“La del actor es cada vez una situación más sinuosa”
El intérprete integra Parte de la religión, un proyecto nacido en pandemia y que hoy es una miniserie de calidad en la plataforma Flow.
Lo que empezó como una conversación en un grupo de Whatsapp durante la pandemia se transformó en una miniserie de tres capítulos de veinte minutos que se produjo en formato cooperativa y ya logró desembarcar en Flow. Parte de una religión es una comedia ligera y muy divertida que Alan Sabbagh, uno de sus protagonistas, celebra especialmente justamente por eso, por la manera artesanal en la que fue concebida y los buenos resultados que logró. “Lo hicimos nosotros en pocos días, sin cobrar y después pudimos venderla, así que salió redondo”, dice el actor.
El “nosotros” del que habla Sabbagh incluye a Santiago Gobernori y Mariano Rosales, autores de la serie y parte de un elenco en el que también están Nicolás García Hume, Julián Lucero, Valeria Lois, Malena Medici y Julián Doregger. Y a la directora, Lucía Valdemoros, co-realizadora de la serie Tarde Baby con Malena Pichot.
Las producciones de este tipo, hijas directas del cambio de paradigma que provocó la pandemia con sus agobiantes restricciones, son una buena alternativa en un mercado reconfigurado para los actores profesionales. “Es raro lo que pasa –explica Sabbagh–. Yo el año pasado laburé tres meses a full, hice División Palermo, El método Tangalanga y una serie que tiene que salir pronto, pero después estuve parado mucho tiempo. Se subió la vara en la producción de contenidos, eso está claro. No hacés todo a las corridas como en una tira televisiva tradicional, que es siempre una masacre: tenés que grabar muchas horas por día, te dan los guiones con poco tiempo, te modifican esos guiones de acuerdo a cómo va reaccionando el televidente, es una locura... En las producciones para plataformas de streaming se trabaja más relajado y con más planificación. Pero ahora hay menos volumen de trabajo y la misma cantidad de actores que había antes. O más. Entonces es difícil decir si las cosas están mejor que antes o no”.
La crisis económica en la Argentina es profunda y afecta a todos los sectores. En la comunidad artística sus efectos son tangibles. Hace unos días hizo ruido la noticia que Pablo Alarcón, un actor muy experimentado en la TV, tuvo que montar una obra de teatro a la gorra en una plaza de la Recoleta porque no consigue trabajo. “Es que hay menos trabajo –enfatiza Sabbagh–. También influye que el de Argentina es un mercado chico, no es Brasil ni México. La del actor es una carrera muy sinuosa. El cine es una opción cada vez menos frecuente. Se produce menos y va menos gente al cine. Vienen bandas de todo el mundo, hay grandes festivales de música y largas colas para ver a Taylor Swift, pero ese fenómeno no se repite en los cines”.
En ese contexto complicado, Sabbagh tiene proyectos en su agenda: un rol en la tercera temporada de una serie (cuyo nombre omitimos porque en general las plataformas no les permiten a los actores revelar mucha información de lo que producen), una participación en Canelones, serie basada en un texto de Hernán Casciari y producida con el mecanismo de crowdfunding que se usó para filmar y estrenar la película La uruguaya este año y otra en la serie sobre la vida de Guillermo Cóppola que dirigió Ariel Winograd. Incluso para un actor como él, que trabaja con bastante continuidad en televisión y cine hace veinte años, el panorama es incierto. No queda otra que seguir apostando. Sobre todo si hay vocación. “Yo veía Sábados de Súper Acción y soñaba con hacer alguno de esos personajes. Veía Volver al futuro y fantaseaba con estar dentro de esa historia. Un día me animé y empecé a ir a las clases de Nora Moseinco, que son la columna vertebral de mi formación actoral, y acá estoy, nunca se me ocurrió dejar de actuar”.
“La hicimos nosotros en pocos días, sin cobrar, y después la pudimos vender.”