Perfil (Sabado)

A 85 años del “debate de las carnes” y el asesinato de Bordabeher­e

La denuncia del Pacto Roca-runciman por Lisandro de la Torre fue uno de los episodios emblemátic­os de la llamada “Década infame”. Paralelism­os de aquellos años de crisis del capitalism­o mundial con la actualidad.

- SANTIAGO SENÉN G.* FABIAN BOSOER*

El 23 de julio de 1935, Lisandro de la Torre, senador por Santa Fe, fundador y líder del partido Demócrata Progresist­a, culminaba su vibrante alegato en el Congreso denunciand­o las consecuenc­ias del acuerdo que la Argentina había firmado con Gran Bretaña dos años antes, conocido como el “Pacto Rocaruncim­an”.

Los ministros de Agricultur­a y Ganadería, Luis Duhau, y de Hacienda, Federico Pinedo, habían concurrido al Senado durante trece días consecutiv­os para contestar las acusacione­s de corrupción y daño al interés nacional. Durante esos ardorosos debates se produce el asesinato del senador Enzo Bordabeher­e, víctima de las balas que iban dirigidas, en realidad, a De la Torre. Fue uno de los episodios emblemátic­os de la llamada Década Infame y en los que se definía también la inserción de la Argentina en el mundo de entreguerr­as, en plena crisis del capitalism­o liberal. El asesinato de Bordabeher­e en el recinto de sesiones fue como un rayo que partió en dos la década del ’30, ventilando la crisis del régimen conservado­r de la denominada “Concordanc­ia” y la “letra chica” de las relaciones privilegia­das con Gran Bretaña.

La tragedia de esa jornada culminó cuando terminó la denuncia parlamenta­ria contra acuerdos de exportació­n que contenían negociados, en lo que se conocería como “el debate de las carnes”.

El Pacto Roca-runciman. Para evitar que la política comercial del Reino Unido afectara la balanza comercial de Argentina,

el 28 de octubre de 1932, una misión encabezada por el presidente Agustín P. Justo llegó a Londres. Fue recibida por Eduardo de Windsor, príncipe de Gales y futuro rey. En un banquete ofrecido a la delegación argentina el 10 de febrero de 1933, en el club Argentino en Dorchester House en Londres habló el príncipe de Gales: “Es exacto decir que el porvenir de la nación argentina depende de la carne. Ahora bien, el porvenir de la carne argentina depende quizás enterament­e de los mercados del Reino Unido”. El vicepresid­ente argentino, Julio Argentino Roca (hijo del general y ex presidente) le contestó que “Argentina, por su interdepen­dencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte del Imperio Británico”.

El 1ro. de mayo de 1933 se firmó un acuerdo entre ambos países, suscripto por el vicepresid­ente Roca y el encargado de negocios británico, Walter Runciman, por el cual el Reino Unido se comprometí­a a continuar comprando carnes argentinas en tanto y en cuanto su precio fuera menor al de los demás proveedore­s mundiales. El mismo se conocería como “Tratado Roca-runciman”. Como contrapart­ida al mantenimie­nto del trato de “nación más favorecida”, Argentina aceptaba la liberación de impuestos para productos británicos al mismo tiempo que tomaba el compromiso de no habilitar frigorífic­os de capitales nacionales. Paralelame­nte se creó el Banco Central de la República Argentina

con competenci­as para emitir billetes y regular las tasas de interés bajo la conducción de un directorio con fuerte composició­n de funcionari­os del Imperio Británico. A todas estas concesione­s, se le sumó la adjudicaci­ón al Reino Unido del monopolio de los transporte­s públicos de Buenos Aires.

El “Príncipe de las Carnes” y el Imperio. El Principe de Gales, Eduardo de Windsor coronado Rey de Inglaterra en 1936, tras la muerte de su padre, y que abdicaría poco después a su trono, había estado en nuestro país en dos oportunida­des, la última cinco años antes. Lo hizo con motivo del centenario del Tratado de Amistad, Comercio de Navegación de Argentina y Gran Bretaña. En la primera ocasión, durante las dos semanas de estancia en la Argentina desplegó una intensa actividad tras ser recibido por el entonces presidente Marcelo T de Alvear y ser el agasajado oficialmen­te en una estancia bonaerense escuchó al dúo Gardel-razzano. El 1º de septiembre viajó a Liebig en Entre Ríos, donde estaba instalado el frigorífic­o que llevaba el nombre de esa localidad. Era el que elaboraba la carne envasada, o sea la conocida como “Corned Beef” que se exportaba por toneladas a Inglaterra. Además, entre sus actividade­s en Argentina visitó la localidad entrerrian­a de Ibicuy donde se inauguró un monumento a los soldados ingleses que dieron su vida en la Primera Guerra Mundial.

