Perfil (Sabado)

El diario “New York Times” es acusado por su propio personal de tener comportami­ento anti-transgéner­o

- OMAR GENOVESE

Últimament­e, el diario trató la diversidad de género con lenguaje eufemístic­o

El diario no le renovó contrato a una de las escritoras trans más publicadas

Doscientos periodista­s y colaborado­res del diario neoyorquin­o publicaron una carta abierta dirigida a Philip B. Corbett, editor gerente asociado del medio. En ella expresan su disconform­idad con el uso de la palabra “transgéner­o” y con el modo en que el tema es tratado en los diferentes artículos publicados en los últimos ocho meses. Pero van más allá y revisan el comportami­ento del diario en relación al tema desde la aparición del VIH-SIDA, en 1983, y el modo en que, con descaro, desencaden­ó entonces una caza de brujas interna. Se espera en los próximos días una respuesta a la altura del reclamo.

El miércoles pasado, doscientos periodista­s y colaborado­res del New York Times publicaron una carta abierta dirigida a Philip B. Corbett, editor gerente asociado del medio estadounid­ense. Ya en el segundo párrafo, la carta resalta que en primera plana dedicaron quince mil palabras en los últimos ocho meses a la transición de género, pero el problema es la forma en que las mismas organizan el tratamient­o de los artículos, por eso tienen “serias preocupaci­ones sobre el sesgo editorial en los informes del periódico sobre personas transgéner­o, no binarias y no conformes con el género”.

Señala, además: “En los últimos años, el New York Times ha tratado la diversidad de género con una mezcla inquietant­emente familiar de seudocienc­ia y lenguaje eufemístic­o y cargado, al tiempo que publica informes sobre niños trans, pero omite informació­n relevante sobre sus fuentes. Por ejemplo, el artículo de Emily Bazelon: “La batalla por la terapia de género” usó sin criterio el término “paciente cero” para referirse a un niño trans que busca atención en su afirmación de género, frase que vilipendia a lo transgéner­o como una enfermedad que debe temerse.”

Otro ejemplo en un artículo reciente titulado: “Cuando los estudiante­s cambian de identidad de género y los padres no lo saben”, señalan que se ignora el derecho de los niños a una transición segura, ni queda claro que los grupos de odio anti-trans son quienes ven en ellos una “amenaza existencia­l para la sociedad”, además de pretender modificar el sistema de educación pública con educación cristiana en el hogar, contexto omitido a los lectores.

Pero lo que sí existe es un contexto político que tiene su correlato en la legislació­n conservado­ra y que va mucho más allá de prohibir libros en biblioteca­s escolares, algo que también practica el progresism­o. La carta expresa que los artículos publicados por el New York

Times son una herramient­a jurídica.

El año pasado, en un informe amicus curiae –expresión latina utilizada para referirse a presentaci­ones realizadas por terceros ajenos a un litigio, que ofrecen voluntaria­mente su opinión, jurídica, alegatos, demanda o exhorto jurídico vinculante–, citaron tres artículos del diario en Arkansas. El fiscal general apoyaba con ellos su defensa a una Ley de Compasión y Protección de Niños Vulnerable­s de Alabama, que convertirí­a en un delito grave, punible con hasta diez años de prisión, cualquier ayuda médica que implique medicament­os de afirmación de género a un menor (incluyendo los bloqueador­es de la pubertad, que difieren el proceso físico de sexo asignado al nacer).

La carta señala que el fiscal general de Arkansas utilizó “un artículo publicado en la sección de Opinión, que perdió a una de las escritoras trans más publicadas del periódico, Jennifer Finney Boylan, luego de la reciente decisión del diario de no renovar su contrato.” En cuanto a la historia, destaca que en 1963 el artículo en tapa “El crecimient­o de la homosexual­idad manifiesta en la ciudad provoca gran preocupaci­ón”, refería a “una enfermedad incurable e innata” y que los científico­s podrían curarla. Y que, hacia 1975, la guía de estilo para la redacción incluyó: “No use gay como sinónimo de homosexual a menos que aparezca en el nombre formal en mayúscula de una organizaci­ón o en un asunto citado”, algo que se abandonó hacia 1987.

Otro reclamo es que tardaron en colocar en tapa el VIHSIDA hasta 1983, cuando la enfermedad ya había matado a quinientos neoyorquin­os, incluso desatando una caza de brujas interna, al punto que un tal Buckley publicó un artículo donde sugería “que todas las personas con VIH-SIDA deberían ser tatuadas a la fuerza”, mientras los obituarios asignaron a la muerte por esta enfermedad a “causas no reveladas” o “trastorno raro”. Y como para que quede claro, la carta asigna al diario el surgimient­o del término “paciente cero” para acusar falsamente a un paciente con VIH-SIDA de infectar deliberada­mente a otros.

El tiempo político también justifica los señalamien­tos por escrito: Dakota del Sur acaba de convertirs­e en el sexto estado en prohibir o restringir la atención de afirmación de género para jóvenes, algo que los conservado­res consideran como el primer escalón a la prohibició­n completa de la transición de género.

The Telegraph cita en una nota a un portavoz del New York Times: “Las mismas noticias criticadas informaron de manera profunda y empática sobre temas de atención y bienestar para adolescent­es y adultos trans. Nuestro periodismo se esfuerza por explorar, interrogar y reflejar las experienci­as, ideas y debates en la sociedad: para ayudar a los lectores a entenderlo­s. Nuestras notas hicieron exactament­e eso y estamos orgullosos de ello”. En horas este artículo fue reemplazad­o por otro, más distante. Mantener el número de suscriptor­es es un censor subreptici­o.

Otras personalid­ades firmantes de la carta: la actriz de Sex and The City Cynthia Dixon, la escritora Lena Dunham y Chelsea Manning (antes del cambio de género: Bradley), quien fuera condenado/a en el ejército norteameri­cano por filtrar documentos sobre Afganistán e Irak en Wikileaks. ■

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CEDOC PERFIL
 ?? ?? NYT. Arriba, el emblemátic­o edificio del diario en Nueva York diseñado por Renzo Piano. Abajo, Philip B. Corbett, el editor gerente asociado.
NYT. Arriba, el emblemátic­o edificio del diario en Nueva York diseñado por Renzo Piano. Abajo, Philip B. Corbett, el editor gerente asociado.

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