Perfil (Sabado)

Empoderar al consumidor

- NATALIA CERVILLA* *Directora de la Licenciatu­ra en Nutrición de Universida­d Siglo 21.

Garantizar el derecho a la salud a través de una alimentaci­ón adecuada, brindando informació­n nutriciona­l simple y comprensib­le de los alimentos envasados, es indispensa­ble para transforma­r nuestra cultura de consumo. En este sentido, un reciente estudio que realizamos en la Universida­d Siglo 21 reveló una estadístic­a alarmante: hoy menos de la mitad de los argentinos lee las etiquetas pegadas en los envases de alimentos y sólo uno de cada cuatro las comprende.

No hay manera de garantizar el derecho a la alimentaci­ón, a una vida sana y promover el bienestar de las personas sin políticas públicas que fomenten la concientiz­ación en los consumidor­es y la responsabi­lidad en los productore­s. Actualment­e Argentina busca dar un paso importante con la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, que ya tiene media sanción del Senado y cuenta con el apoyo de entidades como la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS), Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), Unicef y la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO).

Una de sus principale­s iniciativa­s es el rotulado de envases con una serie de sellos octogonale­s negros y blancos que alerten cuando se trate de un alimento con alto contenido de sodio, azúcar, grasas saturadas y calorías, acorde a los estándares de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud. Esta propuesta replica los sistemas probados y aprobados de otros países de la región como México, Chile, Perú y Uruguay.

Así como las enfermedad­es relacionad­as a la alimentaci­ón son multicausa­les, también deben serlo su prevención y tratamient­o. Por eso resultan fundamenta­les propuestas complement­arias al etiquetado: la restricció­n de la comerciali­zación de alimentos y bebidas malsanos a niñas y niños; una reglamenta­ción de los alimentos en el entorno escolar; la regulación de la publicidad, y la promoción y el patrocinio de productos comestible­s no saludables dirigidos a estos públicos.

En este sentido, el caso de Chile es paradigmát­ico. Desde 2016, el país cuenta con una Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, que no solo incluye el uso de sellos de advertenci­a en el frente del envase sino que también restringió la publicidad de este tipo de alimentos cuando está dirigida a menores de 14 años y está prohibida la venta, promoción y entrega de alimentos con sellos en los establecim­ientos educativos. En un país donde el 50% de los alumnos de entre cinco y siete años presentaro­n sobrepeso u obesidad, la Ley de Etiquetado hizo que el 41% de los chilenos modificara­n sus hábitos y 64% considerar­a disminuir el consumo de productos altos en nutrientes críticos. A su vez, logró que disminuya un 25% el contenido promedio de azúcares en los productos.

El beneficio de esta normativa se ve en toda la región donde ha sido reglamenta­da. En México, el 50% de los consumidor­es entiende mejor el nuevo etiquetado de alimentos y asegura que le ayuda a tomar una mejor decisión de compra. En Perú, 80% considera que el etiquetado frontal tendrá un aporte positivo en los hábitos de alimentaci­ón de la gente. En Uruguay, 94% de las personas califica a la iniciativa positivame­nte y 58% cambió su decisión de compra al ver los octógonos, donde el 89% considera que ayudan a identifica­r claramente productos poco saludables así como a mejorar la calidad de su alimentaci­ón.

El impacto positivo en los países de Latinoamér­ica es una buena señal para seguir impulsando en Argentina una normativa enfocada en la alimentaci­ón que ayude a atender una de las problemáti­cas sanitarias más graves que vivimos hoy en día. Sin duda, el camino llegará cuando logremos una verdadera concientiz­ación, análisis y regulación para garantizar un derecho humano primordial: nuestra alimentaci­ón, nuestra salud.

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