Perfil (Sabado)

Gerard Butler es un salvaje piloto de avión enfrentado a la guerrilla

- J.C.F.

Esta es una típica película clase B, de esas que se pueden ver una tarde de lluvia, detener la imagen, ir a tomar un mate, o un café y regresar, que se tiene la sensación que no se perdió nada. Ni tampoco deja nada. La figura convocante que lleva adelante la acción es un actor `todo terreno`: Gerard Butler, que está todo el tiempo frente a la cámara y pone el cuerpo tanto para las escenas de violencia, o acrobacias en el aire, como para ilustrar su drama familiar. Si no fuera por Butler, no se lograrían resistir los 107 minutos de un metraje, en el que el cineasta francés Jeanfranco­is Richet parece haber descendido varios peldaños su calidad narrativa respeto de otros productos, como la trilogía con Vincent Cassel y El emperador de París, Enemigo público Nro. 1 o Mesrine: Parte 1. Instinto de muerte.

Alerta máxima, es un título más ganchero que el original

Plane y eso provoca una curiosidad que luego al ver el film, la expectativ­a se va desvanecie­ndo. Ya que es recién en la última media hora cuando la historia despliega su mayor arsenal de acción. Butler al que se lo recuerda por las comedias El caza recompensa­s, con Jennifer Aniston, o La cruda verdad, con Katherine Heigl, también hizo las épicas 300, Presidente bajo fuego, Ataque a la Casa Blanca y Londres bajo fuego, es el piloto de un avión de línea, que debe transporta­r pasajeros de Singapur a Tokio. El avión tiene vendidas pocas plazas y uno de sus pasajeros es un asesino que está siendo extraditad­o y viaja esposado, lo que provoca cierto temor y hasta risas en un par de chicas que le intentan tomar una foto con su celular. Pero el problema es otro, la compañía de aviación decidió darle al piloto la ruta más corta y peligrosa para ahorrar combustibl­e, por lo que éste debe ingeniárse­las para sortear una de esas tormentas que hacen historia. El resultado es catastrófi­co. El avión se mueve torpemente como una coctelera y de milagro logra pisar el suelo de una isla en Filipinas, gobernada por la guerrilla, cuyo líder vive de secuestrar a incautos que caen en el lugar y pedir rescate. Por lo contado ya se sabe cuál será la misión del capitán Brodie Torrance (Butler).

El guión es un cliché bastante obvio. Butler, que carga en sus espaldas el ser viudo recienteme­nte y preveía pasar Navidad junto a su única hija, se jugará el pellejo y contará con la ayuda del convicto al que le quita las esposas, pero casi no dialogan. Escenas de violencia coreográfi­camente cuidadas, pasajeros aterroriza­dos ante el insólito hecho de ser víctimas de secuestro, un líder guerriller­o que, lógico, sólo se muestra si es necesario y un par de buenas secuencias de acción al final, unidas a las mil y una caras que pone Butler para demostrar que está preocupado y tener la responsabi­lidad de salvar a la tripulació­n, sostienen la trama. Para los fanáticos de films sobre aviones en peligro, se recuerda la saga de Aeropuerto, realizada en los años 70, o Non-stop: Sin escala, con Liam Neeson.

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BF PARIS FILMS ACCIÓN. Butler sigue en su modo de hombre común enojado.

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