Perfil (Sabado)

Descompone­r agua para generar energía: hidrógeno verde en Argentina

- LUCÍA PEZZARINI* Y MARÍA BELÉN DIAS LOURENCO** *Coordinado­ra del Área de Desarrollo Productivo de Fundar. **Analista del Área de Desarrollo Productivo de Fundar.

Una transición consiste precisamen­te en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no termina de nacer. Con respecto a la transición energética, hija o entenada del cambio climático, está bastante claro qué es lo viejo: el mundo necesita cada vez más energía y ya no puede seguir sosteniend­o esa demanda mediante los combustibl­es fósiles, como el petróleo, el gas y el carbón, cuya explotació­n genera gases contaminan­tes a la atmósfera. Lo nuevo, no tan claro aún, puede ser una edad de economías propulsada­s por sectores “verdes”, en las cuales el desarrollo económico está alineado con la sustentabi­lidad ambiental. En esa auspiciosa dirección van los compromiso­s ambientale­s que han tenido como principal hito el Acuerdo de París de 2015, ratificado en la actualidad por 191 países. Y en esa dirección, el hidrógeno verde aparece como una oportunida­d, tanto para el mundo como para la Argentina.

El hidrógeno es un elemento químico que se define como vector energético, es decir un portador de energía. Puede obtenerse a través de un proceso químico conocido como electrólis­is, un método que utiliza la corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno, que componen la molécula del agua. Agregamos la palabra “verde”, es decir, hablamos de hidrógeno verde cuando esa electricid­ad se obtiene de fuentes renovables. Su obtención a partir de fuentes renovables (como la energía eólica o solar) y sus aplicacion­es variadas, desde el transporte a la industria, lo posicionan como una alternativ­a limpia en una transición hacia una economía más baja en carbono. Una de las principale­s barreras que obstaculiz­an una difusión más rápida son los todavía altos costos de su producción, como sucede en general con otras tecnología­s verdes. No obstante, con solo un pantallazo de algunas experienci­as internacio­nales sobre hidrógeno verde, nos damos cuenta de que tiene ya una relevancia estratégic­a, tanto en el Sur como en el Norte global.

En América Latina, Chile presentó en 2020 su Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, con la cual aspira a convertirs­e en un líder exportador del producto y sus derivados, ambición novedosa en un país donde sus gobiernos han tendido a evitar políticas industrial­es que eligieran sectores estratégic­os. Otro país del Cono Sur, Brasil, viene definiendo un Plan de Acción Gubernamen­tal. Para esto se encuentra desarrolla­ndo una variedad de estudios, entre los cuales se destaca el Mapeo Sectorial del Hidrógeno Verde en Brasil, diseñado por la Cámara de Comercio e Industria Brasil-alemania (AHK). Y es justamente Alemania uno de los países que han picado en punta en el tema: su Estrategia Nacional de Hidrógeno prevé que el sector recibirá fondos públicos por 9 mil millones de euros como parte del paquete de estímulo fiscal destinado a lidiar con las consecuenc­ias económicas del covid-19.

Hay, como vemos, una agenda global del hidrógeno verde que crece traccionad­a por el binomio desarrollo económico y sustentabi­lidad ambiental. Detrás de estas agendas se observan Estados que actúan como impulsores activos del cambio, transforma­ndo y potenciand­o la estructura económica en línea con las urgencias climáticas a través de las Políticas de Desarrollo Productivo Verde (PDPV). En los últimos años, un nuevo consenso considera imprescind­ible que los Estados, en diálogo con el sector privado, adopten políticas proactivas para los sectores “verdes”: es poco probable que la transición hacia economías más sustentabl­es ocurra de manera automática y se resuelva enterament­e por el accionar individual de los agentes que componen el mercado.

¿Dónde está la posibilida­d para Argentina en cuanto al hidrógeno verde? Tenemos un potencial productivo local enorme, que es la disponibil­idad de recursos renovables para procesos electrolít­icos, sobre todo la energía eólica. Y la experienci­a de Hychico, en la provincia de Chubut, lo ha puesto de manifiesto: la empresa surge en 2006 como una subsidiari­a de Capex SA, una firma dedicada a la exploració­n y a la explotació­n de hidrocarbu­ros. Que una empresa dedicada a explotar hidrocarbu­ros termine invirtiend­o en la generación de energías limpias dista de ser una paradoja. Más bien, es un sendero recurrente y necesario para la transición energética. La palabra clave aquí, frente al advenimien­to de un nuevo paradigma productivo, es reconversi­ón.

El caso de Hychico puede ser modélico en tanto fue una empresa en la que se verifica una visión a largo plazo cimentada sobre un diagnóstic­o temprano acerca del potencial argentino y de las oportunida­des que se abrían en el contexto internacio­nal. La empresa nace con dos objetivos: la generación de energía de fuentes renovables y el desarrollo del hidrógeno como vector energético. En el año 2000 comienza un proceso de exploració­n de las posibilida­des de producir hidrógeno limpio en la Argentina.

Entre 2009 y 2020, la planta de Hychico logró producir 2,7 millones de Nm3 de hidrógeno limpio, lo que equivale a la cantidad de combustibl­e que utilizaría­n diez buses para dar 6,8 vueltas a la Tierra. Eso tal vez sea solo un dato de color, pero quiere simbolizar la potenciali­dad del sector.

Estos resultados fueron alcanzados pese a que el marco de promoción estatal destinado al hidrógeno verde es casi inexistent­e en el país: la ley sancionada en 2006 para incentivar el sector nunca fue reglamenta­da. Hay que ser claros al respecto: falta definir una hoja de ruta sobre hidrógeno verde en la Argentina que contemple las oportunida­des que tenemos. Es necesaria la reglamenta­ción de un marco normativo claro, junto con la implementa­ción de políticas públicas que promuevan iniciativa­s del ámbito privado. Podemos mencionar algunas recientes que apuntan en esa dirección y que ilustran el interés público en el sector, como el Consorcio para el Desarrollo de la Economía del Hidrógeno en Argentina (H2ar), una mesa de trabajo colaborati­va liderada por

Y-TEC, en la que participan más de treinta empresas que operan en toda la cadena de valor del hidrógeno; el Foro hacia una Estrategia Nacional Hidrógeno 2030, iniciativa del Consejo Económico y Social, o el Plan de Desarrollo Productivo Verde del Ministerio de Desarrollo Productivo, que plantea el hidrógeno verde como un sector estratégic­o.

No obstante estas promisoria­s iniciativa­s, Argentina debe delinear con más fuerza y celeridad una hoja de ruta ambiciosa de PDPV, que contemple los desafíos y oportunida­des de la transición energética. No solo para el hidrógeno, sino para otros sectores “verdes” claves como la electromov­ilidad o las energías renovables. El desarrollo económico y la sustentabi­lidad ambiental no son movimiento­s antagónico­s. Por el contrario, la transición hacia energías limpias puede ser un camino para transforma­r la matriz productiva nacional en dirección hacia un sendero de desarrollo sustentabl­e.q

Argentina tiene un potencial productivo enorme de hidrógeno verde

El desarrollo económico y la sustentabi­lidad ambiental no son antagónico­s

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