“Quería contar y que llegue al público de manera natural”
La showrunner y directora presenta Mucha Mierda, Chavales, una producción española escrita por un argentino y filmada en formato vertical.
Verónica Mey tiene muchos años de experiencia con actores: como directora, durante años los vive en su día a día. Sabe de sus ansiedades, sus caprichos, lo mal que la pueden pasar y, sobre todo, de la mucha mierda que tienen que comer a veces. Por eso, cuando tuvo que generar una serie en formato vertical, decidió explorar la vida de actores a punto de ser suceso y, por supuesto, le puso de título Mucha Mierda, Chavales. ¿Cuáles fueron los desafíos de crear una serie que se ve siempre, al modo del teléfono, en formato vertical? Mey responde: “Es una de las apuestas más arriesgadas que he tenido que realizar al planificar la serie. Todos, en general, me lo desaconsejó, sobre todo por las dificultades que entraña de cara a una distribución profesional, al alejarse del estilo convencional. Pero yo tuve muy claro, desde el principio, que no quería que esta historia pasara la ‘primera parte’ de su vida al alcance de un público reducido. Quería que todo el mundo la disfrutara y la mejor forma de hacerlo, era entrando a través de la pantalla que todos llevamos en la mano. Nuestro teléfono. ‘¿Por qué girarlo? ¿Por qué tenemos que darle la vuelta?’ me pregunté a mí misma, y me decidí a hacer algo que llegue a todos y de la forma más natural posible”.
—¿Cómo nace entonces la trama de “Mucha mierda, Chavales”?
—Después de muchos años trabajando con actores y actrices, se han ganado toda mi admiración y mi cariño, por poner todas sus emociones y en muchos casos, su vida, al servicio de un sueño. Quería hablar de las primeras etapas de la profesión, cuando hay que “comer mucha mierda” para alcanzar un cierto nivel que les permita vivir de ello. Esto suele darse mayormente en la juventud y pensé que la forma más asequible, para llegar a nuestros espectadores era hablando su propio lenguaje, esa es la razón por la que rodé en formato vertical.
—¿Qué implica entonces hacer el casting de algo que necesita actores y actrices que tengan seguidores? ¿O fue una mezcla de famosos y otro tipo de celebridad?
— Nunca me guie por el número de seguidores al realizar el casting, de hecho, la mayoría del reparto protagónico, son actores y actrices con perfiles muy discretos en redes. Confié en todos y todas porque “eran” sus personajes. De hecho, gran parte del guion se escribió pensando en ellos. A David Villanueva le conozco desde hace veinte años y con Merakio supe que quería trabajar desde que le conocí, por su excepcional carisma y personalidad. Ambos tienen muchos seguidores, pero eso vino como un añadido. Por ejemplo a Rosana Monzó y Virginia Garat las descubrí en mi estudio de actores en Madrid. Mucha Mierda Chavales lleva gestándose varios años, pero no fue hasta hace dieciocho meses, que, por fin, conseguí reunir el tiempo y los grandes profesionales, que anhelaba, para llevarla a cabo. El principal desafío, es siempre para mí, el factor humano. Encontrar al equipo perfecto para el proyecto.
—¿Que sentís que representa hablar con generaciones más vinculadas a otras forma de consumo?
—Nunca lo he sentido como un inconveniente, sino como una oportunidad. Conozco de cerca la batalla que debemos librar las/los cineastas, por llevar público a las salas de exhibición tradicionales y me parece una verdadera revolución, que podamos llevar en el bolsillo una ventana al mundo. Lo que está ocurriendo en este momento, es similar a otros grandes momentos históricos y tecnológicos, que cambiaron el curso de la humanidad. Si queremos llegar a esas generaciones, tenemos que hablar su propio lenguaje.