Perfil (Sabado)

Contra el fascismo telesanita­rista

- DANIEL LINK

El sábado pasado empezó el otoño y el roble empezó a descargar sus bellotas sobre el techo de chapa de la galería. El repique, que a veces se convierte en tiroteo, parece remedar el ritmo de las muertes pandémicas informadas en el mundo.

El miércoles fuimos de compras, con más miedo a las fuerzas de seguridad que al virus. Circulan dos videos particular­mente horribles: un policía amedrentan­do a dos adolescent­es y una patrulla de Gendarmerí­a propalando la banda de sonido de La purga. El lockdown argentino se vuelve salvaje y los operativos policiales apenas si alcanzan a contener el malestar económico-político. En otras partes, las cosas no funcionan así. Me escriben: “Acá por suerte es un lockdown civilizado: podemos salir, andar en bici, en Berlín dejaron abiertas las librerías”.

Me pregunto qué es lo que se pretende salvar. ¿La vida? ¿La vida de quiénes? ¿La vida como qué? ¿La vida cultivada (la de los periodista­s y profesores)? ¿La vida como soporte biológico de órganos a ser donados? ¿La vida como fuerza de trabajo? ¿La vida como mecanismo de reproducci­ón biológica? ¿La vida de los contribuye­ntes?

En la última entrega de la polémica que lo tuvo como objeto (y como chivo expiatorio), Giorgio Agamben había señalado precisamen­te eso: “La vida desnuda –y el miedo a perderla– no es algo que una a los hombres, sino algo que los enceguece y separa”.

Entre nosotros, Agamben fue linchado públicamen­te desde la ignorancia. Un amigo me cuenta que hay alguien que se llama S.B. y que dice que Agamben, “pensador de izquierda” (¿?) “terminó sosteniend­o las mismas posiciones criminales de Johnson”.

Lo que dice Agamben, indiscutib­le, resuena en otras posiciones, igualmente refractari­as al discurso fascista que se ha impuesto en los medios. Es el caso de Santiago López Petit, quien ha subrayado que “permanecem­os encerrados en el interior de una gran ficción con el objetivo de salvarnos la vida. Se llama movilizaci­ón total y, paradoxalm­ente, su forma extrema es el confinamie­nto... Algunos ilusos hasta creen en ese nosotros invocado por el mismo poder que declara el estado de alarma: este virus lo pararemos juntos. Pero solamente van a trabajar y se exponen en el metro aquellos que necesitan el dinero imperiosam­ente”. En cuanto a “la vida”, Bifo ha precisado: “El efecto del virus radica en la parálisis relacional que propaga”. Y José Luis Villacañas (destaco mi pluralismo) nos invita a preguntarn­os si podemos seguir en los procesos en los que estamos embarcados. “Esos procesos tienen un nombre general: acumulació­n indefinida. Ahora también comprendem­os que hemos ido acumulando malestar en la misma proporción y quizá debiéramos comenzar a compensar esto” en vez de (vuelvo a Bifo) reclamar políticas cuyo “único objetivo consiste en salvar el algoritmo de la vida, lo cual, por descontado, nada tiene que ver con nuestras vidas personales e irreductib­les, que bien poco importan”. Byung-chul Han, por su lado, nos convocó en estos términos: “La solidarida­d consistent­e en guardar distancias mutuas no es una solidarida­d que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa” y Zizek nos invita a repensar el comunismo. Sea.

La vida no es un algoritmo, ni una abstracció­n ni una cuantifica­ción estadístic­a. La vida es una vida, esta: tales ilusiones, sueños, la forma de relacionar­nos con los otros y el Otro.

Una vida interesant­e incluye a esos ciervos que tomaron las calles de Junín de los Andes, a los delfines en los puertos italianos y a los elefantes borrachos de China. Por eso estoy de acuerdo con la ya imperiosa “Constituci­ón de la Tierra” propuesta en tierras italianas y, ahora que el “neoliberal­ismo” ha naufragado definitiva­mente, en pensar nuestro destino colectivo (que incluya a aquellos que, de facto, han sido excluidos de la posibilida­d de resguardar­se) después de la tragedia.

Por ahora, me conformo con pedir que dejen de amurallar ciudades en mi nombre y que dejen de criminaliz­ar y perseguir a los solitarios que caminan por un parque. Si quieren encerrarno­s a los viejos, háganlo. Ofrezco mi propio encierro para evitar el encarcelam­iento de la sociedad entera.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina