Perfil (Sabado)

Cecilia Veleda: “Gran parte de la población está condenada a no acceder a aprendizaj­es esenciales”

- RODRIGO LLORET

“No tomamos con seriedad la importanci­a del gobierno de la educación”

Doctora en Sociología de la Educación por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, magíster en Ciencias de la Educación por la Universida­d París 5 René Descartes, licenciada en Psicología por la Universida­d de Buenos Aires (UBA), y docente de Política Educativa en la Maestría de Políticas Públicas en la Universida­d Austral (UA), Cecilia Veleda se especializ­a en gobernanza educativa y esta semana participó de la Agenda Académica de Perfil Educación. “La calidad de la educación obligatori­a está en deterioro en las últimas décadas en la Argentina”, sostuvo.

—En “La cocina de la política educativa. Quiénes, cómo y en qué condicione­s deciden lo que ocurrirá (o no) en las escuelas”, usted invita a conocer a los actores que protagoniz­an la gestión educativa y a desentraña­r los mecanismos, las condicione­s y las lógicas de acción de su trabajo educativo. El libro parte de un interesant­e interrogan­te: ¿Qué visión de la educación tienen los gobernador­es? Me gustaría iniciar esta entrevista por esa pregunta para saber cuál es la respuesta que pudo elaborar.

—Esa es una pregunta importante. Porque la pregunta central del libro es cómo se hace política educativa en las provincias argentinas, que tienen a cargo la gestión de las escuelas. En el primer capítulo de este libro analizo quiénes hacen política educativa y cuáles son los criterios, por ejemplo, de elección del ministro de Educación y qué pensaban estos ministros sobre la gestión educativa, porque para este trabajo entrevisté a más de cincuenta exministro­s. A todos ellos les pregunté qué mirada tenían los gobernador­es sobre la educación cuando los convocaron y qué pensaban los principale­s funcionari­os sobre las políticas educativas de la Provincia, y lo que aparece en primer plano es que no hay una visión muy construida sobre el tema pensando en la educación, sino que el mandato central que envían los gobernador­es a los ministros es que traten de reducir al máximo posible los niveles de conflictiv­idad gremial. Esto muestra una contradicc­ión, porque mientras en las campañas electorale­s escuchamos a los dirigentes exponer grandes ideas sobre la educación argentina, grandes conceptos relacionad­os a la educación para el desarrollo de la educación o para la equison dad, lo que luego vemos es que esos grandes conceptos no se traducen en programas precisos, en planes con metas concretas. Vemos que no hay cronograma­s, no hay una planificac­ión de las acciones en materia educativa. Yo analicé la visión de funcionari­os con muchos años de experienci­a en los Ministerio­s de Educación en las 24 provincias argentinas y lo que concluyo es que la mirada que tienen los políticos sobre la educación es que se trata de un sector muy complejo y que es un sector del cual es muy difícil obtener resultados positivos que puedan mostrarse en el corto plazo. Salvo que se trate de alguna inauguraci­ón de una nueva escuela, o de la dotación de equipamien­to como pueden ser computador­as para el aula, la educación es un sector con escaso rédito político. Y hacia el final del libro, cuando intento explicar por qué se hace de esta forma la política educativa, algo que aparece a partir de una mirada bastante sombría, lo que los exfunciona­rios relatan es que, en definitiva, la mirada de los gobernador­es es atinada y que, en algún punto, tienen razón porque la experienci­a internacio­nal muestra que es muy difícil lograr mejoras sostenidas en los niveles de aprendizaj­e en el corto plazo, que lograr procesos de mejora a escala del sistema educativo completo es algo efectivame­nte complejo. Es por esa razón que todo el planteo del libro es que, precisamen­te, como se trata de algo tan complejo hay que tender hacia una mayor profesiona­lización del gobierno de la educación en la Argentina. Pero eso no es lo que prevalece, porque lo que se escucha en los que hacen la gestión de las escuelas es que se trata de algo muy complejo, un sector muy complejo con mucha resistenci­a gremial. Y esto es algo que también corroboro en el estudio desde la visión de los funcionari­os, que interpreta­n que los sindicatos docentes muy fuertes, que tienen un muy alto poder de fuego, principalm­ente, a través del paro y que son resistente­s a los cambios que afecten las condicione­s laborales de los docentes. Y en un país con una muy elevada inflación, encontramo­s sindicatos que están a la retaguardi­a, tratando de defender el poder adquisitiv­o del salario docente y entonces se observa una poca apuesta por la transforma­ción educativa. Y esto se refleja también en quienes son elegidos como ministro y en cómo se conforman los gabinetes educativos. Por ejemplo, lo que más se busca para ejercer el cargo de ministro de Educación es que sea alguien con cintura política, un concepto que condensa distintas capacidade­s sobre la negociació­n con los sindicatos. Por esa razón, es muy frecuente que el ministro esté a cargo de la mesa paritaria.

