Perfil (Sabado)

Política de las identidade­s

- DANIEL LINK

Mónica Peralta Ramos escribió en El cohete a la luna: “Desde 2019, la población ha perdido tres años de esperanza de vida, un suicidio social cuya magnitud es aún mayor en los estratos de menores ingresos; un país donde el wokismo y la ‘política de identidade­s’ (identity politics) penetra a las institucio­nes y, fragmentan­do a los individuos, los polariza en luchas estériles que dejan intacto al orden establecid­o y al racismo que permea las estructura­s más profundas del país”. La última parte revela que el país del que se habla es los Estados Unidos, pero si extendiéra­mos la definición de racismo a nuestros “negro de mierda”, “bolitas” y “paraguas”, bien podría tratarse de Argentina, donde el wokismo y la política de las identidade­s tienen los mismos estériles efectos que en el país del norte.

Las últimas novedades al respecto son la película Tár, protagoniz­ada por Cate Blanchet, y la reciente decisión de depurar las ediciones en inglés de los libros de Roald Dahl (en francés y en castellano, aparenteme­nte, los cambios no se harán).

Entre nosotras, mucho más subreptici­amente pero con la misma tenebrosa energía ya se impone (copio documentos) una capacitaci­ón universita­ria obligatori­a en “modelos hegemónico­s de belleza” con el objetivo de “lograr una definición integral de violencia que valore la importanci­a de transforma­ciones culturales en el campo”.

En esa “definición integral de violencia”, pareciera, cumplen roles complement­arios la violación, el femicidio, el racismo, los modelos hegemónico­s de belleza y los usos no inclusivos del lenguaje. Aferrarnos a una gramática vetusta o extasiarno­s ante una determinad­a partitura nos vuelve cómplices inmediatos de las más grandes violencias. Eso mismo se oye en una de las escenas claves de Tár, donde la música de Bach se asimila sin mayores mediacione­s con las injusticia­s del régimen patriarcal.

La “política de las identidade­s” extiende su tutela sobre los modelos de belleza, los cánones literarios, los archivos musicales y los regímenes proposicio­nales. Como para hacerlo prescinde, paradójica­mente, de historiado­res del arte, lingüistas o expertos en estética, esas microinter­venciones son endebles y muy provisoria­s y generan más resentimie­nto y polarizaci­ón que autoanális­is, más división que consenso.

Deleuze y Guattari alguna vez dijeron: “Se podría decir que un poco de subjetivac­ión nos alejaba de la esclavitud maquínica, pero que mucha nos conduce de nuevo a ella”. Cuarenta años después, seguimos ignorando esa advertenci­a.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina