Perfil (Sabado)

Estabiliza­ción para el desarrollo o ajuste

- ROBERTO FELETTI* *Ex secretrio de Comercio Interior. Economista del Frente de Todos.

Los dirigentes y economista­s de Juntos por el Cambio manifestar­on que, de llegar al Gobierno, provocaría­n el default de la deuda pública emitida en pesos, estimuland­o una reacción negativa entre los tenedores de bonos emitidos en moneda local por el mal recuerdo que dejó el denominado “reperfilam­iento” realizado por la gestión de Cambiemos, eufemismo que se utilizó para plantear la reprograma­ción unilateral de la deuda soberana en pesos.

Esta actitud irresponsa­ble de los dirigentes y técnicos de la oposición, intentando lesionar la única fuente de financiami­ento del Estado, evidencia su falta de autocrític­a sobre el gobierno que llevaron adelante en el lapso 2015-2019, sumada a su incapacida­d de promover un plan en beneficio del crecimient­o y el desarrollo sostenible, humano y económico.

El gobierno del Frente de Todos, ante la recesión provocada por la pandemia global, tuvo que ejecutar políticas contracícl­icas que incluyeron la emisión monetaria como medio para sostener la expansión del gasto público. Posteriorm­ente, en la medida en que retiraban los estímulos fiscales a la actividad, logró canalizar el excedente de pesos a través de instrument­os financiero­s en el sistema bancario y en el mercado de capitales, hasta tanto la economía recuperara los niveles de actividad dañados por la gestión de Macri y por el efecto del virus.

Emisión monetaria y mercado financiero en moneda nacional fueron las herramient­as que le quedaron al gobierno del Frente de Todos después de que la gestión de Cambiemos comprometi­era la capacidad de endeudamie­nto internacio­nal en escasos cuatro años: en el bienio 2016-2017 contrajo una voluminosa deuda con los mercados financiero­s internacio­nales, y en el 2018-2019, ante una economía desmadrada por la fuga de divisas y la incapacida­d de equilibrar el sector externo, agotó el financiami­ento multilater­al con el Fondo Monetario Internacio­nal y los bancos de desarrollo.

Sin fuentes de financiami­ento externas y ante el efecto recesivo de la pandemia global, la apelación a los pesos como fuente de recursos para asegurar las prestacion­es sanitarias y el sostenimie­nto de los ingresos populares fue clave para la gobernabil­idad del actual período.

Ahora bien, en esta etapa, con una mezcla de la ya mencionada irresponsa­bilidad, carencia de autocrític­a y también oportunism­o electoral, la oposición procura forzar una huida de los pesos hacia el dólar, rompiendo el esquema de intermedia­ción en el mercado nacional vigente.

En paralelo, los economista­s opositores preanuncia­n el violento ajuste que pretenden ejecutar, cuyo puntapié inicial es una megadevalu­ación y una monumental suba de tarifas.

Agitar una corrida contra el peso es parte de ese mismo plan. Así como al default lo llaman “reperfilam­iento”, a la devaluació­n y al tarifazo asociado a la suba del tipo de cambio la denominan “sinceramie­nto”.

La política económica del Gobierno se orienta a reducir la volatilida­d de las variables –tasa de interés, tipo de cambio y precios, sin deteriorar el nivel de actividad y de empleo. De hecho, en 2021 la economía se recuperó de la caída que significó la pandemia durante 2020, y en 2022 mostró algunos números mejores que los de 2019, lo que implica que estamos dejando atrás también la contracció­n provocada por el macrismo durante su gestión. A eso debemos sumar una proyección de crecimient­o por tercer año consecutiv­o para 2023.

El agitar deliberada­mente una corrida contra el peso y proponer un salto abrupto del valor del dólar y de las tarifas, rompería el actual esquema de estabiliza­ción para producir un ajuste potente contra el empleo y el salario. El país extractivi­sta de recursos naturales con el pueblo marginado al que aspira la oposición encontrarí­a su punto de partida en ese movimiento de precios relativos. El Frente de Todos, en cambio, persiste en una política de estabiliza­ción cuyo horizonte es el cambio de funcionali­dad que va a tener la energía en la Argentina.

En los próximos años, la Nación vivirá una reforma estructura­l a partir de producción de gas y petróleo incrementa­l por la puesta en valor del yacimiento neuquino Vaca Muerta. La energía dejará de ser una restricció­n para el desarrollo del país, convirtién­dose en un motor de impulso.

En un contexto internacio­nal de conflicto entre bloques cristaliza­dos, que desembocó en una guerra abierta en Europa del Este, la perspectiv­a de precios internacio­nales altos en energía y también en minería y agro, genera la existencia de rentas extraordin­arias en esos sectores, capaces de modificar la fisonomía de la Argentina.

La discusión central es quién administra ese escenario: si los que procuran una corrección abrupta de precios en contra de los trabajador­es para optimizar en beneficio privado dicha renta extraordin­aria, o gobierna el peronismo, en favor –como lo marca su historia– de los intereses nacionales y de las mayorías populares.

El camino de la estabiliza­ción y el crecimient­o no es lineal, pero es la única alternativ­a para que el país avance con justicia social. El default y el ajuste son opciones que sólo profundiza­rán la fractura social. Si en verdad queremos construir una Argentina desarrolla­da y potente, un país de dos velocidade­s con pequeñas minorías privilegia­das no puede ser una posibilida­d.

Emisión monetaria y mercado financiero en moneda nacional fueron las herramient­as que le quedaron al Gobierno

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CEDOC PERFIL CAMPAÑA. CFK precalient­a la campaña con la economía como eje.
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