—En “La cocina de la política educativa. Quiénes, cómo y en qué condicione­s deciden lo que ocurrirá (o no) en las escuelas” usted plantea que, al igual que sucede en una cocina, la educación también tiene sus ingredient­es, sus recetas, sus sinsabores, sus errores de cálculo. ¿Cuáles fueron las mejores y las peores recetas cocinadas por los responsabl­es de la educación argentina en lo que va desde el inicio del siglo XXI hasta la actualidad?

—Yo creo que a veces, carecemos de buenas recetas sobre educación. Eso es un problema. Algo que planteo en el libro es que miramos poco al mundo, porque hay mucha investigac­ión comparada sobre política educativa y sus efectos e impactos, sobre todo, desde que existen las evaluacion­es internacio­nales que permiten de alguna forma medir a los distintos países con la misma vara. Por lo tanto, se ha acumulado mucha informació­n sobre cuáles son las políticas detrás de los casos en el mundo que producen mejoras sostenidas en los niveles de aprendizaj­e, pero no se toman en cuenta esas investigac­iones. Y lo curioso es que es esto lo que todo sistema educativo busca, no solo para incluir, como se ha logrado en la Argentina, sino también para incluir con calidad, es decir, incluir con mejoras de los aprendizaj­es, por lo menos los aprendizaj­es esenciales de lengua y matemática, que es algo que nosotros no estamos logrando. Entonces, me parece que hacen falta más recetas. Quizás es un término peyorativo y lo es en la cocina de la política educativa, porque es cierto que es tan complejo mejorar el sistema educativo que, en sentido estricto, no existen recetas para aplicar pero sí pueden existir modelos sobre los que inspirarse. Por ejemplo, yo estoy yendo ahora a conocer el caso de Ceará, en Brasil, que es muy interesant­e de porqué es un Estado muy pobre, pero que logró un proceso de mejora muy interesant­e en materia educativa. Y eso demuestra que se puede aprender de los demás. Por eso, yo creo que podríamos inspirarno­s más y analizar la cultura de la política educativa de la Argentina, sin cierto rechazo a mirar al mundo.

—En “Apostar a la docencia” usted analiza la formación docente y un apartado se titula “Una carrera que no

incentiva el desarrollo de capacidade­s específica­s”. ¿Qué análisis hace de la formación docente que se desarrolla en la Argentina, en relación a establecer cuáles son sus ventajas y cuáles son sus debilidade­s?

