Perfil (Sabado)

La dura pelea de la mujer golpeada que mató a su marido de 185 puñaladas

Paola Córdoba sufrió veinte años de maltrato y en 2019 asesinó a su pareja con la ayuda de su hija. Está libre, y siente que el Estado la abandonó.

- NADIA GALAN

“Pido para que dejen de morir mujeres inocentes y para que los niñitos no se queden sin su mamá”. La frase es de Paola Córdoba (38), la mujer que está acusada, junto a su hija, de matar de 185 puñaladas a su marido, al que habían denunciado en reiteradas ocasiones por violencia de género. A un año del caso, ellas “siguen siendo rehenes de un sistema judicial”, sostuvo su abogado en diálogo con PERFIL. “El fantasma continúa”, describió.

Las mujeres volvieron a vivir en la casa donde ocurrió todo, pero una vez por semana tienen que presentars­e en la fiscalía que investiga el asesinato.

“Paola y Milagros (18) están muy mal anímicamen­te a pesar de que se encuentran en libertad”, describió Andrés López, defensor oficial de ambas mujeres. Tras el crimen ambas permanecie­ron detenidas más de 15 días, hasta que la Cámara de Apelacione­s resolvió que continuara el proceso judicial pero con ellas fuera de prisión.

Paola y Milagros intentan reponerse de la situación que tuvieron que vivir, pero les cuesta rehacer sus vidas con una acusación por homicidio agravado sobre sus espaldas, que podría derivar en una condena a prisión perpetua.

“La persecució­n es terrible, sobre todo porque la fiscalía sigue para adelante con su acusación, sigue buscando pruebas que no sabemos cuáles serían porque ya no hay muchas más pruebas para encontrar. La situación es compleja porque los niños de Paola siguen sin contención psicológic­a por parte del Estado, a pesar de todo lo que vivieron. Ellas continúan imputadas y esperando a ver cuál será la resolución de la fiscalía, es decir, si va a elevar la causa a juicio o no. Siguen siendo rehenes de un sistema judicial que sigue victimizán­dolas, porque en definitiva son víctimas del sistema”, apuntó López.

A Paola y a Milagros les resulta difícil hablar de lo que pasó. Ellas tienen asistencia psicológic­a, que les proporcion­ó su abogado, pero continúan acusadas por el crimen de Alberto Naiaretti (64), por eso “el fantasma” de lo sucedido no las libera aunque ya no estén encerradas en un calabozo.

El letrado que las representa entiende que no podrán reiniciar sus vidas hasta que la Justicia resuelva si eleva la causa a juicio o finalmente considera que se defendiero­n y actuaron en el marco de años de violencia y vulnerabil­idad. Por lo pronto, todos los miércoles deben presentars­e en la fiscalía y cumplir con esa normativa para estar a derecho.

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Marchar. Por primera vez, Paola y Milagros participar­on de la marcha por el Día Internacio­nal de la Mujer y todo fue angustia para ellas. “Marchamos para pedir justicia para todas las mujeres que ya no están y por las que estamos”, dijo en un audio que su abogado le hizo llegar a PERFIL.

“Yo especialme­nte lo hago por mi hija y mis tres hijos para que esto deje de pasar, y para que las personas que realmente nos tienen que ayudar hagan su trabajo y dejen de morir mujeres inocentes y tantos niñitos queden sin sus mamás”. La angustia de Paola se vislumbrab­a en cada una de sus palabras. No puede seguir hablando porque el llanto la invade. Abrazada a su abogado caminó por las calles porteñas para visibiliza­r su caso.

Hoy madre e hija están resguardad­as en la misma casa de José C. Paz donde vivieron un calvario (ver aparte). Hacía más de veinte años que Paola convivía con Naiaretti, con quien tuvo cuatro hijos. Ella había realizado siete denuncias por maltrato y violencia intrafamil­iar. Según el relato de la mujer, las víctimas eran tanto ella como sus hijos. El la obligaba a prostituir­se, la maltrataba y golpeaba frente a los cuatro hijos, contaron en

reiteradas ocasiones las hermanas de Paola, que se pusieron al frente de las campañas para que las excarcelar­an.

El miércoles último se cumplió un año desde que Paola recuperó la libertad, Milagros había conseguido ese beneficio cuatro días antes, luego de que la Cámara de Apelacione­s de San Martín considerar­a que tanto la imputada como su familia se encontraba­n “sometidas a una sistemátic­a violencia de toda índole”. La fiscal del caso, Silvia González Bazzan, se había opuesto.

“Ha quedado evidenciad­o a mi entender que no solo la imputada se encontraba sometida a una sistemátic­a violencia de toda índole por parte de su esposo, sino que todo el grupo familiar padecía la irascibili­dad de la víctima de estos actuados”, explicó en su voto el juez Carlos Hermelo, de la Sala I de la Cámara de Apelacione­s de San Martín.

Hoy Paola y Milagros siguen juntas y abrazadas como el día en que recuperaro­n la libertad, pero ahora esperando que la acusación concluya y la fiscalía no eleve la causa a juicio.

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 ?? CEDOC PERFIL ?? CALVARIO. Paola (der.) y Milagros (izq.) estuvieron 15 días presas. La Justicia todavía no resolvió si actuaron en legítima defensa. Juntas (arriba) participar­on de la última marcha del 8M.
CEDOC PERFIL CALVARIO. Paola (der.) y Milagros (izq.) estuvieron 15 días presas. La Justicia todavía no resolvió si actuaron en legítima defensa. Juntas (arriba) participar­on de la última marcha del 8M.

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