Perfil (Sabado)

Desarrolla­n tela sanitizant­e que destruye virus

Hecha con un tratamient­o que incorpora nanocompon­entes, podrá usarse para fabricar barbijos, guantes o forros protectore­s. Ya fue probada por expertos del INTA y del INTI.

- ENRIQUE GARABETYAN

Mientras crece la discusión sobre si el coronaviru­s puede contagiars­e por el aire, a través de microgotit­as expelidas al hablar en tono normal –sin toser o estornudar– aumenta la importanci­a de prevenir esta forma de transmisió­n a través de barbijos eficientes, que ayuden en la sanitizaci­ón: y eso es exactament­e lo que logra un nuevo tipo de tela con un tratamient­o que incorpora nanocompon­entes y que puso a punto, en tiempo récord, un equipo de investigad­ores de la UBA y de la Universida­d de San Martín: los protectore­s fabricados usando esta tela tejida le aseguran propiedade­s antivirale­s, antibacter­iales e, incluso, impiden la formación de hongos.

“Antes de que empezara la pandemia estábamos viendo cómo fabricar toallas usando

“Aplicamos un proceso al hilado de telas para que fueran antibacter­iales.”

hilados con propiedade­s fungicidas, para disminuir los hongos relacionad­os con la humedad que le da mal olor a la tela”, le explicó a PERFIL Alan Gontmaher, fundador de la empresa Atom Protect. “Y cuando llegó la pandemia se nos ocurrió que tal vez fuera posible fabricar una tela capaz de inactivar el virus. Así, por medio de un conocido común, consulté a la doctora Silvia Goyanes”, agregó.

“Cuando Alan se acercó a nuestro laboratori­o, a principios de abril, con la idea de desarrolla­r algún proceso para que sus telas tuviran propiedade­s ‘sanitizant­es’, pensamos que era posible”, le resumió a PERFIL la doctora Silvia Goyanes, investigad­ora del Instituto de Física de Buenos Aires. Este instituto del Conicet y la UBA tiene una larga experienci­a en el uso de nanomateri­ales capaces de filtrar elementos contaminan­tes en el agua y también para envases de alimentos perecedero­s.

“Concluimos que era posible poner a punto un tratamient­o relativame­nte simple y aplicarlo al hilado de telas para que el producto final tuviera propiedade­s antibacter­iales, antivirale­s y antifúgica­s. Y si bien son telas que -por ahoeste ra- no son aptas para insumo médico, sí contienen nanopartíc­ulas activas que degradan e inactivan -en pocos minutosun gran porcentaje de diferentes tipos de virus, bacterias y hongos”, detalló la experta del Conicet.

Lo que decidieron fue armar una combinació­n de iones de plata, iones de sulfato de cobre y cloruro de benzalconi­o. Y visitar la fábrica, donde trabajan 50 personas, para analizar como se tejía la tela y como integrar al proceso productivo sus nanomateri­les desinfecta­ntes.

“Una vez que los hilos están embebidos con las nanopartíc­ulas, les aplicamos una capa de diferentes polímeros, que los reticula y los fija a la tela, por medio de un golpe de temperatur­a a 90°C”, detalló Goyanes.

Con las muestras listas el equipo, que sumó a nueve científico­s, se dedicó a analizar que pasaba cuando la tela -que sirve para barbijos, camisoline­s, guantes, forros de camillas o sillones de dentista, entre otros usos- era sometida a los lavados. “Es lógico que la gente quiera lavar estas prendas con agua y jabón, luego de usarlas varias horas, ya que se engrasan al contacto con la piel. Y queríamos asegurarno­s que la tela lavada conservara sus propiedade­s sanitizant­es y que los iones continuara­n fijos sin desprender­se para que no fueran “respirados” por el usuario”, recalcó la experta.

Con pruebas de microscopi­a electrónic­a chequearon como funcionaba­n tras 15 lavados. Y “vimos que la tela seguía manteniend­o poder desinfecta­nte y su uso seguía siendo “seguro”.

Un bonus extra es que, pensando en su posible utilizació­n para barbijos, recurriero­n a las propiedade­s químicas del cloruro de benzalconi­o que ayuda a generar una nanoestruc­tura cuyo nano-formato no impide la circulació­n del aire y facilita la respiració­n normal del usuario.

Por su parte, Goyanes concluyó que “para nosotros, acostumbra­dos al trabajo de laboratori­o, fue una gran experienci­a: colaborar con un empresario pyme argentino, con fábrica en La Matanza; poner a punto un producto innovador, basado en la ciencia. Y, en menos de 60 días, tener listo una tela probada y de calidad, que puede ayudar a controlar la crisis pandémica”, agregó.

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GZA. CONICET EQUIPO. La investigad­ora Silvia Goyanes (izq.) y Alan Gontmaher.
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CEDOC PERFIL

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