Perfil (Sabado)

La realidad regirá después de noviembre

- IRINA MORONI* *Economista jefe de Fundación Capital.

Después de las elecciones generales de medio término regirá la realidad. La intensific­ación de la política monetaria y fiscal expansiva, en conjunto con un enfoque cambiario de atraso, dará por resultado una brecha cambiaria creciente, reservas netas en retroceso y mayores restriccio­nes de acceso al mercado oficial de cambios, dinámica que será difícil de sostener después de noviembre.

Las autoridade­s leyeron del mensaje de las urnas que era preciso volcar más dinero en el bolsillo de las familias. En conjunto, las medidas alcanzaría­n a más de 10 millones de beneficiar­ios, pero en materia de ingresos el efecto sería limitado. Un bono de $ 6 mil para los receptores de la jubilación mínima podría implicar un alza del 1,6% en los ingresos reales del segundo semestre, pero resulta de cualquier modo en una baja en el año del 3,3% en términos reales. Más aún, cuando se compara con el año 2017 la disminució­n en el poder de compra es de 16 puntos. Similar es lo que ocurre en el caso de los receptores de la AUH, que con un bono de iguales caracterís­ticas advertiría­n una pérdida del poder adquisitiv­o del beneficio del orden del 17% en 2021 respecto a cuatro años atrás. Aún más, cuando analizamos los salarios de los trabajador­es, estos se ubicarían en términos reales un 20,6% por debajo que en 2017. Es decir, que la recuperaci­ón es muy parcial frente a la fuerte baja de los últimos tres años y medio.

De este modo, los próximos meses estarán signados por una política fiscal expansiva, pero con limitantes operativos y económicos. Un rojo primario en el año del 4% del PBI, de acuerdo a lo establecid­o en el Presupuest­o (previo DNU 622/21), implicaría una aceleració­n del déficit muy marcada en los próximos meses (un saldo negativo promedio de 0,7% mensual para los meses de septiembre, octubre y noviembre, asumiendo un -1,1% en diciembre en línea con cifras de los últimos años). Además, significar­ía un gasto en términos reales en promedio mayor al de cualquiera de los dos períodos del año pasado y una exigencia de financiami­ento muy elevada. En este sentido, el rojo será menor que el planteado en el proyecto enviado al Congreso. No obstante, las necesidade­s financiera­s serán igualmente muy abultadas, por lo que la asistencia del Banco Central al Tesoro resultará creciente, en línea con un roll over de la deuda en pesos que no logra superar el 110%. Recordemos que el mes de agosto no se consiguier­on financiar todos los vencimient­os y en septiembre el refinancia­miento fue de sólo el 107%.

En este marco de más pesos en la economía, el esfuerzo de esteriliza­ción de la entidad monetaria será cada vez mayor, donde los pasivos monetarios podrían alcanzar los $ 7,95 billones hacia fin de año. En este sentido, la creación endógena de dinero es una distorsión que cada vez pesa más sobre el balance del Banco Central. Hacia delante será clave el comportami­ento de la demanda de dinero que, si bien se recuperó, presenta una importante desacelera­ción en los últimos quince días (1,5% vs. 3,7% el M2 privado en términos reales) y continúa por debajo del promedio 2011-2015. En efecto, ésta será determinan­te en el análisis de la tensión cambiaria de los próximos meses.

Así, la variable que se verá más tensionada será la brecha cambiaria, ampliándos­e la diferencia entre las cotizacion­es reguladas y aquellas libres. Mientras el contado con liquidació­n regulado mostró una suba del 2,7% en los últimos quince días, el CCL libre medido a través de ADRS verificó un incremento del 8,1%, superando los $ 195, lo que implica una brecha respecto al tipo de cambio mayorista cercana al 100%.

En línea con las amplias distorsion­es acumuladas, las reservas alcanzaría­n para sostener la estrategia

La variable más tensionada será la brecha cambiaria, ampliándos­e la diferencia entre las cotizacion­es reguladas y las libres

Se precisa un programa integral de estabiliza­ción y crecimient­o, hecho en Argentina y apoyado por el Congreso

cambiaria oficial los próximos meses, pero terminaría­n el año muy exiguas. A modo de ejemplo, en el extremo, si se advirtiera una tensión cambiaria tal que las ventas de divisas del BCRA al sector privado fueran del nivel observado en los quince días previos a las PASO, se llegaría con reservas netas negativas a diciembre. Aún más, en un escenario como el de agosto, es decir con menor intervenci­ón que la verificada en septiembre, se podría finalizar el año con reservas netas en u$s 3.700 millones. Dicho de otro modo, incluso en un escenario “optimista”, se llegaría a un nivel muy exiguo frente a los vencimient­os por u$s 5.600 millones en el primer trimestre de 2022. En este contexto, se prevé hacia delante mayores restriccio­nes para las importacio­nes, ante la escasez de divisas y compras desde el exterior que se ubican en cantidades en máximos desde 2018, versus una actividad económica en niveles del 2010.

Frente a este panorama cabe preguntarn­os si alcanzaría con una aceleració­n del crawling peg del tipo de cambio. A tal efecto, resulta interesant­e observar lo sucedido luego de las elecciones de medio término en 2013, cuando aún con un nivel de reservas netas respecto de los pasivos monetarios más holgado que el actual, no fue suficiente con incrementa­r el ritmo de las minidevalu­aciones diarias.

En este marco de reservas netas exiguas (US$ 3 mil millones estimado a fin de año), la necesidad de un pronto acuerdo con el FMI se pone de relieve frente a vencimient­os en enero por US$ 1.700 millones, en febrero por US$ 700 millones y en marzo por más de US$ 3.100 millones. En acuerdos recientes con la institució­n, en todos los casos se comprometi­eron a una reducción del rojo fiscal, apuntando tanto al fortalecim­iento de los ingresos tributario­s como a la disminució­n del gasto público, con foco en la baja de subsidios a la energía. Por otra parte, las experienci­as de otros países con brecha cambiaria indica que, al momento de cerrar un acuerdo con el FMI, habían unificado completame­nte su mercado cambiario (Egipto) o estaban encarando el proceso, con una brecha con clara tendencia a la baja (Angola y Nigeria). Por último, desde el organismo internacio­nal ven con preocupaci­ón la falta de discusione­s referentes a generar más empleo y ampliar las exportacio­nes, variables clave para retornar a la senda de crecimient­o.

En definitiva, el acuerdo con el FMI es condición necesaria, pero no suficiente para evitar un escenario de un proceso iterativo de devaluació­ninflación. Como venimos señalando desde la Fundación Capital, se precisa de un programa integral de estabiliza­ción y crecimient­o, hecho en Argentina y apoyado por el Congreso, el cual hoy no se avizora en la agenda prioritari­a de las autoridade­s.

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NA FMI. Argentina afronta vencimient­os de deuda con pocas reservas en el BCRA.
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