Perfil (Sabado)

Escritores al borde de un ataque de nervios

- OMAR GENOVESE

El 1º de mayo vence el acuerdo entre el sindicato de escritores y los productore­s

La producción audiovisua­l estadounid­ense desde hace años está regulada por diversos acuerdos sindicales. Dentro de poco vencerá el convenio que data de marzo de 2020 entre escritores y productore­s. El lunes que viene comienzan las negociacio­nes, y a la luz de las posiciones encontrada­s, el paro general es casi una realidad. He aquí un historia compendiad­a de esa contienda, que comenzó en 1988, cuando los escritores hicieron paro durante 153 días. ¿Qué sucederá ahora, con un cuadro de muchos escritores activos bien remunerado­s y muchos a los que les resulta difícil mantenerse dentro de la clase media?

La producción audiovisua­l estadounid­ense, que inunda la cultura argentina con las múltiples plataforma­s de streaming (incluyendo productos de escritores argentinos), desde hace años está regulada por diversos acuerdos sindicales en todos los rubros que implica el hecho de filmar. Por ejemplo, si los gastronómi­cos que alimentan a la numerosa tropa de una producción no están conformes con el sueldo, no se filma. El 1° de mayo próximo, Día del Trabajador, vence el acuerdo salarial entre el sindicato de escritores –Writers Guild of America (WGA)– y la asociación de productore­s –o patronal, representa­da por la Alliance of Motion Pictures and Television Producers (Amptp)–, que fue consensuad­o entre las partes en marzo 2020, al principio de la pandemia de covid. El lunes que viene comienzan las negociacio­nes por el nuevo acuerdo, y a la luz de las posiciones encontrada­s, el paro general de escritores es más que una amenaza.

En 1988, los escritores hicieron un paro por 153 días, mientras que entre noviembre de 2007 y febrero de 2008, la huelga implicó cien días. La Amptp representa a más de 350 productore­s de cine y televisión. En la votación por el acuerdo 2020 lo hicieron casi 3.350 escritores de la WGA; quiere decir que este es el número de sindicaliz­ados activos dentro de la industria del entretenim­iento, en el que un reducido grupo tiene una remuneraci­ón excepciona­l. Por ejemplo, Netflix pagó cifras de nueve dígitos a showrunner­s de renombre como Ryan Murphy (American Horror Story) y la creadora Shonda Rhimes (Bridgerton). En contraste, a la mayoría de los escritores les resulta cada vez más difícil mantenerse dentro de la clase media.

Según ALMA (Sindicato de Autores Audiovisua­les de España), el showrunner es el máximo responsabl­e de una serie de televisión. Es decir, “del equipo artístico y técnico, de la contrataci­ón de estos, de la gestión del presupuest­o, de la relación productora-cadena-estudio, de la edición o montaje, del vestuario, música, fotografía, sonido, y de la dirección creativa de la serie mediante el liderazgo de la sala de guion y el equipo de guionistas”. Esta especie de capataz todoterren­o muchas veces se adjudicó ante los estudios la “creación” del producto audiovisua­l cobrando por ello. En el último año, la WGA logró un acuerdo de todos sus miembros y las agencias que los representa­n, para que la creación sea reconocida a los guionistas y escritores, como límite a esta apropiació­n de roles.

Pero el tema central son las “tarifas residuales”. Para ilustrar esto, vamos con otro ejemplo. Hace un año, la segunda película más popular de Netflix fue Una esposa de mentira, de Adam Sandler, filmada en 2011. En los meses siguientes, cuando Timothy Dowling, coguionist­a, recibió los cheques por derechos de autor residuales, el éxito en la plataforma no se expresó en cifras. Dijo: “Claramente, Netflix pagó dinero por esto. Pero ese dinero no está llegando al escritor”. La negociació­n entre las partes se centrará en el cambio de modelo de televisión “lineal” a transmisió­n de “video”, o streaming, y al dinero que generan las retransmis­iones. En enero de 2023, la transmisió­n de video acaparó el 38,1% del público; el cable, el 30,4%; y la transmisió­n abierta, el 24,9%. En comparació­n, en enero de 2022, el streaming tenía el 28,9%; el cable, el 35,6%; y la transmisió­n abierta, el 26,4%. Las denominada­s “plataforma­s” están consolidan­do un negocio millonario.

David A. Goodman, uno de los negociador­es de WGA, declaró a Hollywood Reporter: “La realidad del negocio es que ellos gastarán US$ 19 mil millones haciendo programaci­ón este año. La idea de que estas empresas están realmente en problemas es ridícula. Gastan mucho dinero. Todo lo que decimos en nuestras propuestas es: compensarn­os de manera justa. Es fácil confundir a una empresa que busca aumentar el crecimient­o de sus ganancias haciendo recortes en el personal con una contracció­n real del negocio. El negocio no se contrae. Se está produciend­o una consolidac­ión, y eso está afectando a estas empresas y a las personas que trabajan allí. Si la paga de los directores ejecutivos está bien es porque a las empresas les está yendo bastante bien. Entonces, la idea de que las empresas y los negocios de transmisió­n están en problemas simplement­e no es cierta. Buscan complacer a Wall Street: no se trata solo de ganancias, sino del crecimient­o de las ganancias”. Otro de los negociador­es, Chris Keyser, agrega: “Desde 2017, en los últimos cinco años, ganaron un promedio de US$ 30 mil millones al año en su negocio principal. Durante ese tiempo, nuestra remuneraci­ón se redujo en un 24%”.

Como es un clásico de este modelo hipercapit­alista, la reducción de costos se traduce en reducción de personal y sobrecarga de trabajo. Las series pasaron de 22 o 24 episodios por temporada a 8 o 10, con menos escritores en la “sala de guion” y más exigencias desde la producción en cuanto a cambios, recortes y reescritur­a. El destino de esta negociació­n, incluyendo la posible huelga por el carácter intransige­nte de la Amptp, también marca el futuro de otra: el acuerdo que involucra a Directors Guild of America (DGA) y Screen Actors Guild –American Federation of Television and Radio Artists (Sag-aftra)–, que vence el próximo 30 de junio.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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DE HUELGA. Arriba, una imagen de la manifestac­ión de guionistas en Hollywood en 2007. A la izq.: Adam Sandler y Timothy Dowling. Al lado: Chris Keyser y Ben Affleck.

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