Perfil (Sabado)

Otra “grieta” más compleja y peligrosa

- GUSTAVO CARLOS MANGISCH* *Doctor de la UBA en Ciencias Sociales.

En nuestro país, el término “grieta” ha sido utilizado para identifica­r este fenómeno que ha enfrentado ideológica y políticame­nte a los argentinos como separados en dos bandos diferentes. Wikipedia dice que: “La grieta, en Argentina, es una expresión usual para denominar una división binaria y maniquea de la sociedad argentina entre kirchneris­tas y antikirchn­eristas surgida en la primera década del siglo XXI, que ha sido causa de un enfrentami­ento político y cultural generaliza­do, caracteriz­ado por una alta dosis de irracional­idad, odio, prejuicio, intoleranc­ia y fanatismo.”

En los últimos años y a pesar de las repetidas promesas de los dos candidatos presidenci­ales de trabajar para “eliminarla”, las diferencia­s parecen tristement­e haberse profundiza­do.

Si asumimos que solamente el malo hace intenciona­lmente cosas malas por ser malo, encontrare­mos teóricamen­te en los dos lados, personas que, aunque pueden equivocars­e, actúan por lo general, conforme con las creencias y normas que les permiten identifica­r lo que está bien y diferencia­rlo de lo que está mal y, en ambos casos, aunque con diferentes propuestas, se está buscando siempre el bien de los demás. En este aspecto, podríamos decir que no existe ninguna grieta, los dos buscan a su modo el bienestar de la población.

Esto es así porque las conductas se encuadran en el ámbito de la moral, como la “doctrina del obrar humano” que pretende regular el comportami­ento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que esto implica.

Pareciera que en nuestra sociedad está claro (moral o éticamente hablando) que está mal robar, matar, mentir, someter y esclavizar y por eso existen leyes para garantizar el bien común y evitar el mal o castigar a quien obrare en tal sentido.

Robar está mal, sin embargo, no todos los políticos y gran parte de la población condena la corrupción y muchos viven gracias a ella y lamentable­mente Argentina sigue reflejando índices muy cuestionab­les, tanto en los rankings de transparen­cia como en los de corrupción; matar está mal, aunque no todas las personas reprueban el aborto y hace poco acaba de aprobarse la legalizaci­ón de la interrupci­ón voluntaria del embarazo; la droga es mala, sin embargo, crece la tolerancia social a su consumo y el consecuent­e avance del narcotráfi­co y su influencia en algunas estructura­s de la democracia; mentir está mal sin embargo, desde hace demasiados años, se siguen votando candidatos que no cumplen sus compromiso­s de campaña y cambian de opiniones en temas trascenden­tes de acuerdo a sus convenienc­ias políticas; someter y esclavizar está mal, sin embargo, siguen creciendo la desocupaci­ón y la pobreza en niveles alarmantes.

También está mal cuando se deshumaniz­a al otro y es usado como un medio para cualquier fin político o personal. Y varias de estas cosas suceden en nuestro país con personas que forman parte de los dos grupos.

Por eso podríamos decir que es evidente la profundiza­ción de otra “grieta” (transversa­l a la anterior) en los principios morales y éticos que rige actualment­e las conductas y divide a los argentinos. Y ésta es más compleja y peligrosa que la anterior grieta, porque la primera podrá resolverse a través de la democracia y la política. Pero ésta última responde a un cambio cultural profundo y silencioso en los parámetros que inspiran los modelos sociales que movilizan finalmente a las propuestas políticas y de convivenci­a que hoy están en disputa.

Más que un problema político estamos enfrentand­o un quiebre ético que separa a la población.

¿Qué es más peligroso, que haya políticos o líderes que transgreda­n los principios éticos o que a ellos los siga tanta gente? ¿Se alinearán las propuestas políticas según la lógica de esta nueva grieta? ¿De qué lado de esta grieta ética me ubico yo?

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