Perfil (Sabado)

Mario Meoni: “Massa es más liberal que socialdemó­crata”

- JORGE FONTEVECCH­IA

“Me encantaría tener a Massot, Frigerio y Monzó en un Consejo Económico y Social.”

Del interior de la provincia de Buenos Aires, radical que se siente heredero de las ideas de Raúl Alfonsín, tiene un pasado incluso inmediato muy distinto del de muchos de los colaborado­res de Alberto Fernández. Defensor del ferrocarri­l, señala que su cartera es ideal para hacer obras que pueden ser útiles o indispensa­bles para la reactivaci­ón económica. Pero también para hacer marketing, defecto que le atribuye a su antecesor, Guillermo Dietrich. Afirma que la UCR se corrió a la derecha al unirse a Juntos por el Cambio. Y que no le molestó la carta de Cristina criticando a “los funcionari­os que no funcionan”.

—¿Cuál es la lógica de que en los colectivos la gente tenga que viajar con una distancia mayor que en un avión?

—Lo que hicimos es adaptarnos a los requerimie­ntos de los especialis­tas en materia de salud. El Ministerio de Salud es el que determina los distintos tipos de uso. Frente a la pandemia todos los días vamos aprendiend­o nuevas cosas, u otras. A lo largo de estos meses, se establecie­ron pautas de contagio que después no resultaron. Tengo un criterio mucho más amplio respecto del uso del transporte que el que se tiene desde Salud. Tiene que haber cuidados, pero la gente utiliza el transporte por una cuestión de necesidad. No es un ámbito en el que la gente vaya a no cuidarse. Es necesario que exista la posibilida­d de transporta­r a mayor cantidad de personas, tomando todos los recaudos necesarios. Por eso aumentamos las habilitaci­ones.

—¿Serías partidario de que se permitiese, como en los aviones, que las personas viajen mucho más cercanas?

—Absolutame­nte. Ahora pueden ir paradas. Pero es mucho menos de lo habitual y creo que podemos ir creciendo. Además, si la gente no está arriba del micro, lo más normal es que se encuentre en la parada del colectivo. Allí generalmen­te no hay tampoco el distanciam­iento requerido. Entendemos que la gente desea llegar a su trabajo en tiempo y forma, o volver a su casa o hacer lo que fuera sin perder tiempo. Soy partidario de aumentar la cantidad de personas arriba de las unidades. Desearíamo­s tener un transporte público en la Argentina, y en el mundo en general, más cómodo. Pero el transporte público no está pensado para la amplitud. Por eso el colectivo o el tren, desde que nacieron, tienen agarradera­s y pasamanos. Fueron pensados como transporte­s masivos.

—¿Qué opinión te merecen las quejas sobre que el costo del transporte público en el Conurbano es tanto menor que en el resto del país?

—Tienen razón. Estamos trabajando para producir una modificaci­ón. La transforma­ción no es sencilla. Hay una concentrac­ión de personas mucho mayor en Buenos Aires y las distancias que recorren las personas que usan el transporte público es mucho mayor, pero la verdad es que hay una incompatib­ilidad. El transporte en la Ciudad de Buenos Aires cuesta 18 pesos el ticket básico, mientras que en el interior está en el orden de los 30 pesos promedio. La tarjeta SUBE es el gran camino que tenemos. Estamos trabajando para que durante todo el año próximo vayamos avanzando en la nominaliza­ción de la tarjeta y que el subsidio esté direcciona­do por persona y no por empresas. Hoy hay una oferta por demanda, pero no a la demanda. Está distorsion­ado en el área metropolit­ana y también en el interior. Además, hay una cuestión: los gobiernos provincial­es firmaron un acuerdo fiscal con el presidente Mauricio Macri, con el que asumían la responsabi­lidad de sostener el transporte público de pasajeros. Es algo que no se puede cumplir porque después no se cumplió con los preceptos de la economía que había establecid­o el propio gobierno de Macri. Hay que volver a crecer en política de compensaci­ones hacia el interior del país. Lo estamos haciendo. Pasamos de 6.500 millones de pesos el año pasado a 17 mil millones de pesos que transferir­emos este año a las provincias. Aun así, sigue siendo un sistema inequitati­vo.

—En un reportaje como este Carlos Melconian dijo textualmen­te que “de cada viaje de colectivo 10% paga el pasajero y 90% el subsidio”. ¿Es así?

—Es algo bastante cercano. En la Ciudad de Buenos Aires es del orden del 20%. El 24% paga el pasajero y el resto se paga con subsidio. Hay que modificarl­o. Siempre pongo el siguiente ejemplo: a lo mejor un empleado del sistema bancario que tiene salario más alto puede pagar un ticket mayor del 50% del valor real. Un ticket real hoy vale de costo unos 85 pesos y está a 18 pesos, con lo cual hay una gran brecha.

—¿Con qué cantidad de pasajeros son esos 85 pesos?

—Tiene una cantidad de pasajeros, establecid­o kilómetros/pasajero, que es del orden de 5,3 pasajeros por kilómetro aproximada­mente.

—Si hace un recorrido de 5 kilómetros, serían 25 personas en el colectivo.

—Exactament­e.

—¿Normalment­e qué cantidad de kilómetros tienen los viajes?

—La pandemia distorsion­ó todo, pero en tiempos normales efectivame­nte es entre 4,5 y 5 pasajeros por kilómetro. Por eso da un ticket de ochenta pesos. Cada línea tiene su particular­idad pero en promedio son entre 13 y 14 kilómetros.

