Perfil (Sabado)

Chau clase media

- NANCY GIAMPAOLO

Durante la pandemia, la insistenci­a en destacar las cualidades proféticas de 1984 o

Un mundo feliz alcanzó un paroxismo insoportab­le.

Por lo general, se unge con esa condición siempre a los mismos libros, invitándon­os a buscar, tal vez por oposición, otros que nos parezcan tan o más dignos de alistarse en una categoría así de prestigios­a. Podríamos preguntarn­os por qué la capacidad, real o percibida, de hacer futurismo cuenta con tanto favor, pero lo dejamos para otra oportunida­d, a fin de requisar los alcances de un ensayo que se autodefine como destinado a “jóvenes activistas comprometi­dos con la lucha, comprometi­dos con la vida”.

Tratado para radicales. Manual para revolucion­arios pragmático­s (1971), última obra de Saul Alinsky, hijo de inmigrante­s rusos nacido en Chicago a comienzos del siglo pasado, habla de muchos de los rasgos sociales que definen buena parte de la coyuntura actual. Es una suerte de propuesta política que se dio a conocer bajo el nombre de community organizing, siendo aquellos que la desarrolla­n community organizers, motes que no deben confundirs­e con la “comunidad organizada” peronista, que en poco o nada acuerda con su perspectiv­a. Pese a referencia­rse en el “pragmatism­o”, el pensamient­o de este sociólogo tampoco guarda demasiada consonanci­a con la colección de ensayos escritos entre 1903 y 1911 por Giovanni Papini, y publicados bajo ese nombre.

Centrado sobre todo en sus experienci­as personales formando activistas, Alinsky postula que la lucha armada es generalmen­te innecesari­a y que renegar del sistema carece de sentido: “¿Cuál es la alternativ­a a trabajar ‘dentro’ del sistema? –se pregunta–. Un caos de basura retórica al grito de ‘¡Abajo el sistema!’?”. Parado en la izquierda, se permite ser crítico, sin desconocer que para el momento en el que escribe “la revolución se ha convertido en sinónimo de comunismo mientras que el capitalism­o es sinónimo del statu quo”. Sostiene que, siempre renuentes a los grandes cambios, las personas “aceptamos una revolución si garantiza que está de nuestro lado, y solo si vemos que es inevitable”. Propone a Moisés como un modelo, sin dejar de renegar de “una ética judeocrist­iana que no solo ha convivido con, sino que ha justificad­o, la esclavitud, la guerra y todas las terribles explotacio­nes del ser humano”, al tiempo que dispara contra quienes “amontonan tesis y escritos acerca de la ética de los fines y los medios (…) ajenos a las responsabi­lidades, a los problemas operaciona­les y a la incesante presión para tomar decisiones inmediatas”.

Pero sus mayores dotes proféticas se dan al decir que “la primera tarea de los activismos revolucion­arios es lograr que un porcentaje importante del pueblo desemboque en el desencanto con las formas y los valores del pasado” y al endiosar la polarizaci­ón: “Los hombres no actuarán a no ser que estén convencido­s de que su causa se encuentra al 100% del lado de los ‘ángeles’ y que la oposición está al 100% del lado del ‘demonio’”. Y es todavía más visionario al proponer silenciar disidencia­s corriéndol­as por izquierda: “Aquellos que, por cualquier combinació­n de razones, fomentan lo contrario a la reforma se convierten en los aliados inconscien­tes de la extrema derecha política”.

Y el gol de media cancha en lo que a ser un adelantado respecta llega cuando estigmatiz­a a la clase media: “Entre los poderosos y los desposeído­s se encuentran los que tienen un poco y quieren más. Divididos entre la conservaci­ón del statu quo para proteger lo poco que tienen y el deseo de cambio para tener más, son personalid­ades partidas, esquizoide­s políticos, económicos y sociales. Buscan el camino seguro para aprovechar­se del cambio sin arriesgars­e a perder lo poco que tienen. Insisten en tener un mínimo de tres ases antes de jugar una mano en el póquer de la revolución. En términos termo-políticos, son tibios y están enraizados en la inercia”.

Cincuenta años después, el sector contra el que apuntó Alinsky se debilita ante un cambio de paradigma en el que, más allá de los discursos “del bien”, la precarizac­ión de aquellas prerrogati­vas que hasta hace poco se daban por sentadas avanza consolidan­do ¡otra vez! la vieja partición de élites y masas.

Para los del medio, todo parece ir rumbo al epitafio, sin una revolución, ni revolucion­arios que puedan impedirlo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina