“Contamos cosas que había que poner sobre la mesa”
La actriz que interpreta a Rebeka en Elite celebra la segunda temporada del popular show de Netflix. Describe el vínculo con su personaje y el fenómeno generado por el show.
“Al comienzo de las grabaciones me llevaba bastante mal con Rebeka. Me costaba su modo de ser.”
Rebeka es un personaje de la serie Elite, y, vale decirlo, es aquel que ha cultivado más seguidores que ningún otro en este melodrama estudiantil que sabe oscilar entre el género y cuestiones más filosas, más políticas y complejas, que una tira habitual que solo quiere cautivar a los sub 21. Antes que nada Elite es provocadora, a muchos niveles, y Claudia Salas, la actriz española que interpreta a Rebeka desde la segunda temporada y que vuelve en esta tercera, lo sabe y hasta lo disfruta. Es más, su personaje ha sido comparado con Nairobi de La casa de papel: así de popular. Pero ella prefiere describirla de otra forma: “Yo creo que Rebeka es un secreto a voces: por más que parezca segura es muy insegura. Y lo oculta en su descaro, su hermoso y adorable descaro, y sí dice las cosas de verdad, pero sabemos que hay un punto donde le afecta lo que dicen de ella”.
—¿Qué es lo que representa la serie que ha funcionado tan bien a la hora de su repercusión, incluso más allá de su público ideal?
—Creo que Elite ha sido un éxito, y ojalá sea así por mucho tiempo. Creo que ha funcionado muy bien porque se están contando cosas que eran necesarias, porque se pusieron encima de la mesa temas sin ganas de adoctrinar a nadie y sí con ganas de generar debate. Con eso se consiguen muchas cosas. El racismo, la religión, la homofobia, la lucha de clases, la lucha de género: todo genera un efecto maratón de temas, pero la serie nunca olvida lo que quiere hacer. —¿Qué generó eso? ¿Por qué lograron dar en esa tecla como equipo?
—Principalmente por el proceso de ensayos que hemos tenido antes del comienzo de las grabaciones. Creo que fue muy importante para una serie con adolescentes lograr que nosotros, los actores, tengamos un tiempo previo de rodaje para poder conocernos como actores y ¿por qué no? como personajes. En este tipo de ficciones necesitás una dinámica en el aire, de trabajo en equipo, y te sirve hasta si no compartís plano con otros personajes. De hecho, te sirve para crear esa electricidad que está en el aire. Eso le agrega más nervio y vínculos a esta estructura, este esqueleto, y le da una energía distinta.
—¿Cómo interpretás a un personaje como Rebeka y cómo lo cuidás para que no sea en extremo desagradable o una caricatura?
—Es interesante. La relación que hemos tenido Rebeka y yo ha sido de todo menos estable, digamos. Cuando me dieron el personaje empecé a construirlo, a ver cómo caminaba, cómo hablaba, cómo salía del estereotipo y cómo pequeños detalles, que hacen a su vitalidad y su energía, la conforman. En ese comienzo empecé a llevarme bastante mal con ella. No la odiaba, pero tenía un conflicto jodido. No me caía bien y no podía evitarlo. Y con el paso del tiempo empecé a entenderla, por esa energía, porque era así. Siempre me preguntan si sería amiga de ella. Al principio decía que no y ahora creo que me gustaría ser su hermana pequeña, para que me ayudara en los momentos de duda y en los tramos existenciales que sufrimos. Hoy la quiero mucho y me emociono cuando hablo de ello.