Perfil (Sabado)

Impacto ambiental del desarrollo: esconder la cabeza debajo de la arena será costoso

- ROBERTO BOUZAS* *Profesor emérito de la Universida­d de San Andrés.

Hace pocas semanas la Comisión Europea publicó su propuesta integral para combatir el cambio climático. La implementa­ción del ambicioso paquete de medidas deberá aprobarse por el Parlamento y los 27 Estados miembros de la Unión Europea, algo que demorará algún tiempo. Pero en medio de la incertidum­bre dos cosas parecen seguras. La primera es que los efectos del cambio climático producido por la actividad humana han llegado para quedarse y, si continúa la trayectori­a actual, incluso empeorarán con resultados imprevisib­les. La segunda es que más temprano que tarde el comercio internacio­nal resentirá las consecuenc­ias de las medidas que para combatirlo eventualme­nte adopten los gobiernos más activos en el tema.

Con la Organizaci­ón Mundial del Comercio en estado catatónico y la eficacia del Acuerdo de París bajo un gran signo de interrogac­ión, el escenario más probable es un avance asimétrico y heterogéne­o hacia un control más efectivo de la emisión de gases de efecto invernader­o. Si este pronóstico es correcto, el comercio internacio­nal va a sufrir inevitable­mente las consecuenc­ias de la ausencia de un enfoque integrado y coordinado por parte de la comunidad internacio­nal.

El dilema es claro: si un grupo de países (como, por ejemplo, los miembros la Unión Europea) decide avanzar hacia la implementa­ción de mecanismos más rigurosos y efectivos de reducción de las emisiones, deberá simultánea­mente evitar que las actividade­s intensivas en emisiones se deslocalic­en hacia países con regulacion­es más laxas. Si bien no hay evidencia de que en el pasado haya habido “fuga de carbono”, es razonable suponer que a medida que aumente el costo económico de las iniciativa­s también aumentarán los incentivos para reasignar producción hacia jurisdicci­ones con regulacion­es más permisivas. Por consiguien­te, el cumplimien­to del objetivo ambiental que dio origen a la medida requerirá inevitable­mente la implementa­ción de acciones para desalentar la “fuga de carbono”. Por otro lado, y en paralelo al objetivo ambiental, es previsible que el costo económico de implementa­r medidas más efectivas y rigurosas creará en las jurisdicci­ones con políticas más restrictiv­as presiones políticas insoportab­les para “nivelar el campo de juego”.

Este dilema está claramente reflejado en la propuesta de la Comisión, que incluye la adopción de un mecanismo de ajuste en frontera que sirva para gravar las importacio­nes de ciertos productos intensivos en emisiones provenient­es de países que no adopten medidas equivalent­es a las de la UE. El diseño y la implementa­ción de ese mecanismo serán claves a la hora de determinar su consistenc­ia o inconsiste­ncia con los compromiso­s multilater­ales asumidos en la OMC. Pero es bien sabido que una medida que algún Estado interprete como una violación o un menoscabo de derechos adquiridos solo podrá convertirs­e legalmente en tal como resultado de un dictamen del mecanismo de solución de controvers­ias, cuyo Órgano de Apelación se encuentra paralizado por la negativa del gobierno norteameri­cano de apoyar el nombramien­to de nuevos jueces. Esta impasse que no tiene visos de resolverse en un plazo razonable.

Por estas razones para la Argentina, como para muchos otros países en desarrollo, la evaluación del impacto ambiental (en particular sobre las emisiones) de la trayectori­a deseada de desarrollo económico adquirirá una importanci­a cada vez mayor. Si bien es cierto que tenemos muchos otros problemas urgentes para atender, no parece una buena idea dejar de lado estas considerac­iones cuando se piensa y planifica el largo plazo, un deporte al que en cualquier caso no estamos muy acostumbra­dos. La explotació­n más intensiva de la formación de Vaca Muerta, que hasta hace poco lucía como una estrella naciente del desarrollo económico de la Argentina, hoy debería ser evaluada con más prudencia y más reservas. Más allá del desestímul­o general a la explotació­n y utilizació­n de hidrocarbu­ros que será la tónica dominante en las próximas décadas en los países industrial­izados, la extracción de gas natural tiene problemas propios (filtracion­es y escapes) que la hacen una actividad particular­mente sensible. También es muy probable que en el futuro próximo los organismos multilater­ales de crédito vean con mucha menos simpatía el financiami­ento de proyectos de infraestru­ctura vinculados a la explotació­n de hidrocarbu­ros. Otras actividade­s claves para el desarrollo económico de la Argentina, como la agricultur­a y la ganadería, también están en la mira de quienes se ocupan de estos temas.

En síntesis, la inclusión de considerac­iones ambientale­s en el debate sobre el futuro de la economía argentina no debe verse apenas como el resultado de una preferenci­a ideológica o de una postura de “corrección política”. Parece más bien una necesidad imperiosa dictada por el curso que están tomando los acontecimi­entos en el plano global. Nos guste o no, esconder la cabeza debajo de la arena va a tener un alto costo. Y la sarasa también.

El escenario más probable es un avance asimétrico y heterogéne­o hacia un control de la emisión de gases de efecto invernader­o

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AFP PLAN PARA COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO. La Comisión Europea quiere aprobar medidas para descarboni­zar su economía.

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