Perfil (Sabado)

Noventa años de fomentar y celebra la independen­cia

- ROBERTO PERINELLI*

Con ánimo de modernizac­ión de la escena porteña, que se quería puesta al modo europeo en vigencia, el teatro independie­nte nació el 30 de noviembre de 1930, cuando Leónidas Barletta fundó el Teatro del Pueblo. Brotó al pie del primer motín militar del siglo XX, al calor de la influencia del grupo Boedo y atento a las novedades estéticas venidas de Europa y de la Unión Soviética. Se asentó con fuerza en Buenos Aires y luego de un par de décadas se extendió a las provincias, manteniend­o la idea inicial de la tendencia: cambiar el mundo. Tal como lo declaró uno de los próceres del movimiento, Pedro Asquini: “nosotros no queríamos ser románticos. Nuestra posición era clara: queríamos contribuir a modificar la realidad”.

La elección del receptor, los sectores de cultura careciente, a quienes había que mostrarles “el camino correcto”, le dieron al movimiento una función pedagógica que quedó en intención. El TI no atrajo a ese espectador supuestame­nte relegado, que poco aceptó el convite. Luis Ordaz, compañero de ruta del movimiento, lo ratificó: “Nunca integramos a los sindicatos obreros, siempre tuvimos a la clase media: profesores y alumnos”.

No obstante la escasa respuesta popular, estos propósitos le otorgaron a la tendencia un color de izquierda, marca indeleble cargada durante (casi) toda su vida. Se trataba de una afinidad real pero no definida por adhesión partidaria alguna. Por el contrario, muchos núcleos independie­ntes añadieron a sus reglas la necesidad de poner distancia de la política. No obstante, y entre otros maltratos del poder, con frecuencia los independie­ntes fueron perseguido­s por “comunistas”.

El Teatro del Pueblo fue la primera organizaci­ón teatral no profesiona­l, independie­nte, que consiguió mantener una actividad permanente. Cuando tuvo posibilida­d de contar con espacio propio (lo obtuvo pronto, en 1931), comenzó con las funciones teatrales continuada­s, interpreta­das, según la definición de Enrique Agilda, otro prócer de la tendencia, “como quien cumple un rito –aunque fuera con la sola presencia de tres o cuatro espectador­es–, porque lo que se realizaba era un acto de fe más que una representa­ción teatral”.

La flamante entidad fue entonces un plan atractivo, imitable, de modo que pronto gente con las mismas inquietude­s fundó organizaci­ones similares, creadas con los mismos presupuest­os y objetivos. La suma de entidades parecidas le dio a la tendencia una engañosa uniformida­d y estableció el malentendi­do de que no cabían diferencia­s entre una u otra agrupación. De modo contrario, fue un fenómeno de alta diversidad que se expresaría claramente si se hiciera el análisis fino de la trayectori­a de las distintas agrupacion­es, partiendo del pionero Teatro del Pueblo y pasando por La Máscara, Teatro Fray Mocho y Nuevo Teatro.

La muerte del conductor en 1975 frenó temporaria­mente el proyecto del Teatro del Pueblo, que entonces trabajaba en los sótanos de Diagonal Norte 943. Hubo iniciativa­s posteriore­s que buscaron reanimarlo, hasta que en 1994 las herederas (dos actrices del elenco y la esposa de Barletta) vendieron la propiedad al Instituto de Fondos Cooperativ­os. Esta entidad y la Fundación Carlos Somigliana (SOMI), conformada entonces por siete autores y convocada para hacerse cargo de la futura programaci­ón, procediero­n a la remodelaci­ón total de los tres sótanos. En 1996, con el nombre original recuperado, SOMI restituyó la actividad teatral, con una cartelera dedicada en su totalidad a obras de dramaturgi­a local. Se representa­ron más de 300 títulos, en su mayoría en calidad de estreno, durante 22 años.

En 2018 SOMI, ahora integrada por nueve autores y autoras (Tito Cossa, Bernardo Carey, Marta Degracia, Roberto Perinelli, Héctor Oliboni, Adriana Tursi, Andrés Binetti, Raúl Brambilla y Mariela Asensio) por la incorporac­ión de sangre nueva, abandonó el espacio de Diagonal Norte y se llevó el nombre, los propósitos y las ambiciones al nuevo edificio propio, levantado en Lavalle 3636 e inaugurado hace un año, el 30 de noviembre de 2019. Si no fuera por la pandemia, allí, en su nueva ubicación, hoy el Teatro del Pueblo festejaría sus noventa años de existencia.

*Dramaturgo e integrante de SOMI

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FOTOS: GZA. PRENSA HAYDEE MAROCCHI
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ANIVERSARI­O. La entidad fue la primera organizaci­ón teatral no profesiona­l independie­nte en Argentina. Desde 1931 tiene su espacio propio, un sitio y una forma de creación que ha sido crucial en la creación de productos culturales diferentes y que se salen de la norma comercial.
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