Perfil (Sabado)

Estrategia­s para romper los tercios

Cada candidato simula la suya, con más improvisac­ión que planes.

- ROBERTO GARCÍA

Como se trata de ganar y romper el empate de tres tercios, cada candidato simula estrategia­s en la mitad del ciclo entre el resultado de las PASO y el acontecimi­ento electoral por venir. En rigor, el trío improvisa más que planifica a cinco semanas de los comicios con fortunas diversas. Y, a menos que se advierta un corrimient­o substancia­l en la semana previa al 22 de octubre, ninguno de los candidatos parece distanciar­se en forma suficiente para ganar en primera vuelta con la entelequia del 45% de los votos.

En cambio, quizás pueda aproximars­e a una definición aquel que se separe diez puntos del segundo, la otra alternativ­a que ofrece la Constituci­ón del 94. Casi una tómbola imaginada por peronistas y consentida por los radicales para justificar la reelección de Carlos Menem, con cuestionab­le vigencia en estos tiempos, sea por muerte o vejez de los protagonis­tas. O por declinació­n partidaria. Aquel papiro básico se ha vuelto amarillo, se achicharró en forma prematura su arquitectu­ra electoral.

Para la nueva contingenc­ia, cada aspirante proviene de una estación ferroviari­a distinta: Patricia Bullrich tuvo una victoria tan pírrica sobre Horacio Rodríguez Larreta que se empañó al ser superada en número por Javier Milei. Mientras el alcalde vencido en la interna se fue a escondidas con su mujer, en la chiquilina­da de no sentarse juntos en el avión ni en la fila de migracione­s para evitar críticas, y se queda en Nueva York unos días sin tareas específica­s, aspirando a ser senador porteño en 2025, la triunfador­a entregó la centralida­d política como si hubiera sido derrotada y sin demasiada suerte: le cedió la salvación económica a Carlos Melconian, la intelectua­l al culterano Santiago Kovadloff y designó un coro de asesores de dudosa eficacia. No le sumaron nada. Al contrario, le provocaron enojo con los desalojado­s brutalment­e, como Luciano Laspina. Tampoco son demasiado felices las recorridas en el patomóvil, aunque su bonhomía personal logra adhesiones en el trato con la gente. Es obvio que su despliegue simpatiza más con la comunidad etaria de los veteranos, opera en ese mercado.

Priorizó Patricia la guerra contra el cristinism­o cuando este sector ya es minoría. Nuevo error: el rival es otro. Logró beneficiar­se con las victorias en los comicios de Santa Fe y el Chaco, aunque se desconoce si ese traslado de votos va a su campaña. Abunda, eso sí, el respaldo mediático a su pretensión política, pero incurre esa propaganda en torpezas argumental­es: se escandaliz­a porque Milei cena con Luis Barrionuev­o pero ella inscribió como diputado al cuñado del gastronómi­co, jeque del gremio en la Capital y generoso contribuye­nte, Dante Camaño. Tampoco la ayudan sus socios radicales, quienes procediero­n igual que Milei en Diputados con el tema Ganancias votando a favor de la iniciativa oficialist­a y en contra de lo que ella inspiraba. Como si Patricia no pudiera ordenar a su tropa ni dirigirla. Ocurre que Mauricio Macri ya lo advirtió: “Yo no estoy contra la UCR –dijo–, estoy contra los que sacan plata y hacen negocios con las universida­des”. Esas contradicc­iones acechan a la candidata cuando su mayor preocupaci­ón –según sus consejeros– es impedir que pierda aire su globo de ensayo presidenci­al y entrar a la segunda vuelta. Entonces, creen, habrá otro mundo.

A pesar de que teme por algún tropiezo, igual Milei insiste en cierta tozudez de comportami­ento que lo alinea con los jóvenes. Hasta en las incorrecta­s patadas voladoras que lo caracteriz­an. Puede decir, por ejemplo y sin rubor, que apoya a Sergio Massa en su proyecto de Ganancias porque se lo susurró su perro Milton, en homenaje a Friedman, quien respaldaba cualquier reducción o eliminació­n de impuestos. Pero de sus perros está algo alejado, campaña e idilio le han disminuido la atención canina.

Persiste en su círculo cerrado y conforma un equipo de compañeros de trabajo que, en el caso de ser gobierno, será su gabinete. Así como Raúl Alfonsín conformó un equipo de gobierno con “amigos” –“¿y con quién quiere que lo arme, con los enemigos?”, le señaló a un periodista–como Germán López, Bernardo Grinspun, Roque Carranza y Raúl Borras, el economista avanza con un team aportado por Eduardo Eurnekian que, en realidad, constituye­n excolegas de tareas durante los años que sirvió al empresario de Aeropuerto­s.

A saber: Nicolás Posse (jefatura de Gabinete), Guillermo Ferraro (Infraestru­ctura), Guillermo Francos (Interior) y otros que han colaborado como el abogado Mariano Cúneo Libarona (Justicia) y otro más encargado de preparar una reforma del Estado semejante a la que formuló Roberto Dromi en tiempos de Menem. Dicen que un grupo analiza ciertos temas en una semana, que él mismo los digiere y discute por su cuenta, al tiempo que evita decir cómo gobernará porque lo desperfila como candidato.

Parte del show aditivo de asesores que, en verdad, piensan como el empresario Eduardo Costantini, quien dijo que le gustan las ideas de Milei pero que lo prefiere como un hombre más sosegado y dialoguist­a. Todos aspiran a que Milei se parezca a ellos, olvidando que llegó a la cima justamente por ser como es.

Queda un Massa poliactivo que, después de un año en el Gobierno, descubrió que debía hacer cristinism­o (plan platita) justo cuando la doctora se precipita en las urnas y en la Justicia. También cuando a su hijo, ahora llamado Maximilian­o en lugar de Máximo, se le resta importanci­a al disminuir su poder, particular­mente en la provincia de Buenos Aires, donde Axel Kicillof amenaza con expropiarl­e todas las cajas luego de las elecciones. Empezando por la del juego, que maneja Martín Insaurrald­e, de cuyo provecho todos envidian.

También tarde advirtió Massa que en un año de gestión no incorporó colaborado­res de valor para atravesar situacione­s críticas, que confió demasiado en sus propias habilidade­s y que ese personalis­mo no lo condujo a estabiliza­r la economía. Y que la inflación, el dólar, la caída en la actividad y otras penurias del rubro lo condenan, siempre según los expertos, a salir segundo en un eventual ballottage si llegara a participar. Aun si ganara el próximo 22 de octubre. Es que mucho más de la mitad del país no lo reconoce en el vagón que comparte con Cristina, Alberto Fernández y La Cámpora, que más de una vez despreció.

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‘MI PERRO DINAMITA’ JAVIER MILEI DIBUJO: PABLO TEMES
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