Perfil (Sabado)

Más comidas en comedores y menos consultas médicas, recursos para enfrentar la pobreza

- AGUSTINA BORDIGONI

Entre los 12 millones de personas en la pobreza y 2,7 millones en la indigencia, los más perjudicad­os son los niños, que en muchos casos tienen una sola comida diaria o se ven obligados a salir a trabajar. Representa­ntes de diferentes sectores contaron a PERFIL cómo se refleja ese porcentaje en la vida cotidiana. Por ejemplo, los comedores y merenderos dicen estar desbordado­s y aunque hay más enfermedad­es se registran menos consultas a los profesiona­les.

Según las últimas cifras que el Indec difundió esta semana, casi 12 millones de personas son pobres y más de 2,7 millones se encuentran bajo la línea de indigencia, lo cual implica que no pueden cubrir sus necesidade­s básicas alimentari­as. Pero la falta de alimentos no es el único reflejo de estos indicadore­s: el aumento de la concurrenc­ia a comedores de personas que tienen empleo; la falta de acceso a la educación; el trabajo infantil y la baja en la demanda de salud privada, con la consecuent­e presión que esto ejerce sobre los servicios públicos, son la otra cara de la realidad del 40,1% de los argentinos.

“Cuando dan el índice de pobreza me da mucha tristeza, porque son personas, somos muchas familias que no tendríamos que estar pasando lo que estamos pasando”, comentó a PERFIL Margarita Barrientos, fundadora del comedor Los Piletones. “Hemos superado un límite impresiona­nte en este último tiempo, con alrededor de 3.700 personas que asisten diariament­e. Esto sin contar los comedores que tenemos en Cañuelas y Santiago del Estero”, agregó.

Además de una mayor cantidad de personas también cambió la realidad de quienes asisten a merenderos y comedores. “Cada vez más adultos mayores, el 90% hombres y muchos de ellos propietari­os, tienen que concurrir a estos lugares porque si pagan las expensas, no pueden comer”, afirmó a este medio Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad.

Si bien la pobreza afecta a todas las edades, los niños son los más perjudicad­os en la ecuación. Entre los menores de 0 y 14 años el porcentaje escala al 56,2%.

“Lo que venimos notando desde hace tiempo es que los chicos salen más a la calle a cartonear con su papá”, agregó Barrientos. De los comedores que maneja su fundación la situación de Santiago del Estero es la más complicada. “Allí no tenemos ayuda del gobierno provincial y muchísimos chicos abandonan la escuela en quinto o sexto grado”. En algunos casos las institucio­nes educativas son el único espacio en el que los niños pueden recibir algún tipo de alimento. “Notamos que los niños están haciendo una sola comida al día, que en muchos casos es un mate cocido con un pedazo de pan”, comentó a PERFIL Verónica Ponce, que es docente en varias institucio­nes públicas.

“Es muy grave el estado de pobreza que estamos viviendo a pesar de tantos planes sociales que hay”. Según los datos del último estudio de la Universida­d Católica (UCA), cuatro de cada diez argentinos son pobres. La tendencia viene siendo negativa hasta el último estudio del año pasado en lo que tiene que ver con alimentaci­ón y salud, y la posibilida­d de realizar gastos en tratamient­os o medicament­os”, explicó a PERFIL Juan Ignacio Bonfliglio, investigad­or del Observator­io de la Deuda Social de esa universida­d. Si bien el Gobierno suspendió el incremento en las cuotas de las prepagas para familias con ingresos de hasta 2 millones de pesos, el acceso a la salud también está restringid­o. “Hay una disminució­n de las consultas particular­es porque los medicament­os están más caros, las obras sociales ponen trabas y cada vez más gente concurre al servicio público, con lo que ese sistema se recarga”, explicó a este medio Blas Aballay, que es médico en el sector privado. “La persona que antes venía por obra social y me pedía ciertos estudios preventivo­s ya no los está pidiendo”, afirmó. En el caso de los jubilados, señaló Semino, “lo que vemos es que el medicament­o no se consume conforme a la prescripci­ón médica en cuanto a dosis sino en función de lo que se tiene en el bolsillo”. “No hay cosa más cara para los Estados que mantener la pobreza”, sentenció. Todo es parte del mismo círculo, afirmó Aballay. “La gente restringe la alimentaci­ón y por eso se enferma, pero también se nota un aumento de la insatisfac­ción que se traduce en mayor irritación, ataques de pánico, crisis de angustia y trastornos de ansiedad”. La situación se nota en aquellos que, a pesar de tener trabajo, no llegan a fin de mes. “Al principio hubo mucha demanda a pesar de la crisis económica, porque la gente priorizó la salud mental”, indicó la psicóloga Patricia Girabel. Pero ahora “hay como una adaptación al malestar social, cultural y económico, por lo que muchos pacientes empezaron a pedir sesiones cada 15 días”. Girabel relaciona esto último a que algunos pacientes tuvieron que ajustar sus gastos. “Otro indicador que viene marcando un deterioro en términos estructura­les en los últimos años tiene que ver con el empleo y la seguridad social, particular­mente en lo que respecta al trabajo registrado”, agregó Bonfiglio. “La gente está pasando un momento muy difícil y cada vez son más las situacione­s en las que no solamente necesitan un plato de comida, necesitan de todo”, explicó Barrientos. ■

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina