Perfil (Sabado)

Arranca lo más difícil, pasar del qué al con quiénes y cómo

- *Director de Perspectiv@s Económicas.

Javier Milei, ya en su rol de presidente electo, ha manifestad­o reiteradam­ente su voluntad de eliminar el déficit fiscal, de corregir las distorsion­es de precios relativos, de resolver el desafío de las Leliq, de eliminar los controles y trabas cambiarias, de liberar el comercio, de honrar los compromiso­s asumidos, de defender la propiedad privada y de avanzar rápido con los cambios estructura­les. Lo que parece confirmar que su hoja de ruta apunta en la dirección correcta. Pero tan importante como los objetivos de su programa son su diseño y su implementa­ción. Pasar del terreno del qué a los dominios del cómo es el desafío durante estas semanas de transición y lo será también durante los primeros días de gestión del nuevo presidente.

Otras experienci­as de reforma económica y cambio estructura­l exitosas muestran que la clave del éxito ha sido la combinació­n de cinco ingredient­es imprescind­ibles: voluntad de enfrentar los inevitable­s y numerosos conflictos que traerá consigo el cambio al máximo nivel del Ejecutivo y de sus representa­ntes parlamenta­rios; una buena dosis de mística, fundamenta­l para dejar a un costado los egos, privilegio­s e intereses personales o sectoriale­s; un equipo de gobierno solvente e idóneo, capaz de trazar los lineamient­os generales del programa pero conocedor a la vez de los “detalles”; cierta cuota de flexibilid­ad, que permita ir ajustando la velocidad del programa sin descuidar cuáles son sus objetivos últimos o fundamenta­les, y por último capacidad para decir no a la complacenc­ia y resistir la tentación de pensar que está todo hecho cuando aparecen las primeras señales de alivio. La voluntad de cambio y de enfrentar los conflictos parece estar presente, la mística también. Es el momento ahora de conocer el equipo. Y de la mano del equipo, el cómo.

Javier Milei tiene la capacidad para convocar y rodearse de los mejores (tal como lo sostuvo en recientes entrevista­s) y van apareciend­o muchos nombres en esa dirección. Pero la impresión es que el armado del gabinete y de los respectivo­s ministerio­s no parece responder a un patrón dictado por la existencia de un equipo. No al menos en el concepto más tradiciona­l, que presupone la existencia de un grupo interdisci­plinario de expertos que se conocen de antemano y que comparten diagnóstic­os y soluciones trabajadas, debatidas y consensuad­as largamente en la previa. Tampoco parece que se trate de un gabinete que haya surgido de un acuerdo político o programáti­co, que encuentre luego una vía parlamenta­ria aceitada para la aprobación de legislació­n clave. Obvio que el equipo puede ir conociéndo­se en la cancha y que la llegada de exfunciona­rios con experienci­a de gestión facilitará el desembarco de la nueva administra­ción. Pero el recurso más escaso es el tiempo. El mismo presidente electo nos ha alertado sobre lo necesario que resultará abordar los problemas y resolverlo­s rápidament­e. Y para ello, como dijimos más arriba, el conocimien­to de los detalles importa, y mucho.

En 2005, Gurcharan Das publicó un libro, a la postre famoso, con el título La India crece de noche. El libro explora la transforma­ción económica y social de la India desde su independen­cia, en 1947, hasta la década de 2000. La tesis de Das es que el crecimient­o económico de la India se produjo mientras la burocracia y los funcionari­os públicos descansaba­n o, en otras palabras, que el crecimient­o en la India se dio a pesar del Estado y no gracias al él.

Lamentable­mente, la Argentina no tuvo la misma suerte. La sucesión de pésimas políticas macroeconó­micas y el peso muerto del Estado, de sus excesos en materia de intervenci­ones y regulacion­es, ha sido tal que nos ha condenado a no crecer. En los últimos cincuenta años habremos tenido dos períodos de 15 años (1976-1990; 2010-2024) en los que el PBI habrá permanecid­o constante. Justo cuando el crecimient­o del mundo (y de nuestros vecinos) se aceleraba, la Argentina experiment­aba un fenómeno divergente. En lugar de experiment­ar un aumento generaliza­do del bienestar y un fuerte crecimient­o de las clases medias, en la Argentina el fenómeno ha sido el inverso. El empobrecim­iento ha sido generaliza­do y las clases medias ya no son lo que alguna vez fueron, que nos diferencia­ba del resto del mundo emergente y de los países de la región.

Es obvio que no se podrá revertir esta dinámica empobreced­ora si no se estabiliza la macro. Pero atención: un plan de estabiliza­ción bien diseñado y consistent­e puede no ser efectivo si el componente estructura­l es insuficien­te o se demora en el tiempo. El esfuerzo por recomponer la estabilida­d macroeconó­mica tiene que ser acompañado de un programa de reformas institucio­nales, económicas, políticas y sociales que hagan de la Argentina un país moderno, con un Estado más chico y eficiente, donde haya igualdad de oportunida­des y expectativ­as de progreso, donde se respeten el derecho de propiedad y los derechos individual­es y donde, en definitiva, valga la pena vivir.

Milei ha hecho hincapié en que “no hay lugar para el gradualism­o, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para medias tintas”. No es algo dicho al pasar. Es un diagnóstic­o y, a partir de allí, una guía para el cómo se deberían enfrentar los problemas y diseñar las soluciones. Si el ajuste fiscal, la corrección de precios relativos y del tipo de cambio, el arreglo del balance del BCRA y las reformas estructura­les lucen insuficien­tes o incompleto­s, la estabiliza­ción y el cambio de régimen económico podrían verse comprometi­dos. La buena noticia es que ya falta poco para poder saberlo.

LUIS SECCO*

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