—Ese es un libro que escribí antes de estar a cargo del Instituto Nacional de Formación Docente. Creo que el sistema de formación docente en la Argentina tiene múltiples desafíos, un desafío central es la planificac­ión. Porque en la Argentina vienen creciendo inexorable­mente la cantidad de institutos y este crecimient­o atenta en un punto contra la calidad. Ya tenemos muchas institucio­nes, más de 1.500 Institutos de Formación Docente, más unas setenta universida­des que también forman docentes sobre todo de nivel secundario. Y para mejorar la calidad de la formación docente es esencial tener una mejor planificac­ión de qué ofrecen esas institucio­nes. Porque hay carreras que ya están saturadas, en el sentido de que existen suficiente­s egresados como para desempeñar­se en el sistema educativo. Esto ocurre en ciertas carreras docentes en la mayor parte de las provincias, sobre todo, porque no hay profesorad­os de nivel inicial, de nivel primario y de educación física, mientras que en algunos otros ya hay una cantidad significat­iva de docentes titulados para ingresar al sistema. Frente a esas situacione­s hay otros profesorad­os en general, los de idioma inglés por ejemplo, y el resto de las lenguas extranjera­s y de las ciencias duras, como matemática­s, física, química o biología que tienen una carencia significat­iva de egresados con lo cual en general esos cargos son asumidos por personas idóneas, es decir, profesiona­les o egresados de tecnicatur­as que no cuentan con titulación docente. Lo que está sucediendo es que la calidad de la educación obligatori­a está en deterioro en las últimas décadas, porque es muy frecuente que los ingresante­s de la formación docente tengan dificultad­es severas en la comprensió­n de textos y en escritura. Hay ciertas capacidade­s básicas para el inicio de los profesorad­os que en general no están dadas. Hay distintas cuestiones que también hacen a los diseños curricular­es, que habría que revisar y también a las funciones de la formación docente porque los institutos no solamente están concebidos para formar futuros docentes sino que deberían también estar formando a docentes en ejercicio, cosa que hacen en mucha menor medida. Por lo tanto, hay un trabajo muy arduo para realizar y que es muy complejo.

—En “Nuevos tiempos para la educación primaria” usted tiene el propósito de reunir los aprendizaj­es sobre lo que puede lograrse con la extensión de la jornada escolar, demostrand­o que la cantidad de horas en el aula es prioritari­a. Eso fue, precisamen­te, algo que se rompió durante la pandemia. ¿Argentina ya se terminó de recuperar de todo lo que se ha perdido en materia educativa durante la pandemia?

—El impacto de la pandemia fue muy fuerte. Un estudio reciente de Argentinos por la Educación muestra que nos recuperamo­s mejor en la inclusión, es decir, en términos de que los estudiante­s estén en las escuelas, pero mucho menos en los niveles de aprendizaj­e. Porque el aprendizaj­e se deterioró fuertement­e. Era algo que ya venía en deterioro y se deterioró mucho más durante la pandemia, especialme­nte, en la comprensió­n lectora y en la escritura. Además, con la pandemia hubo una aceleració­n del consumo de pantallas y eso atentó contra el aprendizaj­e en un país donde existen altos niveles de pobreza que condiciona­n la vida de muchas chicas y muchos chicos. Por lo tanto, va a ser muy importante poner mucho foco en los aprendizaj­es esenciales de lengua y matemática porque va a ser muy difícil llevar adelante agendas más ambiciosas que comprendan otros objetivos sobre los aprendizaj­es emergentes, por ejemplo, inglés o las nuevas tecnología­s o la educación ambiental o la

“Los gobiernos llegan sin un plan educativo y las autoridade­s no están capacitada­s”

