LA VIDA DE FRICCIÓN
La vida de Fricción fue breve, pero intensa. En solo tres años, la banda liderada por Richard Coleman grabó dos muy buenos discos: Consumación o consumo (1986), con el aporte clave de Gustavo Cerati, quedó establecido como uno de los ecos más elocuentes de la eclosión del post punk en Argentina, y el siguiente –titulado con una aseveración categórica que abortaba cualquier idea de futuro– Para terminar (1988), incluyó la muy buena versión en español de Heroes, que sonó en las radios de acá mucho más que el propio original de David Bowie. Dada la calidad y la vigencia de los integrantes originales de la banda (que tuvo tres formaciones distintas, todas muy sólidas) –Fernando Samalea, Christian Basso, El Gonzo Palacios, Celsa Mel Gowland–, hubo y hay más de un promotor de un retorno que igual parece inviable. “Efectivamente, es una propuesta que ya apareció varias veces, pero siempre me negué – cuenta Coleman–. Cuando alguien me viene con esa idea, la respuesta es siempre ‘no es el momento’. La verdad es que estoy más pendiente de encontrar el espacio para hacer algo nuevo. Salir a tocar canciones que tienen treinta y cinco años no me suma mucho. Por algo las bandas se separan... Me gusta cómo están las cosas con Fricción, cómo se recuerda a ese proyecto, la influencia que ejerció en otros músicos. Si no nos viste es porque no fue tu momento, tu época”.