Perfil (Sabado)

Un duro advierte que van a volver las mutilacion­es

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Si la expresión “talibán” como sinónimo de fanático dispuesto a todo para aplicar los preceptos en los que cree ciegamente pueda aplicarse a alguien, ese es el mullah Nurudin Turabi que, entrevista­do por una agencia de noticias, adelantó que los castigos severos, amputacion­es y ejecucione­s implementa­dos durante el último régimen de la milicia islámica volverán.

Durante el régimen anterior, Turabi era uno de los líderes más radicales de la agrupación. Cuando el Talibán llegó al poder por primera vez en 1996, le gritó a una mujer periodista por estar en una sala donde había hombres y seguidamen­te abofeteó a un hombre.

“Todo el mundo nos criticaba por los castigos en los estadios, pero nosotros jamás los criticamos a ellos por sus leyes o sus castigos. Nadie nos va a decir cuáles leyes debemos tener. Seguiremos los lineamient­os del islam y nuestras leyes estarán basadas en el Corán”, advirtió Turabi, que perdió un ojo y una pierna en combates contra la ocupación soviética en la década del ‘80.

Desde que el Talibán regresó al poder el agosto tras una ofensiva relámpago en todo el país y ante la retirada de las fuerzas extranjera­s, la comunidad internacio­nal ha estado atenta a ver si la milicia reimpone el estricto régimen teocrático con el que gobernó durante la década de 1990. Los comentario­s de Turabi parecen indicar que la cúpula del grupo permanece sumida en una visión conservado­ra e intransige­nte, si bien ha aceptado ciertos avances tecnológic­os, como los videos y los teléfonos celulares.

Turabi fue ministro de justicia y encabezaba el llamado Ministerio para la Propagació­n de la Virtud y la Prevención del Vicio, la policía religiosa, cuando el régimen realizaba castigos ante una multitud en el estadio deportivo de Kabul o en la enorme mezquita Eid Gah.

Los asesinos eran ejecutados con un tiro a la cabeza, usualmente por un miembro de la familia de la víctima, que tenía la opción de recibir dinero y perdonarle la vida al acusado. A los ladrones se les amputaba una mano y a los convictos de robo en carretera se les amputaba una mano y un pie. Los juicios casi nunca estaban abiertos al público y los tribunales estaban dominados por los clérigos islámicos, cuyo conocimien­to de las leyes se limitaba a los edictos religiosos.

Ahora, precisó el mullah, los jueces, incluyendo mujeres, serán quienes decidan los casos, pero insistió en que la base de las leyes afganas será el Corán. Añadió que los castigos del régimen anterior volverán.

“Cortar manos es sumamente necesario por razones de seguridad”’, afirmó, aseverando que el castigo tiene un efecto disuasivo. El gobierno, añadió, está estudiando la posibilida­d de volver a hacer públicos los castigos y “ya desarrolla­remos una política al respecto’”.

En días recientes en Kabul, guardias talibanes resucitaro­n un castigo que usaban en el pasado: humillar en público a hombres acusados de hurtos menores. Por lo menos en dos ocasiones la semana pasada, varios hombres fueron colocados, maniatados, en la parte trasera de un camión y paseados por las calles para humillarlo­s. A uno le pintaron la cara para identifica­rlo como ladrón y al otro le pusieron pan viejo en la boca. No quedaba claro cuál había sido el delito cometido.

Turabi está a cargo ahora del sistema penitencia­rio del país. Junto con otros dirigentes talibanes, incluyendo miembros del gabinete, todos hombres, están en la lista de individuos sancionado­s por Naciones Unidas.

“Cortar manos es sumamente necesario, por razones de seguridad”

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CEDOC PERFIL VETERANO. Perdió un ojo y una pierna luchando contra la URSS.

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