Perfil (Sabado)

Election targeting: claves para entender la política económica en un año electoral

- IGNACIO LABAQUI * *Politólogo y Profesor de UCEMA.

La política económica argentina se encuentra bajo un régimen de “election targeting”. Esta expresión remite al régimen de metas de inflación utilizado por buena parte de los bancos centrales del mundo. Bajo el mismo el banco central fija un objetivo de de inflación y utiliza la tasa de interés como instrument­o para lograr esa meta. En el ‘election targeting’ la meta es electoral, y lo que se ajusta es la política económica.

La política económica del gobierno se mueve en función de un objetivo electoral: obtener un triunfo contundent­e en las elecciones legislativ­as de octubre de este año, y particular­mente en la estratégic­a provincia de Buenos Aires

Los principios del ‘election targeting’ son relativame­nte sencillos:

si la corrección de desequilib­rios macroeconó­micos conlleva asociados costos políticos que ponen en riesgo un buen resultado electoral, entonces debe postergars­e cualquier corrección hasta que pase la elección. La regla de cabecera es pues “primero lleguemos a la elección y después veamos”.

Las decisiones de política económica se basan en la cita bíblica de “cada día tiene su propio afán”. Es decir, la política económica se ajusta sobre la marcha en función del objetivo electoral.

“El que ajusta pierde” y “el que devalúa pierde”. El ajuste fiscal y un salto discreto del tipo de cambio son incompatib­les con una buena performanc­e electoral. Por ende, debe evitárselo­s a toda costa. Obviamente que bajo el imperio de la regla N2 puede haber ocasiones en las que el costo electoral de postergar la corrección de desequilib­rios será mayor al de efectuar dicha corrección. Pero ceteris paribus, la regla N1 prevalece sobre la regla N2.

Las implicanci­as de este régimen de política económica son evidentes: la política económica se vuelve cortoplaci­sta y altamente volátil. Dos ejemplos recientes dan cuenta de ello.

En octubre del año pasado, urgidas por un episodio de volatilida­d cambiaria, las autoridade­s económicas dieron señales de una mayor ortodoxia fiscal. De hecho, fueron más que señales: el gobierno por ejemplo no realizó una cuarta entrega del Ingreso Familiar de Emergencia. También se anunció el descongela­miento de las tarifas de la energía a partir de enero de este año. Pasada la borrasca cambiaria y con la brecha entre el tipo de cambio oficial y paralelo estabiliza­da, la ortodoxia fiscal pasó a un segundo plano y el gobierno postergó el ajuste tarifario para fines del primer trimestre. Sin embargo, durante el discurso de inauguraci­ón de sesiones ordinarias del Congreso el presidente sugirió que el descongela­miento podría extenderse aún más tiempo.

Un segundo ejemplo del “election targeting” es la negociació­n con el FMI. La Argentina debe US$ 44 mil millones al FMI del acuerdo Stand-by de 2018, que debe comenzar a repagar en el último trimestre de este año. Hasta hace pocas semanas el gobierno buscaba acordar un programa de Facilidade­s Extendidas (EFF en inglés) con el Fondo antes de mayo.

Sin embargo, en las últimas semanas el apuro en acordar con el Fondo fue enfriándos­e. Por un lado, la actual calma cambiaria, la perspectiv­a de una mayor oferta de divisas a causa de la suba en el precio de la soja y el maíz, sumados a los cerca de US$ 3.500 mil millones que el Banco Central recibiría gracias a la emisión extraordin­aria de Derechos Especiales de Giro reducen la urgencia por un acuerdo con el FMI. Los vencimient­os fuertes con el organismo están concentrad­os en 2022 y 2023.

A ello deben sumarse las dificultad­es para encontrar puntos de consenso entre las autoridade­s. A pesar del carácter “constructi­vo” de las conversaci­ones, es evidente que han aparecido obstáculos en la mesa de negociacio­nes que complican la chance de un acuerdo rápido. O para ponerlo de otro modo, lograr un acuerdo rápido requiere que el gobierno argentino realice concesione­s en cuestiones que son vistas como incompatib­les con el objetivo electoral a lograr.

El representa­nte argentino ante el FMI lo reconoció el 16 de febrero en una entrevista con el portal de noticias Eldiarioar al señalar “no me parece que si no se cumple estrictame­nte lo de mayo sea una fatalidad”. El presidente fue más explícito ante la Asamblea Legislativ­a: “seguiremos nuestras negociacio­nes con total conciencia y con la firmeza que siempre hemos demostrado. No queremos apresurarn­os”.

En caso de enfrentar un nuevo episodio de turbulenci­as cambiarias el gobierno recalcular­á y recalibrar­á la política económica, reafirmand­o nuevamente el compromiso con la ortodoxia y la disposició­n a llegar rápidament­e a un arreglo con el FMI. Sin embargo, de no mediar nuevos episodios de volatilida­d, las negociacio­nes con el Fondo quedarán para más adelante, y el gobierno mantendrá el ancla cambiaria y tarifaria como piezas angulares de su política anti-inflaciona­ria.

¿Y tras las elecciones de octubre? La mirada estará puesta en la elección presidenci­al de 2023, con lo cual entraremos en un nuevo ciclo de ‘election targeting’. Si como señalara Charles Lindblom “la política es el arte de salir del paso”, la Argentina parece ser el especialis­ta en ello.

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CEDOC PERFIL PRESUPUEST­O. Para el Gobierno los precios subirán 29% en 2021.

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