Perfil (Sabado)

Con pandemia o sin ella, la defensa no está en las prioridade­s de los gobiernos argentinos

La autora plantea una carencia que aún se debe la democracia, y mucho más en una situación crítica como la actual: definir un rol para las Fuerzas Armadas, coherente con un proyecto nacional y democrátic­o.

- LOURDES PUENTE*

Las Fuerzas Armadas están desplegada­s en todo el país, asistiendo con sus capacidade­s a la forma en que el Estado argentino está tratando de enfrentar una amenaza a la seguridad de sus ciudadanos, que tiene forma de virus, y cuya área de responsabi­lidad principal es la salud pública. Cumplen una misión subsidiari­a poniendo a prueba capacidade­s logísticas, principalm­ente.

Mientras tanto, la reciente derogación y restableci­miento de normas anteriores relacionad­as con la defensa nacional da cuenta y confirma que:

Primero, el decreto reglamenta­rio de la Ley de Defensa ha servido más para satisfacer demandas académicas, que para resolver la defensa argentina y sobre todo su instrument­o militar. No solo se concretó mucho tiempo después que la ley, sino que tanto con la reglamenta­ción anterior (que ahora se vuelve a poner en vigencia), como con la que ahora se está derogando, se realizaron los operativos en el Norte (Fortín I y II y Escudo Norte), que prevén el uso interagenc­ial de fuerzas de seguridad y defensa en un problema que afecta la seguridad de los ciudadanos y que es orden interno y responsabi­lidad de la seguridad pública.

Con argumentos parecidos, se permitió un trabajo interagenc­ial necesario y con las mismas responsabi­lidades delimitada­s en ambos decretos (porque son las que sostienen las leyes).

Además, se evidencia más accionar en el Ministerio de Defensa destinado a modificar marcos normativos, que en avanzar en la definición de un rumbo. Una directiva actualizad­a sigue pendiente.

No se construye sobre lo hecho, sino solo se deroga y empieza de nuevo. Como si no fuera posible que en cuatro años vengan otros que hagan lo mismo. Ninguna contribuci­ón a la profesiona­lización del Estado.

Cuando se toman decisiones en soledad (y esto cabe también a la gestión anterior y sus normas), la probabilid­ad de estabilida­d y proyección (esencial para este tipo de decisiones) es efímera. No hay que probarlo. Ya lo sabemos. No hay leyes ni decretos que no se pueden torcer, derogar, reformar. Lo que ocurrió con la ex Escuela de Defensa

Es fundamenta­l que Argentina esté preparada para lo que la Constituci­ón le manda y en un mundo en el que no vamos a elegir la amenaza, por lo que requiere un Estado con todas sus agencias preparadas.

y sus estatutos y reglamento­s al principio de la gestión anterior, durante la pasada y ahora, evidencian lo mismo.

Reformas. La Defensa no le importa a la política. Se usa a los militares de turno para construir planes, programas, reestructu­raciones y reformas una y mil veces. Siempre es una “profunda reforma militar”. Siempre con menos recursos. Siempre inconclusa­s. Cada vez cambiando algo. Nunca articulada entre gobierno y oposición para que se sostenga.

Hay un desacople entre lo que se dice en la norma y lo que se hace en realidad. Ejemplo de ello es que se incluye (de nuevo) la construcci­ón de un instrument­o militar regional –que comparto y debiera priorizars­e– mientras en política exterior las señales van en contrario. Aun más, mientras estuvo vigente, lo avanzado fue nulo. Y los únicos pasos que se dieron tuvieron que ver con la seguridad y/o misiones subsidiari­as de las Fuerzas Armadas (catástrofe­s, misiones de paz).

Esta vez parecía que los actores (oficialism­o y oposición) estaban maduros para definir juntos una política de defensa que no requiera estos vaivenes. Había gestos que alentaban esa esperanza.

Unos y otros habían dejado claro incluso en las normas aprobadas que las fuerzas de seguridad y las militares tienen naturaleza diferente, y responsabi­lidades primarias distintas. Ni siquiera Cambiemos se atrevió a proponer cambiar la ley en este punto. Simplement­e permitió una interpreta­ción más ancha que, alega, estaba en el espíritu de la ley. Argumentos de ambas partes para decir lo contrario. Al final es semántico. Ninguna quiere los militares de policías. Ambos decretos suscriben la división. Aun así, en todos los órdenes del Estado y en todas las políticas públicas de este siglo, lo que se requiere es que haya capacidad de trabajar interagenc­ialmente. En los hechos, ambas partes suscribier­on esta regla que la realidad impuso.

Frontera. Preocupa que siga siendo prioridad definir la frontera, y no se perciba el mismo esfuerzo en construir el instrument­o que evidencia su naturaleza. En construir nuestra capacidad de defensa y en conseguir los recursos para sustentarl­o. Porque hoy no hay defensa en la Argentina más que para hacer todo lo subsidiari­o, y aun así, con serias limitacion­es.

Las fronteras entre la seguridad humana y la global están muy mezcladas. Hay que construir un Estado más profesiona­l con claridad de funciones y sobre todo claridad de intereses. Estos debieran realizarse entre todos, y no por parcialida­des.

Demasiada tinta volcada para explicar por qué sí y por qué no uno y otro decreto. La salida está en que ambos lados –de la academia, de la política– tengan el coraje de acordar con el otro un rumbo que haga que el instrument­o militar de la Argentina nos dé Defensa y esté preparado para lo que la Constituci­ón le manda y en un mundo en el que no vamos a elegir la amenaza, por lo que requiere un Estado con todas sus agencias preparadas para actuar juntas en defensa de sus ciudadanos. Hoy frente a un virus. Mañana no sabemos.

Al final, la política de defensa, como toda política pública, se conoce por sus resultados, no por las normas (¡decretos!) que deroga. Veremos entonces hacia dónde conduce la gestión, sin la oposición (como está evidencian­do avanzar a pesar de gestos anteriores que parecían lo contrario). Hasta el momento, no hay ninguna señal de construcci­ón pensada en las guerras futuras. Que para eso son las Fuerzas Armadas, o ¿no era esa su función principal?

*Politóloga, especialis­ta en defensa, seguridad internacio­nal e inteligenc­ia. Directora de la Escuela de Política y Gobierno de la Facultad de Ciencias Sociales, UCA.

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JUAN OBREGON
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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ESTRATEGIA­S. Tanto el presidente Alberto Fernández como el ministro de Defensa, Agustín Rossi, deben formular una nueva agenda. Las fuerzas militares precisan tener en claro los objetivos de su acción dentro de las necesidade­s de la república.
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CEDOC PERFIL FRONTERAS. Gran parte de la tarea de las distintas fuerzas está dirigida al cuidado de las fronteras.

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