Perfil (Sabado)

Del cansancio y los bondis por el Conurbano, a ser el argentino más cotizado de la historia

- AGUSTÍN COLOMBO

El mediocampi­sta campeón del mundo con la Selección debutó ayer en su nueva casa: el Stamford Bridge del Chelsea. Todo el mundo habla de los 120 millones de euros que pagó el club londinense por su ficha, pero pocas personas recuerdan su historia: las frustracio­nes y los tropiezos en las inferiores por las que escribía en sus redes sociales, el préstamo a Defensa y Justicia que lo fogueó, el brillo en el River campeón de Gallardo y la consagraci­ón histórica con la Selección en el Mundial de Qatar 2022. Pasado y presente del futbolista argentino de la nueva década.

Sus viejos posteos de Facebook funcionan casi como una fuente arqueológi­ca. Una declaració­n de principios cuando solo tenía sueños: aún no había gloria deportiva ni cláusulas de 120 millones de euros, solo idas y vueltas arriba de colectivos por el conurbano, mucho cansancio y muchas frustracio­nes. “Estoy super mal. Nada me sale y tampoco tengo suerte. Yo sé que un día va a llegar”, escribía en octubre de 2015, con apenas 14 años. No sabía –nadie sabía– que esos días llegarían y serían tan luminosos como los de estos últimos meses.

Porque la carrera de Enzo Fernández dio un giro tan abrupto y veloz que sorprende incluso ahora viéndolo en retrospect­iva. Hace apenas dos años, ese día que tanto soñaba de adolescent­e había llegado: en enero de 2021 salió campeón con el Defensa y Justicia de Hernán Crespo de la Copa Sudamerica­na 2020, tras vencer 3 a 0 a Lanús. Tan clave fue que la Conmebol lo incluyó en el Equipo Ideal de la Copa.

Jugaba en Defensa y Justicia porque River lo había cedido por un año. Y le fue tan bien en Florencio Varela –con el Halcón también venció al Palmeiras por la Recopa Sudamerica­na– que Marcelo Gallardo le pidió a la dirigencia de River que interrumpi­era el préstamo. Disfrutarl­o con otro equipo era un desperdici­o deportivo.

Ya de vuelta en Núñez, Enzo comenzó a brillar. Aquel día que había soñado en su casa de San Martín quizás era alguno en el Monumental: el de los golazos con la banda roja en el pecho, la obtención holgada de la Liga Profesiona­l 2021 o el del Trofeo de Campeones. Enzo era el mejor futbolista del River campeón, la plataforma que construyó para volar al Benfica de Portugal. Para volar a Europa.

Pero mucho antes de eso, en 2016, cuando todavía faltaban cuatro años para que llegara a Primera, cuando Enzo jugaba de cuatro o de ocho en las inferiores de River, escribía en su Facebook: “Nadie sabe del sacrificio que hago…, el barro que piso, las lluvias que sufro, el frío que paso, el calor que me sofoca, la tierra que me raspa…, nadie sabe. Todos ven a ese que sale a la cancha vestido con la ropa del club limpia y en una cancha más o menos presentabl­e, pero nadie ve a ese que semana tras semana se rompe el orto yendo a entrenar”. Fernández quería llegar. Luchaba por llegar. Y llegó.

Y probableme­nte pensó que el día que él soñaba y escribía en 2014 no había sido ni la final ganada con Defensa y Justicia ni los títulos con River, sino el 18 de diciembre de 2022, cuando levantó la Copa del Mundo con la Selección argentina. El país estaba de fiesta, y Enzo estaba en el centro de esos festejos colectivos.

Después del Mundial, se convirtió en el futbolista de moda. El Chelsea lo quiso comprar, Benfica rechazó la propuesta, pero el club de Londres volvió un mes más tarde y se lo llevó por 121 millones de euros.

“Jugar al fútbol es patear una pelota”… Sí, para el sin sangre que lo ve de esa forma. Para mí es mi vida, lo que quiero que me dé de comer, lo que quiero que me haga disfrutar, lo que quiero para darles una buena vida a mis seres queridos, lo que quiero para llegar y decir ‘no fue fácil pero lo logré’. Nadie ve mis esfuerzos y sacrificio­s…, pero lo mejor de todo es que yo sí lo sé. Entonces me podrás criticar, pero mientras vos hablás…, yo no te escucho porque estoy entrenando”, posteó en 2016.

Ayer Enzo Fernández debutó en Stamford Bridge con la camiseta blue del Chelsea. Fue 0 a 0 contra el Fulham. Llevó el cinco en la espalda y su nombre: Enzo. El estadio estaba llenísimo y su primer tiempo fue digno de crack: dio dos asistencia­s exquisitas y se convirtió en el eje del mediocampo. En el segundo tiempo, su juego se diluyó un poco, pero en el balance, el debut fue más que positivo. “Yo sé que un día va a llegar”, escribió. En su carrera, con apenas 22 años, ya tiene varios días para atesorar en la memoria.

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NA PEGADA AL PIE. En su debut, Enzo tuvo un gran primer tiempo: dio dos asistencia­s y distribuyó en el medio. En el segundo, su juego se diluyó.
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IG SONRISA. La 5 y los dientes de Enzo, una imagen que remite a Qatar 2022.

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