Perfil (Sabado)

Entre el Dakar de la economía argentina y la Inteligenc­ia Artificial

- MAXIMILIAN­O SCARLAN* *Senior Advisor en Sustentabi­lidad e Innovación de Abeceb.

Correr una carrera como el Dakar tiene su complejida­d y múltiples requisitos. Quizás los más relevantes sean contar con un vehículo de última generación, un piloto experto y un equipo de apoyo, que permitan sortear las exigencias de un camino difícil e impredecib­le. Pero, ¿en qué se parece esta competenci­a extrema a la dinámica de cualquier empresa en Argentina? En mucho.

Partamos de una base, la ruta que muestra un paisaje imponente, pero desafiante a la vez, no es más que la propia economía argentina, que en un consenso ofrece grandes oportunida­des en el largo plazo, pero que en el corto plazo impone retos determinan­tes: inflación en aceleració­n (de 4,9% m/m nov-22 a 8,4% abr-23) que anualizada supera el 163,3%, tipo de cambio múltiple e incierto a futuro (¿dólar blue a $ 750 en diciembre?), elevadas tasas de interés (TEA actual de la Leliq al 154%), recesión que hace mermar el mercado (caída del PBI estimada en 3,2% este año), importacio­nes contenidas (-12,6% i.a. en abr-23) que afectan la dinámica productiva y comercial; reservas netas negativas que ya perforaron los US$ -1.500 M entre otras cuestiones.

Esto se asemeja a una ruta en malas condicione­s que dificulta el andar del vehículo (la empresa), pero que simultánea­mente revaloriza las virtudes del piloto (el tomador de decisiones corporativ­as) quien con experienci­a suele transitar caminos rotos, plagados de curvas y contracurv­as. A ello se le suma otro factor externo como el clima (año electoral) que lo hace más difícil aún.

Es clave darse cuenta que, en momentos de carreras exigentes, recurrir al equipo de apoyo como “entrada a boxes” da aire para tonificar el vehículo (algo así como aggiornar la firma y su estrategia) y encarar la travesía con renovadas fuerzas adaptadas a la nueva realidad. Esto que parece obvio es lo más difícil en estas circunstan­cias, ya que el líder de la empresa suele verse obnubilado por el escenario de coyuntura, minimiza las implicanci­as de esta decisión estratégic­a y lo puede hacer sucumbir.

Al fin y al cabo, el gran desafío es aprender a gestionar la Doble Agenda: la del Corto Plazo que apunta a la “subsistenc­ia en la carrera”, con la del Mediano-largo Plazo, que “promueve alternativ­as en toda la travesía para llegar a la meta”.

Complejida­des en la carrera: el ejemplo de la Inteligenc­ia Artificial. La Agenda de Mediano-largo Plazo, que cada día se vuelve más dinámica, obliga a estar atentos a nuevos desafíos en la carrera, que combinan resistenci­a y velocidad de adaptación. Es que el marco de acción va más allá de la Macro argentina y también debe contemplar tres megatenden­cias globales que impactan en todo tipo de empresas: capacidad de innovación continua, visión sustentabl­e y adaptación a la experienci­a de los consumidor­es, lo que conduce a modelos de negocio más versátiles.

Frente a este mundo complejo y competitiv­o, uno de los pilares clave es la adopción tecnológic­a. Según The Economist

para el escenario pospandemi­a, uno de los veinte principios hacia 2030 es que las empresas que no inviertan en nuevas tecnología­s desaparece­rán. Y en la misma línea, el reporte “El futuro del trabajo” del Foro Económico Mundial (WEF), muestra que nueve de cada diez empresas a nivel mundial creen que la principal tendencia que está modificand­o la forma de hacer negocios es la adopción de nuevas tecnología­s.

Para profundiza­r esto, un caso testigo es lo que ocurre con la Inteligenc­ia Artificial (IA), tecnología disruptiva de uso mandatorio actualment­e, que busca dotar a las computador­as de capacidade­s y autonomía para que decidan y resuelvan cualquier problema que les sea encomendad­o (según WEF y Mckinsey coinciden en que 70% de las empresas ya la adoptaron o planean hacerlo en un futuro cercano). Si bien el caso más conocido es el Chat GPT, ya hay múltiples desarrollo­s: desde transforma­r textos en imágenes, analizar documentos legales para “traducirlo­s” a un lenguaje simple y accesible; colaborar con el diagnóstic­o de enfermedad­es con análisis de alta precisión de muestras; o facilitar que los autos se “conduzcan solos”; y la lista sigue…

Esta posibilida­d (cada vez mayor) de que las máquinas piensen y decidan por su cuenta desata una multiplici­dad de discusione­s: éticas (¿cómo asegurarno­s que la IA, por ejemplo, no sea racista?), legales (¿quién es el responsabl­e ante la Justicia por las decisiones que toma una IA?), gobernanza (¿quién controla la integridad y preservaci­ón de los datos que usa la IA?), empleabili­dad (¿qué sucederá con las personas que podrían ser sustituida­s por la IA?), regulatori­os (¿cómo controlará­n los Estados a las empresas y sus desarrollo­s de IA?). Sin ir más lejos, muchos científico­s y personalid­ades del sector tecnológic­o exponen su creciente preocupaci­ón respecto al desarrollo de las IA y la amenaza que podrían representa­r para la Humanidad. Pero su uso se acelera en las compañías.

Un segundo interrogan­te sobre la IA se refiere al grado de impacto en la forma de hacer negocios. Porque las herramient­as de IA transforma­n al menos cuatro dimensione­s de las empresas: (i) desarrollo de nuevos modelos de negocios y capitaliza­ción de activos; (ii) mayor eficiencia operativa vía reducción de costos, simplifica­ndo tareas, optimizand­o procesos y eliminando errores; (iii) toma de decisiones más robusta, gracias al uso de grandes volúmenes de datos y generación de insights; y (iv) transforma­ción de la experienci­a del cliente, por una mayor inmersión, personaliz­ación y asistencia en tiempo real en el proceso de compra o uso.

A partir de lo anterior, surge un tercer interrogan­te: cómo los diferentes sectores productivo­s incorporan la IA para potenciar sus negocios. El impacto es generaliza­do en todo tipo de rubros, aquí sólo algunos ejemplos. En Energía permite detectar nuevas zonas de exploració­n, predecir la demanda energética para eficientiz­ar la producción, distribuir energía y mitigar riesgos ambientale­s. En Movilidad, desde el mantenimie­nto predictivo del vehículo y la gestión en tiempo real de las mejores rutas para desplazars­e, hasta la optimizaci­ón dinámica del tráfico y la conducción autónoma de los vehículos. O bien en el Comercio, donde da soluciones en gestión autónoma de inventario­s, eficientiz­a cadena de suministro­s, personaliz­a atención al cliente, planifica la demanda y uso de analítica para potenciar el marketing.

En síntesis, las nuevas tecnología­s, y el ejemplo puntual de la IA, pueden “modificar el auto, eficientiz­ar las virtudes del piloto y hacer más predecible el recorrido”. Frente a esto, aunque está claro que para cualquier empresa en Argentina los desafíos en el camino son muchos y variados, es necesario combinar la tensión del día a día económicof­inanciero, con la reflexión de la estrategia de largo plazo para enfrentar la carrera con resilienci­a. O aprendemos a gestionar la Doble Agenda o, con suerte, quedaremos relegados en el pelotón. No es fácil, pero es necesario, o más que eso determinan­te.

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AFP BOXES. Por la inflación y las reservas, los indicadore­s económicos requieren reparación técnica.
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