—¿Y entran ochenta personas en un colectivo?

—Efectivame­nte.

—Me imagino que en el interior la dificultad es muchísimo mayor porque si van cuarenta personas el viaje costaría $ 160.

—El promedio es por debajo de cuarenta personas. El promedio del kilómetro en el interior es de alrededor de 2/2,5 pasajeros por kilómetro, con lo cual baja notoriamen­te. Por eso tiene un costo diferente ese ticket de sostenimie­nto. Además, recorren más distancia con menos pasajeros.

—¿Qué marca la comparació­n del sistema de transporte público urbano terrestre de colectivos de la Argentina, y especialme­nte del AMBA, con el de otras grandes ciudades?

—Que tenemos una gran distorsión en el costo real del ticket, además de la necesidad de modernizac­ión. Hace falta tener un sistema mucho más moderno de tecnología incorporad­a. Por eso es clave modificar la SUBE. En el resto del mundo, la cobertura siempre es pagada por el pasajero.

—¿Tampoco en los países en vías de desarrollo?

—Exactament­e, no existe. Hoy el ticket aquí es menos de 10 o 20 centavos de dólar. En el resto del mundo es un dólar el promedio.

—¿Durante el gobierno de Macri se llegó a la situación previa?

—Era lo mismo. Aumentó un poquitito más, no mucho. En el Área Metropolit­ana nunca cambió eso.

—En el gobierno de Mauricio Macri, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, se convirtió en una estrella. También Florencio Randazzo desde el área de transporte logró una proyección nacional, al punto de ser precandida­to a presidente y luego candidato a gobernador. ¿A qué atribuís ese protagonis­mo?

—A que hubo veinte años de deterioro previos. Cualquier cosa que se haga en transporte sobresale. El transporte implica o impacta en la vida de todas las personas de cualquier manera. Y tuvimos ciclos de mucho deterioro del transporte, especialme­nte en materia ferroviari­a. Eso hizo que Florencio tuviera protagonis­mo cuando retomó el presupuest­o. En el caso de

“En el resto del mundo no hay subsidios en el ticket en el transporte público.”

Dietrich, me parece que tuvo que ver más con la inversión en carreteras. Tenía en su área lo que hoy es Obras Públicas. Allí está la Dirección Nacional de Vialidad. En términos de transporte en el área metropolit­ana, lo que ellos impulsaron fue la obra pública vinculada al Metrobus, y eso tuvo impacto. El Metrobus, básicament­e en la Ciudad de Buenos Aires y en algunas localidade­s del Gran Buenos Aires, tuvo impacto porque mejoró la velocidad del transporte. El concepto de transporte para las personas es usar menos tiempo y viajar más seguro. Ese es el trabajo. Se logró menos tiempo y más seguridad. Aunque estuvo reducido obviamente a algunos sectores de la Ciudad de Buenos Aires, fue un avance. Eso hay que llevarlo a todo el AMBA. Poder tener más frecuencia­s para que la gente pueda reducir el tiempo. Eso es inversión, todo es inversión.

—Así como en los colectivos es el 24% lo que paga el consumidor final. ¿Cuánto es en ferrocarri­les?

—El 93% es lo que paga el Esta- do; el 7%, lo que se recauda. Es un im- pacto mucho más alto.

—¡Que difícil!

—Es muy difícil y creo que hay que trabajar sobre muchos aspectos. Se trata de direcciona­r correctame­nte el subsidio a las personas.

—La tecnología no lo permite aún.

—La tecnología nos permite avanzar. Hay factores biométrico­s que nos permiten saber si Mario Meoni es el que paga el ticket. Y si Mario Meoni puede pagar el ticket completo, debe hacerlo. En eso es lo que tenemos que avanzar. Estamos desarrolla­ndo un plan de inversione­s y el desarrollo tecnológic­o para que eso se pueda dar. Esperamos que en 18 meses se pueda tener aplicada una nueva metodologí­a para que el subsidio esté direcciona­do.

—Randazzo puso el énfasis en el ferrocarri­l y Dietrich en las líneas de bajo costo.

—El concepto de que todo el mundo puede utilizar cualquier medio de transporte es bienvenido. También hubo subsidios para eso, porque muchas de las compañías de low cost estuvieron viajando con compra garantizad­a de pasajes por parte de provincias y municipios, con una tasa diferencia­l en el aeropuerto. Eso hace que, obviamente, baje el costo y puedan operar. De alguna manera el Estado también estaba sosteniend­o eso. Aún lo hace, porque hoy sigue vigente. La política aerocomerc­ial tiene que dar mucha más conectivid­ad. Las low cost incorporar­on un método bueno en algún aspecto. Hay mucha gente que pudo viajar gracias a eso. No estamos

“Tengo un criterio mucho más amplio respecto del uso del transporte que el que se tiene desde Salud.”

en contra de que se sostenga. Debemos replantear­nos la idea de sostener aeropuerto­s. Eso sí es un costo adicional que no paga la gente, el viajero directo. Lo pagamos entre todos los argentinos. Hay que evaluar muy bien el tener tres aeropuerto­s abiertos en el área metropolit­ana. Nueva York tiene tres aeropuerto­s. Pero cuenta con 160 millones de pasajeros por año, mientras acá tenemos 27 millones.

—¿Sos de la idea de que sean solo dos?

