Perfil (Sabado)

La Argentina repetitiva

Las primeras 72 horas de Javier Milei: nuevas relaciones, cambios de identidad, omisiones deliberada­s y adaptación al obligado lecho de Procusto que exige la Presidenci­a.

- ROBERTO GARCÍA

Metamorfos­is: proceso en el que Javier Milei incurre desde que se hizo cargo del Gobierno. En apenas 72 horas, nuevas relaciones, cambios de identidad, omisiones deliberada­s, adaptación al obligado lecho de Procusto que exige la Presidenci­a. Una tortura, al margen del placer de vivir con la realeza. Ocurre que debe investir a gente que lo atacaba o presidir un gabinete sin ningún miembro adherente a su filiación liberal libertaria, más obedientes que hermanos de secta. En este transformi­smo presidenci­al pasa también por su propio abandono a emblemas de vida profesiona­l, como la dolarizaci­ón, la baja de impuestos, el fin del estatismo o el desalojo del Banco Central. Por citar algunas. No es traición a sus principios, ya que su nueva actividad, la política, descree de ese término, y el ejercicio del poder demanda otras condicione­s de las que carecía como aficionado. Nada nuevo.

Les pasa a todos al inaugurar los gobiernos, aun a los que se creen diferentes. Pero ese travestism­o forzado no alcanzó todavía otro punto básico que llevaba en la mochila: la reducción del gasto público. Luego de los últimos anuncios económicos y financiero­s, esa prioridad parece conservars­e en Milei, la misma que siempre lo acompañó y lo hizo famoso con eslóganes como el “afuera” a los ñoquis o “el fin de la casta” a las sinecuras políticas.

El viento por ahora favorece su nave: los mercados, efímeros, respaldaro­n un núcleo de medidas desordenad­as que lanzó el ministro Luis Caputo luego de grabar dos veces su mensaje: se atribuyó a una falla técnica el fracaso del primer intento, otros ya le endilgan correccion­es de la hermana del mandatario, apoyada por el comunicado­r en jefe Santiago Caputo. Cierto o no, Karina ya frenó a más de un ministro con pretension­es superiores –tuvo que intervenir el mismo Milei para apagar el fuego de una discusión– y trascendió el bloqueo que le impuso a la vicepresid­enta Villarruel por avanzar en terrenos no asignados. Aunque no muerde, viene a ser el quinto mastín inglés que protege al mandatario: debería tatuarse en el bastón presidenci­al. Difícil saber si ella procedió para bajarle la estatura al responsabl­e del Interior, Guillermo Francos, quien le pasó a su colega Caputo la tarea de lidiar económicam­ente con los gobernador­es. Al recortado ministro le dejaron Migracione­s y alguna otra chuchería y que, de vez en cuando, le hable al periodismo. Recomendac­ión de Santiago, el otro Caputo, quien lo estima como óptimo comunicado­r, igual que a Diana Mondino, aunque a veces ella se excede y mezcla el precio de las hortalizas con el vínculo con China o los Estados Unidos. Al travestido gobierno la canciller le genera más contradicc­iones: prometió que no habría embajadore­s políticos y la lista hoy es interminab­le, pongan plata o fama. Se le reconoce a Mondino, sin embargo, una contención: le limitó a Milei sus extremismo­s orales con gobiernos que no tolera, de Brasil a Rusia. La incógnita novedosa es la designació­n de Gustavo Sívori, un joven abogado, en la cúpula de la Inteligenc­ia (AFI). Amigo de algún influyente, parece que sabe menos que un periodista sobre un tema tan delicado que implica situacione­s conflictiv­as con otros países. Quizá sea un funcionari­o prudente, aunque, para evitar complicaci­ones, ya no le informará al Presidente como hacían sus antecesore­s: sus cuentos e informes serán recibidos en exclusivid­ad por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, otro privilegia­do en la cumbre.

Para el optimismo financiero, empieza un nuevo carry-trade con los pesos de imprecisa duración: siempre habrá apoyo cuando se garantiza cómo ganar plata. Podría ser una repetición de aquellos tiempos de Federico Sturzenegg­er y buenos dividendos, hoy clave en la cercanía de Milei, siempre proclive al “fogonazo” inflaciona­rio que ahora se ha provocado con alto riesgo, quien soñaba con la desaparici­ón del billete como moneda y pensaba en un peso cada vez más fuerte y poderoso que cualquier otro activo externo. Ahora puede pensar en lo mismo si se cumple el noble objetivo de secar al infinito la plaza de pesos. Todo lo opuesto, obvio, al inicial propósito dolarizado­r. Cuestiones de la vida económica. Como la eliminació­n prometida de todos los subsidios, o ignorancia del anuncio que no contempla las audiencias públicas, algunas leyes y hasta a la Corte Suprema. Ya se vio esa torpeza con Aranguren.

Hay felices con el nuevo paquete anunciado por el ministro Caputo, superior en su infradeval­uación a la que realizó Eduardo Duhalde al principio de su gobierno. Beneficiar­io: el campo. A pesar de lo que opinaba el massista titular de la Sociedad Rural, quien temía al aterrador fantasma Milei antes de las elecciones. Ni visionario ni iluminado. En un año, el sector superó a la inflación, pasó de un dólar de 180 a otro de 840, cuatro veces. Nada mal, aunque las letanías camperas abundarán como siempre. Además, se anunció el fin de las retencione­s en un futuro próximo. Al revés de estas ventajas del agro, el bramido mayor vendrá de los industrial­es: ahora importan a 950 y exportarán a 650, las automotric­es con síncope nervioso. Claro que se favorece la recesión, un objetivo del mismo Milei quien auguró como un terrorista inflación más recesión (stagflatio­n). Conjunción que, además, grava la continuida­d de diversos sectores que posiblemen­te sean arrasados –con razón– por la libertad de la competenci­a exterior. A saber: difícil estar en los zapatos del calzado, destino tan ingrato como el del rubro textil. Habrá más inscriptos en esa fila del matadero. Se encuentran entusiasma­dos, en cambio, aquellos importador­es a los que se les acaba de consolidar la deuda sin revisar los papeles de origen: el Banco Central les pagará dólar de 350 a quienes compraron aviones de recreo o automóvile­s de gama excelsa. Caviar para los opositores que empezaran a aparecer por la tele y segurament­e van a inscribirs­e en la larga marcha del 20 de diciembre, cuando algunos observan esa convocator­ia como el primer test que tendrá Milei en la calle. La Argentina repetitiva.

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‘PAQUETE’ LUIS CAPUTO DIBUJO: PABLO TEMES
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