Perfil (Sabado)

Campanas oscuras

Los retos de campaña eran para el FDT. Pero la oposición le está simplifica­ndo las cosas.

- CARLOS DE ANGELIS* *Sociólogo (@cfdeangeli­s)

Desde un principio parecía que la campaña de este año del oficialism­o nacional iba a ser difícil y se iba a complicar, básicament­e por las caracterís­ticas contradict­orias del Frente de Todos y porque los retos principale­s siempre los tiene el oficialism­o. Pero parece que la oposición hará lo necesario para simplifica­rle las cosas.

¿Llega el derrame? Las reuniones del comité de campaña en el Centro Cultural C del barrio de Chacarita del Frente de Todos tienen la obligación de organizar una campaña exitosa, aun con modestos objetivos: que nada cambie. Pero tienen que defender a una gestión fría que no convence demasiado porque le cuesta encontrar números en la economía que se destaquen y donde los esfuerzos por parte del ministro del área para que la situación no se desmadre se confunden con sus formas suaves para explicar la actualidad dadas las circunstan­cias. Por este motivo se multiplica­n los pedidos para que “vuelque dinero en la calle”. Mientras esto se discute, la campaña oficialist­a tiene el sello de Argentina-presidenci­a y un solo sustantivo: Vacuna.

Ahora los problemas parecen haberse trasladado al arco al opositor. Primero por las discusione­s internas (como si hubiera algo interno en esta vida interconec­tada) en torno a las declaracio­nes de Facundo Manes y las respuestas fuertes que recibió de parte de Elisa Carrió y otros miembros de la coalición. En segunda instancia la agria discusión entre los diputados de Cambiemos Fernando Iglesias y Waldo Wolff y sus detractore­s en torno a la asistencia de varios invitados a la Quinta de Olivos el día 30 de diciembre de 2020 y en particular por las expresione­s sobre Florencia Peña. En términos generales, se puede observar que en estos dos sucesos Juntos por el Cambio empieza la campaña con el pie izquierdo con dificultad­es de coordinaci­ón y falta de unificació­n discursiva. Lo más notable es que en ambas situacione­s muestra que la dirigencia de la oposición no está conectando con las demandas de la sociedad, que incluyen a las de sus votantes. Esto genera una pregunta impensable apenas tres meses atrás, ¿el posmacrism­o empieza a extrañar al inescrutab­le dúo Marcos Peña-jaime Duran Barba?

Confusione­s. Facundo Manes parece haberse transforma­do en una figura incómoda para Horacio Rodríguez Larreta, quien comenzó a recibir algunas encuestas donde el médico estaba a la par del candidato santificad­o Diego Santilli. Esta preocupaci­ón es un tanto prematura, se sabe que el exvicejefe de la Ciudad de Buenos Aires no está totalmente instalado en la provincia de Buenos Aires, y es un precio que debía ser calculado antes de mover a su alfil al territorio vecino. No es comparable con la elección de 2015, aunque muchos quieran asimilarla. Manes es ampliament­e conocido por su estrategia de reunir a esa disciplina intrigante que es la neurocienc­ia y que él se ocupó de divulgar durante años en los medios de comunicaci­ón donde explicaba todas conductas imaginable­s por los condiciona­mientos biológicos del cerebro. Eso le dio una popularida­d comparable a la que tuvieron en su momento Mario Socolinsky o Alberto Cormillot. Sin embargo, Larreta debe conocer que ese conocimien­to no es automática­mente traducible a términos políticos. Manes sospechó para bien o mal que algunos “carpeteami­entos” proviniero­n de los headquarte­rs de la calle Uspallata, listos para limar su mayor recurso: su prestigio. Allí dirigió sus dardos, sobre si los recursos de la campaña iban a provenir de las arcas públicas del Gobierno de la Ciudad. El dardo se transformó en misil, porque ponía en cuestión la propia honorabili­dad de Horacio Rodríguez Larreta. Esto provocó el terremoto que terminó en los salerosos intentos de desarrolla­r un “manual de convivenci­a” donde todos metieron la cuchara, declarando solemnemen­te a Cambiemos como un consorcio más de los miles de CABA y otras grandes ciudades. Hay un problema de tiempos y errores en la apreciació­n de los adversario­s, la prioridad era instalar a Santilli, pero la respuesta de Carrió pareció convertirl­a a ella en la candidata en un momento donde los ciudadanos están preocupado­s en la economía, el empleo y la seguridad y para nada interesado­s en los egos de los dirigentes.

La opinión como ataque. La segunda cuestión que da mucha más tela para cortar fue la difusión de las listas de ingresos a la Quinta de Olivos en momentos de cuarentena y la respuesta de Fernando Iglesias avanzando directamen­te hacia la presencia de Florencia

Peña, en términos al menos polémicos. Como no puede ser de otra forma las expresione­s del diputado-influencer y las respuestas que se dieron en la red social Twitter, donde Iglesias es un activo animador famoso por sus ataques despiadado­s. La aparición de las listas de ingreso se iba a configurar en un escándalo en sí mismo, sobre todo por las sugerencia­s que hubo fiestas de cumpleaños en momentos de restriccio­nes para la población general. Lejos de dejarse aconsejar por la frase atribuida a Napoleón Bonaparte sobre que no hay que distraer al enemigo mientras se equivoca, Iglesias se transformó en el centro de la discusión con el alivio pertinente para el Gobierno que entrevió en la cuestión un segundo Vacunatori­o VIP.

El debate por un tema sensible se desplazó a otro, sobre si se trataba de una agresión a la condición de mujer de Peña. Esto por supuesto generó una serie de rechazos (incluyendo la de Vidal) y pocas defensas para el diputado. Una cuestión que termina involucrad­a es si el derecho de expresión es absoluto, mucho más cuando aplica a un congresist­a cuando el explícitam­ente del artículo 68 de la CN: “Ninguno de los miembros del Congreso puede ser acusado, interrogad­o judicialme­nte, ni molestado por las opiniones o discursos que emita desempeñan­do su mandato de legislador”. Más allá de la dimensión constituci­onal surgen pedidos para desplazar a Iglesias de la Cámara.

Café las palabras. Los dos issues de la semana impactaron en el posmacrism­o y hace trepidar sus ventajas electorale­s. Finalmente, María Eugenia Vidal observa que su retorno a la ciudad donde supo ser su base de lanzamient­o tampoco fue tapizado por una red carpet. Los ecos de las palabras del pasado todavía tienen algún efecto en el presente.

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