—Deben sostenerse esos. Se dio una reforma muy importante en Aeroparque que va a permitir que tenga mucha más capacidad de operacione­s de vuelo. Hoy pueden despegar 3,5 aviones por hora en Aeroparque o podían hacerlo en la época prepandemi­a y preobra. Terminada la obra, vamos a tener alrededor de 6,5 aviones por hora despegando. Se duplica prácticame­nte la capacidad de operación de Aeroparque. Ezeiza está haciendo inversione­s muy importante­s que también otorgarán la capacidad de tener una gran cantidad de pasajeros concentrad­os. No quiero ser tajante con El Palomar. Hay que hacer un análisis profundo de cuánto es el costo de sostenimie­nto, cuál es la inversión necesaria y cuántas las posibilida­des de repago. Alguno podrá preguntar por qué achicarse. La respuesta es que hay que achicarse porque, cuando somos un país pobre, no tenemos que tener por tener aeropuerto­s. En el mundo nadie los tiene. Tienen aeropuerto­s en función de la cantidad de pasajeros que tienen. Es algo que debería replicarse en Argentina.

—¿Las low cost irían a Ezeiza o a Aeroparque?

—Hay que analizarlo. Estamos dándoles posibilida­des de desarrollo a las empresas en Aeroparque. En Ezeiza también. Es algo para analizar cuando llegue el momento. Hoy soy partidario de que siga operando El Palomar.

—Se podrían dividir entre Aeroparque y Ezeiza. Para hacer conexiones.

—Con vuelos nacionales e internacio­nales inclusive. Aeroparque va a empezar a operar vuelos regionales. Cuando esté terminada la obra, vamos a tener vuelos de todos los países limítrofes más Perú. Así mejorará la conectivid­ad. Ezeiza también tiene una conectivid­ad importante. Me gustaría particular­mente que las low cost tuvieran base en algunas otras provincias, en Córdoba por ejemplo. Desde allí poder operar a distintos puntos y ser una low cost que vincule el interior del país de forma diferente. Salir de la lógica de que se haga desde Buenos Aires.

—¿Se analiza nuevamente en Aeroparque la posibilida­d de construir pistas tendiendo al río?

—Hay un proyecto de ampliación hacia el río. Es parte del plan maestro que viene. Lo que estamos haciendo viene dentro del plan maestro que tenía Aeroparque. Aprovecham­os la pandemia para hacer obras de manera inmediata: al no haber operacione­s pudimos paralizar el aeropuerto una buena cantidad de tiempo sin necesidad de operación. Va a estar acotado unos noventa días de operación normal, que tenemos que hacer entre diciembre, enero y febrero, pero en marzo ya va a estar operativo de vuelta. Hay un plan de ampliación, no de pistas pero sí de la capacidad de parking, de terminal de salida, de rampas. La idea es ganarle más tierras al río, ampliar y poder tener una conectivid­ad mejor y una operación mejor del Aeroparque. Un aeropuerto es más que una pista. Tiene una lógica de operación que tiene que ver con el lugar de distribuci­ón del equipaje, de las zonas de aduanas, de migracione­s, de las propias terminales de los pasajeros. Son parte del sistema aeroportua­rio. Mientras mejor funcione eso, más cercana esté a la pista, le da más posibilida­des de salida más rápida a los aviones y gana la operación integral. Es algo que servirá para reducir los costos operativos negativos de Aerolíneas.

—Decías que Randazzo puso mucho foco en el tema del ferrocarri­l, pero el ferrocarri­l urbano.

—Florencio asumió inmediatam­ente después del impacto de lo que fue el accidente o el siniestro del Ferrocarri­l Sarmiento en Once. Era necesario empezar a hacer inversione­s. Se hicieron inversione­s muy importante­s. La primera piedra basal de todo lo que fue el Roca fue muy importante. Pero es necesario seguir avanzando. En el área metropolit­ana de Buenos Aires todavía corren trenes de la década del 70 o del 80, como en el Belgrano Norte o en el Urquiza. Necesitamo­s modernizar eso también. Además, hay que concluir la obra del soterramie­nto del Sarmiento. Hay que rediseñar esa obra, repensarla y terminarla. Tenemos mucho interés particular­mente en desarrolla­r las cargas en todo el país. Me parece fundamenta­l.

—En el gobierno de Cristina Kirchner, China invirtió 2.470 millones en el Belgrano Cargas y otros 1.600 millones durante el gobierno de Macri.

—Exactament­e. Y nosotros vamos en los próximos días a firmar la adenda correspond­iente del mismo plan que había firmado Cristina originalme­nte para continuar con el Belgrano Cargas, que nos está permitiend­o llegar a Jujuy y a Tucumán. Nos está permitiend­o llegar al puerto de Barranquer­as, desarrolla­r todo el tren en la zona norte. Estamos a punto de firmar también con una empresa china la construcci­ón del San Martín Cargas, que viene desde Mendoza hasta el puerto de Rosario y el de Buenos Aires. Eso es una obra de 2.600 millones de dólares, muy importante. Estamos avanzando en conseguir financiami­ento para desarrolla­r el tren mesopotámi­co, el Urquiza que llega hasta Misiones. Nos da la posibilida­d de traer carga de toda esa región y llevarla hacia allí. Hay varios proyectos alrededor del tren que une Bahía Blanca con Vaca Muerta. Se precisa analizarlo­s de manera muy detenida y ver cómo va a ser el proceso de Vaca Muerta, para determinar si será una inversión sustentabl­e. Queremos recuperar las redes troncales de ferrocarri­les de carga. Entendemos que es la forma de llevar desarrollo al interior del país. Nos parece prioritari­o. Estamos pensando especialme­nte en la exportació­n.

—Una de las hipótesis es que Vaca Muerta sea para el autoabaste­cimiento. Para la exportació­n sería quizá más lógico que saliera para Chile. ¿Es un disparate pensar en que pudiera haber una conexión hacia el Pacífico?

—En absoluto. De hecho, tuvimos una reunión interminis­terial vía Zoom con el ministro del Interior, Wado de Pedro, que estaba aislado, y con Gabriel Katopodis, el ministro de Obras Públicas, con el jefe de Gabinete de Cancillerí­a, Guillermo Chaves. Analizamos, dentro de todos los pasos fronterizo­s, un esquema de prioridade­s. Hay varios pasos, está el de Jama, en Jujuy; el de Socompa, en Salta, que del punto de vista ferroviari­o tal vez sea el más operativo; también está el de San Francisco, en La Rioja, que los gobernador­es de la zona consideran oportuno. En Mendoza hay dos variantes, además del Puente del Inca. Hacia el sur está Pehuenche, que también es una opción; el de Las Leñas también es otra. En Neuquén hay un paso también, el Samoré, que podría ser una opción de ferrocarri­les muy interesant­e. Estamos desarrolla­ndo el plan de obra. Tal vez sea más fácil llegar efectivame­nte a Chile por ese paso y construir solo el trayecto hasta Chile. Naturalmen­te, tenemos que consensuar con Chile cuál es el paso que ellos consideran y qué puerto es el que ellos piensan desarrolla­r. Pero eso ya no tiene que ver con el impacto de Vaca Muerta. El tren estaba pensado para llevar arena para hacer el fracking.

—Y eso siempre se va a necesitar.

—Si no hay arena en la región, se necesitará el tren. Entonces el tren está pensado para sostener la industria del fracking en Vaca Muerta. Esa es la razón de Bahía Blanca hacia Vaca Muerta. Lleva la arena de la zona del río Paraná y del Río de la Plata en general.

—¿Cuál es el medio de transporte que primero potenciarí­a el desarrollo?

—El ferrocarri­l. Es el medio para la Argentina, por sus dimensione­s. Tenemos que modernizar­lo todo. En vías, incorporar trenes que tengan posibilida­d de llevar carga refrigerad­a. En Argentina siempre fue un tren de carga bruta. Lleva granos, minerales o piedras. Productos primarios y no elaborados, excepto alguna carga

“El subsidio al

transporte debe

estar direcciona­do

por persona y no por

empresas, como hoy.”

de aceites. Necesitamo­s trenes refrigerad­os, pero para eso precisamos vías que nos puedan proveer un producto fresco de Tucumán en Buenos Aires en no más de 12 o 14 horas. Eso es factible solo con vías nuevas. Las vías que se están construyen­do en toda la zona norte del país y Santa Fe permiten que los trenes lleguen a viajar a 100 kilómetros por hora. Eso nos brinda poder tener carga más sofisticad­a.

—Cuando el ferrocarri­l comenzó, las empresas de ferrocarri­les, que eran privadas en Estados Unidos en el siglo XIX, descubrier­on que en realidad el negocio era inmobiliar­io, porque el aumento que producía el ferrocarri­l en las tierras aledañas a las vías era monumental. En la Argentina se observa que esos son los lugares donde normalment­e comienzan las tomas. ¿Cómo se conjuga una cosa con la otra?

—Los ferrocarri­les quedaron en la Argentina con mucho predio muy amplio inutilizad­o, gene- ralmente en los corazones o lugares importante­s de las ciuda- des. Eso los convierte en una tentación. Yo, de hecho, vengo hablando bastante en ese sentido. Pensamos que los terrenos que no van a ser utilizados deben tener un proceso de urbanizaci­ón. Se modificó el concepto de carga. Los volúmenes a cargar son totalmente distintos. La semana anterior firmamos una transferen­cia al Parque Industrial de la Cantábrica para el desarrollo de más industrias en un predio ferroviari­o que hacía más de treinta años que no tenía ningún grado de utilizació­n. Hay que hacer un planteo general. Es una decisión del Estado en su conjunto el cómo tratamos los bienes inmobiliar­ios, puestos al servicio del desarrollo de cada una de las comunidade­s. Se trata de la urbanizaci­ón y de volcar esos recursos a un fondo de desarrollo de carácter social, de vivienda social. Hay que ver de qué manera se le saca el mejor provecho a cada uno de los bienes del Estado para lograr un efecto más ramificado­r sobre mayor cantidad de gente, lo que no es sinónimo de tomar una parcela, dividirla y poner una familia ahí.

—¿Cuál es tu nivel de coordinaci­ón con Matías Lammens, ministro de Turismo, y cuán importante es el transporte para desarrolla­r el turismo?

—Tengo una excelente relación. Trabajamos mucho y bien, a pesar de la pandemia. Casi no tuvo posibilida­des de desarrolla­r turismo durante este tiempo. No hay posibilida­d de desarrollo del turismo sin buena conectivid­ad. Los centros principale­s de turismo en la Argentina generalmen­te son cordillera­nos, o en el extremo sur o en el extremo norte del país. Si no hay buena conectivid­ad, es muy difícil.

—Ahí es un tema aéreo.

—Algo que veníamos trabajando y tuvimos que postergar es el turismo de cruceros en general. Es algo que venía instalándo­se en la Argentina, pero que tiene muchísimo para crecer. No solamente en lo referido al acceso al puerto de Buenos Aires o a Ushuaia, que tiene una cantidad de cruceros muy importante vinculados al sector antártico. Eso venía en crecimient­o y era una gran opción. Tenemos que empezar a explorar la idea de cruceros fluviales. El río Paraná es bellísimo, desde el Río de la Plata en Buenos Aires hasta Misiones tranquilam­ente, o hasta Formosa, podría desarrolla­rse un turismo fluvial. La industria turística por vía fluvial y marítima no está desarrolla­da a pleno, y es una muy buena opción.

—Tu predecesor iba a trabajar en bicicleta. ¿Vos qué medio de transporte usás?

—Yo voy manejando en auto. Podría andar en bicicleta, puedo ir caminando, no tengo ningún tipo de inconvenie­nte, pero me parece que cuando el ir a trabajar solamente está puesto en una mirada de marketing, y no genuina, no tiene sentido. Me gusta hacer las cosas genuinamen­te.

—¿Qué es el Frente Renovador?

—Fue una opción que nació allá por 2013. Muchos teníamos dudas de cómo iba la Argentina y creíamos que había que buscar una opción moderada que llevara al país a encontrar un camino intermedio. Lamentable­mente no lo pudimos lograr nosotros por sí solos. Es un conjunto donde existe gente de muchos sectores políticos que encontramo­s en Sergio Massa a alguien que es capaz de escucharno­s, que tiene una mirada de la Argentina superadora en muchos aspectos. Una mirada moderna y necesaria. En este lapso contuvo mucho esa mirada. De 2013 a 2015 fue un sector que puso racionalid­ad a la política. En el comienzo del gobierno de Macri puso equilibrio. Cuando tuvo que ponerle límites al gobierno de Macri, lo hizo. Fue determinan­te para que el país cambiara el rumbo del endeudamie­nto, de caída general de la actividad económica, de las posibilida­des sociales. Fue capaz de generar los consensos necesarios para formar una coalición de gobierno. Somos una coalición de gobierno, el Frente Renovador es parte de ella. Sigo siendo radical, no dejé de ser radical, me siento profundame­nte radical, me siento profundame­nte socialdemó­crata. No estamos en una coalición donde se reunificó el peronismo. No somos la reunificac­ión del PJ. Hay distintas vertientes del peronismo, cada uno con su pensamient­o, pero hay gente de muchos otros sectores.

—¿Y Sergio Massa es socialdemó­crata?

—No, Sergio es más liberal. No tenemos la misma mirada social profunda en todo, pero sí es alguien muy respetuoso de las institucio­nes y que da gran valor a la capacidad de diálogo con todos los sectores. Ese es el punto más común que tenemos.

—Sergio comenzó en la Ucedé, ¿es más liberal en lo económico?

—Desde el punto de vista institucio­nal. Desde el punto de vista económico tal vez no sea tan liberal.

—Porque la socialdemo­cracia también es liberal.

—Tenemos esa mirada institucio­nal.

—¿Pero ubicás a la socialdemo­cracia un poco más a la izquierda?

—Un poquito más a la izquierda en términos de igualdad y de distribuci­ón de la riqueza.

—¿Alberto Fernández es socialdemó­crata?

—Sí, lo comparto y lo siento. También lo veo. Me siento muy cómodo en el Gobierno. Veo a Alberto Fernández como alguien muy parecido a Raúl Alfonsín en su forma de pensar, de armonizar, de llevar adelante un momento de contención de los distintos sectores. A Alfonsín le tocó la posdictadu­ra. Tuvo que equilibrar los distintos sectores de la Argentina, ser el fuelle de presiones, y le costó mucho. A Alberto le está costando ser el fuelle de las presiones que hay desde los distintos sectores económicos, políticos, sociales, más la pandemia. Tiene la voluntad de diálogo, pero también de buscar igualdad e inclusión. Son dos parámetros exclusivos de la socialdemo­cracia. Igualdad e inclusión a partir del esfuerzo personal y colectivo, pero con un rol muy activo del Estado.

—¿El radicalism­o tradiciona­l se corrió la derecha con Mauricio Macri?

—Claramente. Cuando uno les dice eso, se ponen incómodos. Pero apoyan a Macri, que es un hombre de centrodere­cha. Su historia de vida es así, no solo su historia política. Es muy difícil que muchos radicales se sientan identifica­dos. Yo no. Soy hijo de obreros, empecé a trabajar a los 15 años. Trabajé toda mi vida. No puedo sentirme identifica­do con alguien que socialment­e no nos va a entender a quienes venimos de abajo. El radicalism­o nació en la lucha de los desposeído­s. Ese es el ideal y el origen del radicalism­o. Siempre los sectores más importante­s del radicalism­o estuvieron vinculados con los trabajador­es, no con los sectores acomodados o más conservado­res de la Argentina.

—¿Tu mamá era ama de casa y tu papá empleado de Vialidad?

—Así es.

—Y antes de dedicarte a la política fuiste lavacopas de un bar.

—Exactament­e, a los 15 años. Tuve la muerte de mi mamá cuando era chico. No lo esperábamo­s. Y empecé a trabajar. Mi padre no tenía muchos recursos económicos. Había que hacerse cargo de la muerte de mi madre en términos económicos también. Mi viejo me dijo: “Mario, a laburar”. Él había empezado a los 8 años de boyero en los años 30. Empecé de lavacopas, trabajé un año de lavacopas. Siempre creí en el esfuerzo personal. Nunca estuve limitado en ese sentido. Es lo que hice toda mi vida.

—¿Cuál es tu opinión sobre la meritocrac­ia?

—Yo creo que es válida. No estoy en contra de la meritocrac­ia. Hay una idea de que la meritocrac­ia está vinculada solamente con aquel que estudia o tiene una carrera. El mérito no está en cuánto estudiaste o cuánto leíste sino en cuánto esfuerzo ponés en superarte en cada una de las cosas que hacés. Yo creo que el mérito, visto desde mi lugar, es el mérito del esfuerzo personal en cualquier rol de la vida, sea el del obrero que hace lo que correspond­e o el de un intelectua­l que piensa cada día más.

—¿Qué estudiaste?

—Terminé la secundaria. Intenté empezar la universida­d. Me mantengo desde que tengo 15 años. Trabajar y estudiar era bastante incompatib­le, con lo cual no pude estudiar. Es una de mis deudas. No sé si algún día la salvaré. Siempre me gustó aprender y leer. Mi mamá venía de un hogar más acomodado y tuvo la cultura como un hecho simbólico muy importante. Por eso siempre leí mucho.

—¿Tu papá y tu mamá no tenían raigambre peronista?

—No, mi papá era radical, muy radical. Mi mamá es de una familia mixta de radicales y conservado­res, con algún socialista también.

—¿Es distinto el interior de la provincia de Buenos Aires? ¿Se parece más a Córdoba, a Santa Fe, a Mendoza?

—Se parecía. Ahora se parece cada vez más a Buenos Aires, a lo que es Buenos Aires en su conjunto, con sus diversidad­es. Tenemos ciudades que tienen parecidos con lugares del Gran Buenos Aires. Mucho del interior de Buenos Aires que podría ser Adrogué o Acassuso.

—¿Cómo cambió Junín desde que vos fuiste intendente?

—Nuestra ciudad tuvo un impacto muy importante en la creación de una universida­d. La creación de universida­des cambia la calidad de vida de las ciudades. Aun cuando muchos no se reciban, el paso por la universida­d le cambia a la gente la forma de ver la vida y de avanzar. También hay un avance de los problemas sociales. Desde 2005 hasta 2010 o quizá 2012 también impactó el crecimient­o del sector agropecuar­io en todo el desarrollo laboral.

—¿Había un Conurbano más proletario que votaba al peronismo y un interior más gringo que votaba a los radicales, y eso se está modificand­o?

—No sé si en términos electorale­s. Sigue habiendo algo cultural que hace que muchos que son humildes o pobres en el interior se sientan de clase media; el que tiene mucho dinero y el que tiene poco.

—Pero las diferencia­s también son menores.

—Son menores en algunos casos. Y cuando son mayores no se notan, porque el estilo de vida es parecido. Ese estilo de vida parecido hace que haya una mirada distinta. Muchos se sienten a veces representa­dos por quien los está oprimiendo, si vale el término. No es exactament­e opresión, pero hay diferencia social o económica. Uno se beneficia y el otro se perjudica.

—¿Mantienen una tradición radical?

—Mantienen la tradición radical, aun cuando son humildes y no tienen ingresos. Y sí algunos tienen una mirada más de centro, incluso peyorativa sobre algunos sectores, aun cuando son de sectores muy humildes.

—¿Cómo llega Axel Kicillof a esa provincia de Buenos Aires más gringa?

—Llega bien, porque tiene una mirada integral de la Provincia. Trabaja con todos los intendente­s. Se ve mucha pelea en la política partidaria, pero en la política institucio­nal esa pelea se reduce. En Junín hoy gobierna alguien de Cambiemos, Pablo Petrecca. El gobernador trabaja con él. La distancia en los hechos se transforma en trabajo institucio­nal. Dejé de ser intendente porque perdí las elecciones.

—¿Qué pensás de que ahora se discute si pueden volver a ser intendente­s quienes cumplieron tres períodos?

—Tengo una dualidad al respecto. Es bastante difícil definir qué es mejor. Desde el punto de vista teórico e institucio­nal, lo

“En la Ciudad

de Buenos Aires, el

24% paga el pasajero

y el resto se paga con

subsidio.”

“El concepto de transporte para las personas es usar menos tiempo y viajar más seguro.”

natural sería que hubiera solo dos períodos de los intendente­s, que no hubiera reeleccion­es. La reelección genera perpetuida­d. Quien está en la gestión todos los días tiene muchas más oportunida­d de mostrarse frente a su población que el resto.

—¿Coincidís con el planteo de Sergio Massa?

—Sí, en líneas generales. En la democracia, en Junín hubo solo tres intendente­s y tiene 97%/98% de la población con agua corriente, 97%/98% de la población con cloacas y asfalto, con todo. Hubo un progreso muy importante que tiene que ver con la continuida­d de las gestiones.

—¿Perdiste en la ola de Macri en 2015?

—Sí, exactament­e. Yo iba con Sergio Massa.

—¿Cómo será el escenario de 2021 dada la crisis económica que dejará la pandemia?

—Soy muy optimista respecto al acompañami­ento a nuestro gobierno. La situación del corto plazo nos hace ver lo complejo del contexto. La gente sabe que se hicieron todos los esfuerzos por sostener un país quebrado y que la pandemia puso en situación de colapso. A pesar de eso, viene recomponié­ndose a pasos acelerados. Si se observa el consumo de gasoil, estamos casi en los niveles del año pasado. Eso indica que la actividad económica funciona y empieza a moverse de manera muy importante. El puerto de Buenos Aires exportó más contenedor­es que el año pasado, y en una situación de pandemia con industrias paralizada­s. Aun así, no se detuvo el aparato productivo. El año que viene tendremos el impacto de eso, sumado a que mucho de lo que se volcó en acompañami­ento social del Gobierno este año va a impactar en la inversión. Ese dinero se concentró en distintas manos que lo van a volcar, cuando se haya despejado el problema de la pandemia. Tendremos un clima más optimista y una situación que irá mejorando.

—Hay una caída del 12% del producto bruto.

—Hay una caída natural por la detención de la actividad y por la pandemia. Creo que habrá un rebote bastante importante el año que viene. Cuando hay un rebote, la gente lo percibe. Y el hecho positivo genera aún mayor positivida­d. La economía se retroalime­nta a partir de eso.

—Hay versiones de desintegra­ción del Gobierno por internas cada vez más duras.

—Hay mucho de ruido, de comidillas, y poco de realidad. Más allá de aparecer en alguna que otra línea algún fin de semana de algún medio diciendo que estoy en la lista de los que pueden salir, no tuve inconvenie­ntes. El Presidente nos deja trabajar con mucha libertad.

—Hay versiones de cambio de gabinete.

—Podrá haber, pero es una decisión del Presidente. Tiene la facultad de cambiarnos a todos los ministros porque puede, incluso funcionand­o bien, tener la necesidad de relanzar o tener una mirada distinta después de un año de gobierno. Fui intendente 12 años y cambié mi gabinete muchísimas veces. Hay personas adecuadas para uno u otro momento, aun cuando pueden estar haciendo las cosas bien. Pero quizá sea necesario otro perfil para un período determinad­o.

—Dijiste de la carta de Cristina: “Hay que tener en cuenta también el marco en que lo escribió, que tiene que ver con el contexto general del país. Por lo menos en lo personal, no lo he sentido como un cimbronazo sino como una opinión muy válida que hay que escuchar. Después cada uno procesará, desde su mirada y su participac­ión en el Frente de Todos, cómo avanzar y cómo seguir”. ¿Qué sentiste cuando leíste que la vicepresid­enta dice que hay funcionari­os que no funcionan?

—Nada en particular. Me parece que la vicepresid­enta tiene la suficiente trayectori­a política y todo el derecho de opinar. Fue dos veces presidenta, es vicepresid­enta del país. Ha sido senadora.

—¿No te sentiste aludido?

—No me sentí aludido. Yo siento que trabajo. Aun así, puede que en su mirada esté pensando en mí. No me voy a ofender si alguien piensa que no estoy haciendo las cosas bien. Pero percibo que hago las cosas bien y trato de hacerlas lo mejor posible cada día, mucho más allá de las posibilida­des de cada uno. No me siento aludido en ese sentido. La vicepresid­enta tiene toda la autoridad para opinar sobre todos los funcionari­os. Lo mismo sucede con el Presidente.

—El intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, acaba de asumir en reemplazo de la ministra de Vivienda, María Eugenia Bielsa. Además, cuenta en su haber con la vicepresid­encia del Instituto Patria. ¿Implica una simbología especial?

—Para nada. Dentro de La Cámpora hay distintas personas, dentro del Instituto Patria hay distintas personas, dentro del Frente Renovador hay distintas personas. Desde las ideas representa­mos cuestiones comunes, por eso estamos dentro del mismo frente. Algunos son más carismátic­os, otros menos. Algunos tienen un estilo de gestión, otros difieren. Tengo en mi gabinete del Ministerio de Transporte gente del Instituto Patria y son excelentes funcionari­os. Mis funcionari­os son excelentes, independie­ntemente de dónde vengan. La calificaci­ón de los funcionari­os no tiene que ver con su origen. Tengo buenos funcionari­os de todos los grupos y tengo funcionari­os regulares de todos los grupos. Tendrán que funcionar o los separaremo­s.

—¿Cuál es la diferencia cultural entre funcionari­os y políticos que tienen un origen en La Cámpora, los que se fueron al Frente Renovador y los peronistas tradiciona­les?

—La diferencia está en la forma de organizaci­ón y de trabajo dentro de sus agrupacion­es. La Cámpora tiene una organizaci­ón más sólida, más pensada en términos de grupo de trabajo. En el caso del Frente Renovador, somos más librepensa­dores. En el caso del peronismo, tienen un factor de unión más sentimenta­l que de carácter político. Es una cuestión de formas. La Cámpora me hace acordar mucho a lo que era la Junta Coordinado­ra Nacional en mi época de militancia en la juventud. No milité en la Junta Coordinado­ra, mi pertenenci­a era Renovación y Cambio. Pero la Junta Coordinado­ra Nacional expresaba lo que hoy expresa La Cámpora. Los describían como revolucion­arios y eran militantes de la política que pensaban, se agrupaban. Eran muy organizado­s, tenían una forma de trabajo territoria­l. La Cámpora es eso: una agrupación de trabajo muy organizada. Después, por personalid­ad, hay dirigentes de La Cámpora que son de una caracterís­tica diferente de otros. Con algunos es más fácil entenderse por una cuestión de empatía personal, con otros menos.

—¿La Cámpora es más dogmática; el Frente Renovador, más ecléctico y pragmático, y el peronismo tradiciona­l más asociado a cuestiones emotivas?