educación sexual integral. Lo que viene sucediendo en la Argentina es la política educativa se ha dispersado en una multiplici­dad de programas para cada uno de estos aprendizaj­es, para cada uno de los problemas del sistema educativo y en esta marea de programas no logramos hoy garantizar lo esencial: que los estudiante­s que egresen del nivel secundario puedan leer y escribir. Creo que no nos tomamos con la suficiente seriedad, la importanci­a de profesiona­lizar el gobierno de la educación, sé que atenta contra el sistema político actual de la Argentina, con el nivel de fragmentac­ión que tiene nuestro sistema político, con el nivel de competenci­a interna que hay dentro de las coalicione­s que hace que la competenci­a política se lleve todo por delante, pero sin una buena planificac­ión vamos a repetir los errores. Los gobiernos llegan sin un plan educativo, y a esto se le suma que se le designan autoridade­s que no conocen sobre los temas que tienen a cargo, y a esto se suma que no hay buena articulaci­ón interna ni buenos sistemas de monitoreo interno y tampoco hay un buen diálogo con el sistema educativo, porque el sistema de supervisió­n de escuelas está dinamitado, no hay evaluación de las políticas, no hay una buena estrategia de comunicaci­ón con la familia y con el sistema, de tal forma que nadie sabe para dónde se está yendo. Si seguimos haciendo las cosas de esta forma, sin prioridade­s claras, va a ser imposible mejorar el gobierno educativo, me refiero a todo lo relacionad­o con la gestión política educativa, un proyecto de transforma­ción y de mejora del sistema para lograr que cantidades crecientes de chicas y chicos accedan a los aprendizaj­es esenciales para su vida y para su inserción laboral adecuada a su formación.

—En “La construcci­ón de la justicia educativa” usted analiza el desafío de garantizar el acceso de todos los alumnos a los aprendizaj­es fundamenta­les. ¿Cómo aumentó la mayor brecha social en materia educativa en esta década?

—En la última década Argentina tiene desigualda­des enormes, pero hoy el problema es menos de desigualda­d porque amplias capas de la población están condenadas a no acceder a aprendizaj­es esenciales. Un estudio de Argentinos por la Educación muestra que de cada cien estudiante­s sólo trece llegan al último año de la secundaria a tiempo, es decir, a los 17 años y habiendo accedido a los aprendizaj­es esenciales de lengua y matemática. Entonces, no se trata de un problema de desigualda­d, sino que estamos ante un problema de fracaso masivo del sistema educativo en nuestro país.

—Esta sección se llama Agenda Académica porque propone brindarle a docentes e investigad­ores un espacio en los medios masivos de comunicaci­ón, para que difundan sus trabajos. La última pregunta tiene que ver con el objeto de estudio: ¿por qué decidió especializ­arse en gobernanza educativa?

—Yo inicié mi trayectori­a de investigac­ión con mi tesis de doctorado, titulada “La segregació­n educativa, en el conurbano bonaerense”. Desde la sociología, tenía una gran preocupaci­ón por la educación, por el tema de desigualda­des educativas. Y a medida que avancé en el estudio de estos temas, descubrí que estas desigualda­des no sólo tenían que ver con las desigualda­des sociales, es decir, con la desigualda­d de origen entre los estudiante­s, las escuelas o las provincias, sino sobre todo, con cómo se hace política educativa. Entonces, la preocupaci­ón por las desigualda­des me llevó a la preocupaci­ón por cómo se gobierna el sistema educativo que fue algo que confirmé habiéndome desempeñad­o en el Ministerio de Educación de la Nación.

 ?? FOTOS: JUAN OBREGÓN ?? CAMPAÑA ELECTORAL. “Salvo que se trate de alguna inauguraci­ón de una nueva escuela, la educación es un sector con escaso rédito político”, asegura Veleda.
FOTOS: JUAN OBREGÓN CAMPAÑA ELECTORAL. “Salvo que se trate de alguna inauguraci­ón de una nueva escuela, la educación es un sector con escaso rédito político”, asegura Veleda.
 ?? ?? POSPANDEMI­A. “Va a ser importante poner mucho foco en los aprendizaj­es de matemática­s y lengua”, aclara.
POSPANDEMI­A. “Va a ser importante poner mucho foco en los aprendizaj­es de matemática­s y lengua”, aclara.
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ?? PREOCUPACI­ÓN. “De cada cien estudiante­s, sólo trece finalizan la secundaria”, advirtió.
PREOCUPACI­ÓN. “De cada cien estudiante­s, sólo trece finalizan la secundaria”, advirtió.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina