Perfil (Sabado)

El furor que redefinió la cultura cotidiana

- JUAN MANUEL DOMÍNGUEZ

La primera clave a entender es que si bien comparten el aire y el oído, esa famosa leyenda del “programa de radio grabado” bajo la cual el podcast ha sido definida una y otra vez no es tal. Sebastián De Caro lo deja en claro cuando presenta su nuevo programa radial, Un mundo mejor (Radio Si, FM 91.1), y es alguien que posee vasto historial en ambos medios, sea la radio o los podcasts: “Yo creo que me siento distinto cuando hago el programa todos los días que cuando hago un podcast. Yo estoy en vivo y la gente que me escucha lo sabe. Y eso es inimitable. No siento ni pienso igual cuando hago un podcast. Un podcast en alguna medida tiene otra misión, otro tempo y otro color. Esto está en vivo. Y transcurre en el mismo día que se está dando la coyuntura, y aunque sea por omisión, eso está impregnado en el programa”. Así, el podcast como mezcla extraña entre algo suspendido en el tiempo, casi una biblioteca de audios donde todo (pero todo, eh, entra) y algunos nervios, es decir, algunos podcasts, más centrados en la actualidad. Pero la era del streaming comparte con el mundo del podcast la especifici­dad como valor concreto, es decir, la audiencia construida desde el nicho puntual, que antes carecía de un objeto que lo aunara.

En América Latina el 39% de los oyentes tienen entre 25 y 35 años (un 28% tiene entre 25 y 45 años). Y lo cierto es que, a pesar de pequeños imperios, como podrían ser, por supuesto, Posta, la primera productora nacional del medio, es ese aire a medio alternativ­o y democracia

Hay muchos tópicos en el medio: desde videojuego­s hasta cocina, desde arte hasta comedia

de contenidos no regulados por el mercado lo que reina, domina y, claro, vende. Por supuesto, los grandes medios lo sumaron a su oferta: PERFIL, por ejemplo, posee una variedad disponible en diferentes medios (donde se destacan las entrevista­s de Jorge Fontevecch­ia). Lo cierto es que el podcast ha devenido un medio abrazado por toda la industria del streaming de audio (desde la pionera Apple hasta la inversión de Spotify del pasado año). Los podcasts se han convertido también en otra cosa, quizás menos concreta: son el perfecto espejo de época de todo lo que la cultura mainstream ignora, incluso cuando esa misma cultura es un tema y motor de charla. Por ejemplo, los podcasts sobre Game of Thrones, sea Hodor Hodor Hodor o el oficial de HBO, comprimen la ansiedad de época a) por la serie, b) por hablar de la serie más de lo que las redes sociales permiten, c) por leer más de la serie, bah, oír, sin llegar al texto largo sino a un lenguaje, digamos, sencillo de copiar (o usar como argumento en la próxima charla, o como mera fuente de conocimien­to), y d) por ser parte del fenómenos, por sentirse una esquirla así sea de charlas sobre coronaviru­s, Jon Snow, la moda de las hamburgues­as, la forma de pensar de una celebridad, deporte y así la lista cuasiinfin­ita. Así las cosas, los podcasts de series o films, sea Marvel o Friends, sea series de HBO o films de culto, ocupan un 41,5 % del total de las escuchas. Pero una industria que mueve 900 millones de dólares en Estados Unidos, y donde todas las empresas, de Microsoft a Disney, quieren un lugar, tiene una oferta vasta y que puede servir para pasar mejor estos días.

Los podcasts se han convertido en un medio que nació como herejía respecto de la radio y con anzuelo para pequeños temas específico­s y sus fans. Hoy es gigante, una industria de casi mil millones de dólares y un universo paralelo de saberes alternativ­os, entrevista­s fuera de norma y fanatismos varios.

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