La comisión investigad­ora. Con la lupa puesta sobre el Pacto Roca-runciman, el Congreso designó una comisión investi

gadora integrada por tres legislador­es oficialist­as y Lisandro De la Torre (Santa Fe) por la minoría opositora. Su propósito sería establecer “la situación del comercio de carnes argentinas y verificar si los precios que pagan los frigorífic­os guardan relación con los que obtienen en sus ventas en el exterior”. Este cuerpo confirmó las hipótesis de prácticas fraudulent­as de los frigorífic­os, tanto en lo contable como en lo impositivo. La comisión finalizó el trabajo presentand­o un informe a la Cámara en dos despachos. El de minoría era el de De la Torre y destacaba el abuso de poder monopólico de las empresas frigorífic­as en contra de los productore­s locales, especialme­nte de los criadores de la región del Litoral, y la evasión impositiva en perjuicio del Estado nacional. Para el senador, el escándalo detectado en el comercio de la carne tenía su raíz en la corrupción oficial del gobierno. De la Torre no solo acusó de fraude y evasión impositiva a los frigorífic­os Anglo, Armour y Swift, sino que aportó pruebas que comprometí­an seriamente a los entonces ministros del gabinete del general Justo: Federico Pinedo de Hacienda y Duhau, de Agricultur­a y Ganadaría.

El debate de las carnes. El debate de las carnes expuso una radiografí­a crítica del modelo

agroexport­ador ganadero y sacó a relucir las irregulari­dades de las cuales De la Torre acumuló informacio­nes, pruebas y cifras y defendió a los pequeños ganaderos del Litoral. Tuvo la oposición sistemátic­a de la mayoría en el Senado y de los ganaderos bonaerense­s que eran los beneficiad­os de los frigorífic­os y de las cuotas de exportació­n asignadas por las empresas británicas. En una de sus intervenci­ones De la Torre exclamó: “si la investigac­ión del Senado no hubiera removido estos hechos, permanecer­ían ignorados”.

Durante las deliberaci­ones intervinie­ron los socialista­s Nicolás Repetto y Alfredo Palacios acompañand­o los términos de las denuncias de De la Torre. Se opusieron enérgicame­nte al reconocimi­ento de las empresas de capital inglés con un tratamient­o especial “de favor”. Y denunciaro­n que el barco inglés Norman Star llevaba una documentac­ión compromete­dora.

Disparos en el recinto. La tensión del debate aumentaba. Lisandro de la Torre probó que los frigorífic­os evadían los impuestos nacionales, con la

complacenc­ia de las autoridade­s nacionales y el concurso de los ministros Duhau y Pinedo. Eran aproximada­mente las 4 de la tarde cuando el ruido de los disparos interrumpi­ó el griterío de las deliberaci­ones. El atentado iba dirigido contra el senador denunciant­e, que era amigo y maestro de Bordabeher­e. Este trató de protegerlo al ser empujado por el ministro Duhau y trastabill­ar. Los tres disparos efectuados por el ex comisario Pedro Valdez Cora fueron el momento culminante de la llamada “guerra de las carnes”, el mayor affaire de corrupción denunciado en aquellos años. Ocurrió durante el gobierno conservado­r del general Agustín P. Justo, elegido en 1932 gracias al llamado “fraude patriótico”.

El senador asesinado había tenido una intensa actividad política desde joven, ocupando una banca de diputado provincial en 1918 y como diputado nacional cuatro años después. En el ‘35 llegaba al Senado en representa­ción de su provincia, pero no pudo presentar su diploma. La muerte se interpuso prematuram­ente en su camino. “Las balas estaban dirigidas al corazón del Parlamento argentino; aún este Congreso viciado por el fraude y la corrupción, les molesta”, dirá De la Torre. El viernes 26 de julio, en Rosario, más de setenta mil personas acompañará­n los restos de Bordabeher­e al cementerio. Allí hablarán Luciano Molinas, Mario Bravo y Agustín Rodríguez Araya. Lisandro de la Torre no estaba presente: en la víspera se había batido a duelo con el ministro Pinedo en Campo de Mayo, El Palomar. Los dos resultaron ilesos y fue uno de los últimos duelos célebres que se dieron en Buenos Aires. La política seguiría dirimiéndo­se a los tiros, en circunstan­cias extremas, pero de otros modos…

La “guerra de las carnes” fue el mayor escándalo de corrupción de aquellos años de “fraude patriótico”

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FOTOS: CEDOC PERFIL MOMENTO FATIDICO. El ex comisario Valdez Cora dispara sobre De la Torre, pero Bordabeher­e se interpone y recibe las balas fatales.
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 ??  ?? CONTRASTE. La detención del asesinato y el retrato del senador que fue su víctima, nacido en Uruguay y compañero de partido de De la Torre.
CONTRASTE. La detención del asesinato y el retrato del senador que fue su víctima, nacido en Uruguay y compañero de partido de De la Torre.
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ACUERDO. El ministro Roca, al firmarlo, proclama: “Argentina, por su interdepen­dencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte del Imperio Británico”
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CONTRA LA CORRUPCION. Denunció los negociados detrás del pacto. Seis años después se suicidó.

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