La clase media y sus nuevas discusiones sociopolíticas
Personajes de clase media que se quejan pero no parecen dispuestos a modificar nada, salvo que los/las obliguen las circunstancias: son los protagonistas de este nuevo film de Martin Farina.
Cineasta inquieto tanto narrativamente, como en la elección de los grupos que decide enfocar para sus films, de Farina se admira su estilo espontáneo de mover su cámara, sin preconceptos, equivocándose si se quiere, rompiendo esquemas, encuadres clásicos. Su cine apunta, pareciera, a hablarle, o dirigirse a un segmento en particular de espectadores, de acuerdo a las historias que decide contar. Lo particular que tiene y se le admira es que su cámara, por instantes, transmite la sensación de que le habla a un solo individuo, pero a la vez lo hace colectivamente.
Luego de dirigirse a varios segmentos, quizás, intelectuales, escritores, con Mujer nómade, cuando tuvo por protagonista a la pensadora Esther Díaz, a quién admira. También intentó mostrar a sus fieles espectadores, lo que ocurre con los jugadores de fútbol, luego que se van de la cancha. Cómo son sus días, sus entrenamientos, cómo es esa intimidad de cuerpos masculinos que deben mantener un entrenamiento cotidiano, en Fulboy. O incluso qué ocurre con esos pibes que trabajan en el campo y luego desfilan con escasa ropa en el carnaval de Gualeguaychú, a los que puede verse en El Fulgor.
Los convencidos es un film sociopolítico, con elementos de documental, dividido en 5 capítulos: El plan, El aviso, El hijo, El acuerdo y El amor. Cada uno de esos episodios tienen por protagonistas a un núcleo social: la clase media. Ese mismo segmento que se enoja, crítica puertas adentro con amigos, familiares, pero luego todo queda ahí, encerrado en cuatro paredes. En esta época de fuertes discusiones, que a veces se van a las manos, acá no ocurre eso, más bien se utiliza el humor, para aplacar algún intenso desacuerdo. Los protagonistas de estos episodios intentan “espejar” al espectador, quizás, en su cotidiano y Farina lo propone a través de distintos tipos de interlocutores. Desde una joven “emprendedora empoderada” (estupenda Sol Cruzans) que intenta convencer al cineasta para que invierta en un plan financiero tan utópico, como sus poco convincentes palabras. Luego vemos a una madre y su hijo, hablando de liberalismo e izquierda. Un grupo de amigos educados en un colegio religioso y presumiblemente abusados por un sacerdote; otro grupo que se cuestionan si comer una hamburguesa de Mcdonald, adhiere o no al capitalismo y poco después dos amigos que analizan el personaje de la mucama en Roma, el filme de Alfonso Cuarón.
Los convencidos se propone ser la síntesis de una Argentina desmadrada, en la que aún se discute sobre derechas e izquierdas, ya no en charlas de café, pero sí de entrecasa. Y mientras eso sucede Martín Farina, hace lo de siempre, observa, escucha y juega con su cámara y nos hace pensar y sonreír por instantes. Al menos en este film, en otros cuestiona con mayor énfasis lo que intenta contar, como en Los niños de Dios, sobre una secta religiosa.