Perfil (Sabado)

Una aventura animada todavía sin cancelar

- JONÁS ZABALA

Si por alguna razón, en esta era de cancelació­n de zorrinos afrancesad­os, creyeron aprender que si meten los dedos en el tubo de la escopeta basta para que no salga el tiro del doble caño, bueno, la respuesta es no. Mil millones de veces no. Por el pico dado vuelta del Pato Lucas, no lo hagan. Ahora que entendimos los límites de que debe aprenderse de un dibujo animado, podemos seguir. Lo único que puede aprenderse de los dibujos animados, de los buenos, y hasta de los malos, es a pensar, porque, claro, reírse es pensar el mundo. No reírse de, si no entender que algo nos habla para reír, y no que marca con el dado algo para que no ríamos. Un personaje no causa gracia por torpe, causa gracia porque es torpe y quiere ser un genio (perdón, señor Pato Lucas). Reírse es aprender. Incluso no reírse de algo que intenta ser gracioso, también lo es. En este instante donde personajes como Pepe Le Pew son cancelados, por ser acusados de ser parte de una cultura de la violación en una columna tremendame­nte irresponsa­ble de

The New York Times (y eso que tenemos un presidente que no entendió nunca un dibujito de

Bugs Bunny), llegan los pobres Tom y Jerry, los frenemigos más famosos de la animación moderna (si no ya animación clásica).

Flaco favor les hace este presente a los felizmente hiperviole­ntos Tom y Jerry en su eterna violencia que celebra el arte de la animación y no la violencia en sí (digo, por si hay alguien que ve literalmen­te los dibujos animados y quiere cancelarlo­s). Y en ese instante, cuando se pelean, cuando uno le hace algo malvado al otro, es donde más feliz es este nuevo film híbrido, esta mezcla la presencia de ellos, Tom y Jerry en formato dibujo animado con los humanos (actores como Chloë Grace Moretz) y Nueva York.

Lo cierto es en esta era de franquicia­s explotadas es una apuesta hermosa volver a creer en una de las creaciones más graciosas de Hanna y Barbera, una que ha generado en sus mejores instantes una comedia física como pocos cartoons y que ha sido terreno fértil de grandes directores del medio. En fin, vuelven Tom y Jerry, y algunos sonríen ya con el mero hecho de verlos otra vez en acción. No hay que negarlo: la nostalgia es mucho de este trip, pero tampoco hay que negar la potencia instanéa y carisma de los queridos gatos y ratones en eterna pelea. Ojalá puedan reírse, el mundo y la película no ayudan mucho.

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GZA. WARNER CLASICO. Vuelven el ratón y el gato más famosos de la cultura pop.

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