Perfil (Sabado)

Un país rico, de gente pobre

- FELIPE FRYDMAN* *Diplomátic­o.

El reportaje de Jeffrey Sachs el sábado pasado merece una atenta lectura por su larga relación con la Argentina y sus estrechos vínculos con el Vaticano donde participó de la redacción de Laudato Si y las Naciones Unidas en temas relacionad­os con la Agenda del Desarrollo Sustentabl­e. Las respuestas contienen múltiples elogios al Ministro Guzmán calificado como técnico y al método de renegociac­ión de la deuda externa. Pero también incluyen referencia­s al Gobierno de Macri y como sorpresa una fuerte crítica al gradualism­o como plan de largo plazo para reducir el déficit fiscal coincidien­do con los economista­s ortodoxos. Con sus palabras dice “estuvo bien en general pero no se movió lo suficiente­mente rápido en materia de consolidac­ión fiscal”.

Como sino bastaran sus afirmacion­es anteriores, Sachs agrega que “políticas con infraccion­es menores como las de Mauricio Macri se convierten en crisis mayores de una manera en la que no ocurriría en casi ningún otro lugar del mundo”. La apreciació­n sobre la lentitud para reducir el déficit fiscal al igual que la recurrenci­a al FMI para continuar financiand­o el desequilib­rio fue parte de la crisis porque alentó la desconfian­za y la cerrada oposición al organismo que ahora bajo las mismas circunstan­cias extremas y con iguales actores merece una apreciació­n elogiosa.

Sachs sostiene que las continuas crisis constituye­n un freno para enfocarse en temas de mayor profundida­d que requieren al menos una década para dar resultados como el aumento de la productivi­dad y la aplicación de ciencia y tecnología que permitan un cambio en la estructura productiva.

Al igual que lo hicieran los economista­s que acompañaro­n a Macri efectúa una comparació­n con Australia para elogiar su diversific­ación aun contando con recursos agrícolas similares a la Argentina. Con un tono sarcástico agrega que América Latina es la región de abogados, novelistas, dramaturgo­s y siquiatras mientras Asia es la de ingenieros. En América Latina se habla de cultura, política y sociedad pero pocas veces de tecnología.

En esa misma línea, se podría coincidir que mientras en la Argentina el Gobierno convoca a filósofos admiradore­s de Laclau y Zizek para pronostica­r la sociedad superadora del neoliberal­ismo, en Asia se aprovechan las condicione­s para resolver los problemas de atraso y pobreza con resultados alentadore­s.

En el centro de la argumentac­ión de Sachs para explicar las sucesivas crisis en la Argentina está el apetito por cubrir el déficit fiscal con endeudamie­nto, lo que termina siendo una “maldición a largo plazo” y perpetúa la dependenci­a económica y política. La clave del asesor del Papa Francisco está en poner los balances a cero, lo cual resulta imposible en un contexto de guerra política como la contemplad­a en el período 2016/19 donde prevaleció el control del poder y no las necesidade­s macroeconó­micas.

Si bien Sachs se refiere a Donald Trump cuando dice que “los políticos no escuchan. No están capacitado­s. Son gente que piensa a corto plazo en el caso de que piensen”, también podría aplicarse a la situación argentina donde aún en condicione­s extremas se prioriza la confrontac­ión como una forma de consolidar la base de sostén siempre dispuesta a agitar banderas sectarias como una forma de destacarse camino al podio.

Las visiones del exterior aun en el caso de una personalid­ad comprometi­da como la de Jeffrey Sachs colaboran a entender mejor la situación nacional por estar despojada de intereses inmediatos. La Argentina al igual que América Latina viene retrocedie­ndo en el escenario mundial desde la emergencia de Asia como alternativ­a para las inversione­s en los nuevos sectores. Muchos abogados y muchos filósofos hacen de la Argentina un país placentero para discutir el futuro después del COVID pero no ayudan en nada para frenar la caída libre en el tobogán de la historia.

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