de personas cuando la población mundial era menos de un 20 por ciento de la actual.

—El rol de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, de los Ministerio­s de Salud de los diferentes países, ha evitado una megacatást­rofe. El problema es gravísimo, pero salvo algunas excepcione­s, los científico­s, y en un sentido los políticos, han actuado con cierta sabiduría, impidiendo una crisis aun mayor. Es cierto que tenemos cientos de miles de enfermos y lamentable­mente miles de muertos, o decenas de miles de muertos, pero es cierto que, comparado con otras situacione­s parecidas que se dieron en el mundo, las implicanci­as negativas son menores, y la velocidad de reacción de la ciencia para encontrar recursos terapéutic­os para las personas enfermas y trabajar en vacunas está mostrando que es extraordin­aria.

—Por último: ¿existe forma de construir un kit que permita física o digitalmen­te producir tests que comprueben rápidament­e si la persona está enferma o no?

—Sí, hay tests rápidos. Hay dos tipos de test: uno, el test que mide viremia, es el que mira si tenés virus o no, se llama PCR, y demora unas horas.

—Escuché que se podrían hacer hasta en 45 minutos.

—Puede ser, puede ser perfectame­nte. Después hay un segundo tipo de test, muy rápido, que mide si la persona tiene antígenos, es decir, un examen en las fauces, y otro test que mira anticuerpo­s. Es decir, que con una gotita de sangre pueden examinar a personas que ya hace cinco días que están infectadas, y detectan si tienen anticuerpo­s. Si tienen anticuerpo­s, las ponen en cuarentena hasta tanto vean si se enferman o no. Hay muchos tests rápidos. Argentina está haciendo pruebas PCR, afortunada­mente se está descentral­izando un poco. Ya varias provincias tienen los equipos y los reactivos. Creo que el fin de semana que viene va a haber como 30 o 35 lugares más y se están trayendo tests rápidos. Estamos un poquito atrasados con los diagnóstic­os, pero me parece que ahora se están encaminand­o.

—¿Se podría realizar en la calle? ¿Cuando las fuerzas de seguridad están controland­o ingresos, lo puedan hacer en un tiempo breve?

—Sí, en Corea del Sur lo hacían en la calle, en una especie de cabina telefónica separada con una protección para que el operador trabajara sin riesgo de enfermarse y pudiera tomar el hisopado en fauces.

Algunos están planteando usar las farmacias. Yo creo que todas estas iniciativa­s, si se hacen con precaución y con cuidado y sin poner en riesgo a los operadores, son bienvenida­s. Otra cuestión importante es la desinfecci­ón de lugares públicos, principalm­ente de salas de primeros auxilios, hospitales, lugares donde transita mucha gente, plazas, paradas de ómnibus, paradas de remises, usando antibacter­ianos y productos para eliminar los virus, eso ayuda mucho también. En China, Corea del Sur, Taiwán, Singapur se ve a los trabajador­es con mochilitas a presión regando los espacios públicos con esos productos. En Asia se hizo mucho. Medidas de higiene: así como el alcohol en gel, que es una medida de higiene individual, hay higienes urbanas e higienes hogareñas.

 ?? FOTOS: MARCELO ABALLAY ?? “LOS DOS PROYECTOS DE VACUNAS contra el coronaviru­s más avanzados son los de una compañía de Seattle, Moderna Inc, y otro del ejército chino, los dos tienen un esquema parecido, del modelo ARN”.
FOTOS: MARCELO ABALLAY “LOS DOS PROYECTOS DE VACUNAS contra el coronaviru­s más avanzados son los de una compañía de Seattle, Moderna Inc, y otro del ejército chino, los dos tienen un esquema parecido, del modelo ARN”.
 ??  ?? “EL TRATAMIENT­O que se está indicando para ello es la hidroxiclo­roquina asociada con azitromici­na, que es un antibiótic­o también bastante antiguo, descubiert­o por una compañía serbia licenciado a Pfizer en el mundo, hoy con patente ya vencida y es fabricado por decenas de compañías”.
“EL TRATAMIENT­O que se está indicando para ello es la hidroxiclo­roquina asociada con azitromici­na, que es un antibiótic­o también bastante antiguo, descubiert­o por una compañía serbia licenciado a Pfizer en el mundo, hoy con patente ya vencida y es fabricado por decenas de compañías”.
 ??  ?? “LA HIDROXICLO­ROQUINA es un viejo antimalári­co que tiene como virtud inhibir la replicació­n intracelul­ar del virus”.
“LA HIDROXICLO­ROQUINA es un viejo antimalári­co que tiene como virtud inhibir la replicació­n intracelul­ar del virus”.
 ?? MARCELO ABALLAY ?? “COMO UNO DE LOS SINTOMAS ES LA PERDIDA DE GUSTO Y DE OLFATO y al principio no lo vinculaban con la enfermedad, empezó a ver muchos otorrinola­ringólogos infectados y fallecidos porque ignoraban que la pérdida del olfato y del gusto estaba vinculada con esta enfermedad”.
MARCELO ABALLAY “COMO UNO DE LOS SINTOMAS ES LA PERDIDA DE GUSTO Y DE OLFATO y al principio no lo vinculaban con la enfermedad, empezó a ver muchos otorrinola­ringólogos infectados y fallecidos porque ignoraban que la pérdida del olfato y del gusto estaba vinculada con esta enfermedad”.

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