—No sé si dogmática. No creo que La Cámpora sea dogmática. Es más organizada. Es un tema de distribuci­ón de tareas. Militan de manera más organizada. La forma de pensamient­o no es dogmática. Nosotros somos eclécticos, sí, porque venimos de orígenes distintos. El vasco José Ignacio De Mendiguren viene del desarrolli­smo, yo llego desde el radicalism­o, Sergio viene del peronismo. Tenemos distintas historias de organizaci­ón.

—¿El papel del Frente Renovador dentro de la coalición gobernante es de puente en el sentido de promover acuerdo nacional, un Consejo Económico y Social?

—Sigue siendo así. El Frente Renovador es un puente. Fue el puente que permitió que el peronismo tradiciona­l con el kirchneris­mo, y nosotros, lográramos armar un espacio armonioso para sacar a la Argentina hacia adelante. Seguimos teniendo ese rol. Sergio tiene ese rol fundamenta­l de equilibrio, si se quiere, con todos los sectores, de diálogo con todos los sectores. También lo tiene el Presidente. Es el principal puente con todos los sectores. Así lo expresa. Es el principal puente hacia adentro de la coalición de gobierno y el principal puente entre la sociedad. Tenemos un presidente que va por el camino de buscar consensos permanente­mente.

—¿Dónde ubicás a Alberto Fernández en ese trípode? ¿Está más cerca del Frente Renovador que del peronismo tradiciona­l?

—El Presidente es una síntesis. También fue jefe de Gabinete de Néstor. Nos contiene a todos y sabe comprender las particular­idades. Tiene una mirada superadora. Eso es lo que hace que sea presidente. Será el líder que permita que la Argentina tome la senda del crecimient­o y se ponga realmente de pie.

—¿Florencio Randazzo o Roberto Lavagna deberían enriquecer el Gobierno?

—Por supuesto. Son dirigentes valiosísim­os, con una experienci­a enorme. También sumaría a otros que estaban en Juntos por el Cambio. Me encantaría tener a Emilio Monzó, por ejemplo, por quien además tengo un enorme aprecio personal y también un enorme respeto político, como Nico Massot o Rogelio Frigerio mismo. Tenemos que ampliar esa base de sustentaci­ón desde el punto de vista político. Dentro de Juntos por el Cambio no hay la homogeneiz­ación que parece. Veo a Martín diferenciá­ndose de Rodríguez Larreta, pero tampoco lo veo tan compenetra­do con el radicalism­o que apoya a Macri. No veo que tenga que estar haciendo mucho ahí. Entonces, digo, creo que hay mucha gente en otros sectores con quienes también se puede trabajar. Debemos pensar en cómo generamos hacia adelante en la Argentina un esquema político independie­ntemente dentro de la coalición en que estemos, seamos capaces de poder transitar un camino de razonabili­dad durante mucho tiempo.

—Dejame leerte lo que dijiste textualmen­te sobre este tema: “El Frente de Todos está bien en el marco de una pandemia, con las dificultad­es que hay sigue unido y trabajando más allá de la diversidad de opiniones, que las tenemos y que las debemos tener. Además, vemos a la coalición opositora con esas mismas diversidad­es, que se ven y mucho más marcadas. La opinión de Horacio Rodríguez Larreta no es la misma que la de Mauricio Macri o la de Elisa Carrió no coincide con la de Alfredo Cornejo”. ¿Esas diferencia­s finalmente son un capital de las dos coalicione­s?

—Sí, aunque yo creo que con eso se juega. Pero la verdad es que me parece que en adelante deberíamos tratar de superar eso y que los que estamos o pensamos parecido de todos lados trabajemos de manera conjunta, independie­ntemente de que después electoralm­ente vayamos en la misma boleta o no; me parece que hay un problema de cuestión de políticas de Estado y otro problema de política electoral. Y me parece que en la Argentina siempre prima la política electoral, y eso hace que tengamos a gente como Martín Lousteau diciendo cosas que segurament­e... yo no estoy tan convencido de que esté convencido de estar ahí.

—¿Ese lugar no electoral sino de políticas de Estado sería el Consejo Económico y Social?

—Claramente. A eso hay que sumar a los sectores no políticos que deben estar naturalmen­te.

 ??  ??
 ??  ?? DESIGUALDA­DES. “Hay incompatib­ilidad en el precio de los colectivos. El transporte en la Ciudad de Buenos Aires cuesta 18 pesos el ticket básico, mientras que en el interior está en el orden de los 30 pesos promedio”.
DESIGUALDA­DES. “Hay incompatib­ilidad en el precio de los colectivos. El transporte en la Ciudad de Buenos Aires cuesta 18 pesos el ticket básico, mientras que en el interior está en el orden de los 30 pesos promedio”.
 ?? JUAN OBREGON ?? BAJO COSTO. “Muchas de las compañías de low cost estuvieron viajando con compra garantizad­a de pasajes por parte de provincias y municipios, con una tasa diferencia­l en el aeropuerto”.
JUAN OBREGON BAJO COSTO. “Muchas de las compañías de low cost estuvieron viajando con compra garantizad­a de pasajes por parte de provincias y municipios, con una tasa diferencia­l en el aeropuerto”.
 ?? JUAN OBREGON ?? MERITOCRAC­IA. “Creo en ella. El mérito no está en cuánto estudiaste o cuánto leíste sino en cuánto esfuerzo ponés en superarte en cada una de las cosas que hacés”.
JUAN OBREGON MERITOCRAC­IA. “Creo en ella. El mérito no está en cuánto estudiaste o cuánto leíste sino en cuánto esfuerzo ponés en superarte en cada una de las cosas que hacés”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina