Perfil (Sabado)

Una comedia sobre el empoderami­ento femenino

- JUAN CARLOS FONTANA

AAnna, la protagonis­ta, le suceden en poco tiempo una serie de situacione­s desdichada­s. Acaba de morir su madre, su auto es llevado por una grúa y se le incendió su negocio, una cafetería (local que no tiene seguro). Pero estas no son las únicas situacione­s insólitas por las que atravesará la mujer en pocos días. Cuando decide ir a visitar a su padre en busca de consuelo, descubre que éste está en pareja con otro hombre por lo que la hija no puede evitar preguntarl­e si su madre lo sabía.

La mejor amiga de Anna, es Charleen, una oficial de policía lesbiana, que intenta ayudarla y para hacerlo la invita a un club privado, en el que un grupo de mujeres se dedican a pelear hasta fracturars­e algún hueso, o teñir la lona del cuadriláte­ro de chorros de sangre. Frente a esta situación, Anna no entiende demasiado. Pero Charleen (estupenda interpreta­ción de Dulce Sloan, que obtiene algunos de los instantes más bizarros de esta producción) tendrá una explicació­n muy coherente para darle, cuando le dice que “es un club en el que las mujeres pueden levantar la tapa de la olla a presión de sus vidas sin ser juzgadas”. La frase convencerá a Anna y más aún cuando descubre que el club está ligado a su familia, sin que ella lo supiera.

El empoderami­ento de la mujer, observado a través de una mirada masculina (el director y los guionistas son hombres), le aporta a esta comedia toques tan absurdos, como grotescos y hasta se diría que aparece un tono de burla respecto de las cuestiones de género. Lo cierto es que el producto sólo apela al entretenim­iento y no intenta convertirs­e en un testimonio feminista. Aunque su guión deja bastantes baches sin cerrar. Repite situacione­s, sin otorgarle una mayor evolución a la historia, pero una vez más son sus protagonis­tas, los que le ponen garra y entusiasmo a esta comedia para que se deslice sin mayores sobresalto­s. Con excepción de algunas escenas de encarnizad­as peleas, a las que el director decidió fotografia­r en cámara lenta, como para que quede claro la seriedad con la que las chicas con capaces de enfrentars­e en ese ring en el que todo vale.

Malin Akerman (Watchmen,

Billions) y Alec Baldwin, convertido en una especie de Señor Miyagi de la desdichada Anna a la que entrena (según le confiesa con métodos que aprendió viendo videos en Youtube) consiguen algunos de los instantes más absurdos y desopilant­es de esta comedia pasatista.

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GZA BF PARIS MÉRITO. Malin Akerman otra vez se luce en la comedia física.

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